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Una vez más, muchas gracias
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Una vez más, muchas gracias

Actualizado 21/08/2017
Redacción

A pesar del tiempo transcurrido, no se me ha borrado la imagen de aquellas parejas rurales de la Guardia Civil que recorrían nuestros pueblos imponiendo un cierto respeto, sobre todo entre aquellos que, de vez en cuando, tenían alguna tentación de apoderarse de lo ajeno. Entonces, como ahora, las personas amantes de la ley y el orden veían con muy buenos ojos aquellos personajes de uniforme verde, curtidos por las inclemencia del tiempo, dotados de escasísimos medios para cumplir su misión y con unas retribuciones rayanas en la penuria. Nunca salió de sus labios una queja. La ley era lo primero y la misión se cumplía a rajatabla. Lo que les faltaba en cultura, les sobraba holgadamente en disciplina y honradez. Afortunadamente, los años pasan pero el espíritu permanece. El prestigio ganado a pulso por esa Institución difícilmente puede ser empañado por algo que no sea la excepción que confirma la regla. Son humanos y en colectivo tan numeroso puede haber un garbanzo negro, que rápida y ejemplarmente se aparta del Cuerpo. No es casualidad que quienes no ven con buenos ojos la labor de la Guardia Civil, sean precisamente los que menos españoles se consideran. Siendo así, razón de más para concluir que los hombres de verde cumplen a la perfección uno de sus importantes cometidos.

También es significativo que un Cuerpo de Seguridad, creado hace más de siglo y medio para combatir la inseguridad pública y el bandolerismo, especialmemte en el ámbito rural, haya evolucionado con el paso de los años hasta convertirse en una de las piezas clave de esos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Y todo ello con la particularidad de su doble dependencia: del Ministerio del Interior y el de Defensa. Es precisamente esta doble dependencia la que tanto dolor de cabeza levanta en determinados ambientes. Varios ha sido los intentos de acabar con su carácter de Instituto armado, con su organigrama interno, hasta con sus divisas. Desde su creación la Guardia Civil ya tenía una doble dependencia del los ministerios de Gobernación y de Guerra, pero dejaba muy clara su naturaleza de Instituto armado de carácter militar y sometido a las mismas leyes que regulaban la justicia militar.

La especial preparación de sus mandos y la profesionalidad y eficacia de todos sus componentes han dado lugar a un moderno cuerpo policial que goza del respeto y el cariño de la mayoría de españoles. Desde que nuestra Guardia Civil se ha asomado a misiones internacionales, ese prestigio ha ido en aumento y cuenta con el reconocimiento de las policías más eficaces del mundo. Es verdad que los medios asignados hoy a este Benemérito Instituto nada tienen que ver con aquellas pesadísimas bicicletas que arrastraban por caminos intransitables, cargando con la bolsa bandolera, la manta y el fusil Mauser de 7.92 mm. El progreso experimentado por España ha permitido disponer de otros medios más adecuados ?que nunca serán los necesarios- pero, de poco servirían esos medios sin el mismo espíritu de sacrificio y disciplina que llevan pegado a su corazón.

Ahora está de actualidad la delicada situación que atraviesa el Aeropuerto de El Prat, por la huelga de unos Vigilantes de Seguridad pertenecientes a una empresa privada. Antes lo estuvieron distintos puertos por la de estibadores que gozaban de condiciones laborales privilegiadas. La ley de huelgas tiene su particular razón de ser cuando patrón y obrero tienen opiniones encontradas. Es natural contar con una herramienta que fuerce las negociaciones difíciles pero, sin ser docto en la materia ?y ya sé a lo que me expongo- pienso que no todo puede valer. Puede que algún aspecto de la ley no esté convenientemente desarrollado, pero lo que nunca se cumple ?y nunca se toman medidas- es el seguimiento del incumplimiento de servicios mínimos, de la actuación de los piquetes informativos y del uso torticero del sufrido ciudadano pillado entre dos fuegos. Ese chantaje descarado que se ejerce en Barcelona, y que atenta contra la gallina de los huevos de oro que representa el turismo, ante la grosera utilización que del problema ha hecho la Generalidad, ha obligado al Gobierno a reforzar la seguridad del Aeropuerto con la presencia de la Guardia Civil. Ignoro el tiempo que será necesaria su presencia pero ya hay una cosa segura: su sola presencia ha hecho que las colas disminuyan por arte de magia. No se olvide que, entre otras muchas, esa es una de las misiones que tiene la Guardia Civil ?y que ya ha desarrollado en los aeropuertos-. Los malintencionados "iluminados" que se han apresurado a afirmar que esa no es misión de la Guardia Civil, una de dos, o dimiten por vergüenza, o se molestan en estar al día. Claro que, bien mirado, son de la escuela de "calumnia que algo queda".

España necesita de nuevo a la Guardia Civil y, como siempre, ahí esta su dedicación y su eficacia, sin pedir nada a cambio. Por todo ello, una vez más, muchas gracias.

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