Ocurrió. Todos nos lo temíamos, pero esperábamos que nunca se hiciera realidad: el zarpazo del terrorismo islamista radical. Y desgraciadamente sucedió. Me quedé acongojada al saber la noticia. Como antes Bélgica, Francia e Inglaterra, ahora nos tocaba a nosotros padecer los efectos de la ignominia y el desatino, la violencia sin sentido, el caos que trae consigo el terrorismo porque en él nada se encierra sino la muerte y la destrucción. Ahora mismo, cuando escribo esta columna, van ya 14 muertos, 14 inocentes que han visto segada irracionalmente sus vidas. Pero ya sabemos de qué va esto, qué pretenden, a qué apocalipsis nos quieren arrastrar.
Ante el caos, la razón; ante la violencia totalitaria, la democracia y la libertad: ese es el reto, esto es lo que nos jugamos, y la partida no la podemos perder. Jamás. No hay opción: o ellos o nosotros, y ellos son lo peor imaginable, y nosotros somos una forma de vida y de cultura que se sustenta en el pluralismo, la tolerancia y la vida sin diferencias para todos: mujeres y hombres, ateos y creyentes, discriminaciones fuera, exclusiones nunca, ni por raza, sexo, ideas o creencias. Este es el tablero de juego: quien no lo sepa o entienda, que se prepare, porque no sabe lo que le espera en ese fantasmático mundo construido sobre la sinrazón. Quienes lo probaron, han dado buena cuenta de él en sus testimonios, así que no cabe el engaño.
De ahí que aquí no cabe la politiquería, los regates en corto y el partidismo miope. Aquí todos estamos juntos en la misma pelea. Como ejemplarmente ha demostrado el pueblo de Cataluña en el minuto de silencio en la plaza de Cataluña hoy viernes, gritando: "No tenemos miedo, no tenemos miedo". Porque el miedo es hundirnos en ese infierno que suponen los delirios ideológicos que nos devuelven a tiempos felizmente superados. Somos ciudadanos, hombres y mujeres libres, que decidimos nuestro destino sin restricciones y no vamos a dejarnos abocar al desastre.
Pues lo voy a decir: me ha gustado ver juntos al Gobierno y la oposición españoles, no me esperaba otra cosa, y también al Gobierno catalán, secesionista él. Ojalá el buen sentido vuelva a la amada tierra de Cataluña porque hay mucho más que nos une de lo que nos separa y juntos, como ahora mismo, somos más fuertes. Lo acabamos de ver. No nos zancadilleemos a nosotros mismos, tengamos lucidez. Y valor y dignidad para superar este golpe y encarar con esperanza el futuro.
Marta FERREIRA
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