El pasado viernes, día 11 de agosto, 18 peregrinos de Salamanca viajábamos a Fátima, mientras contemplábamos los tristes efectos de los terribles fuegos sufridos por Portugal en el presente verano, e incluso veíamos algunos fuegos cercanos todavía activos.
¿Por qué viajábamos el día 11 de agosto, con intención de pasar allí la noche del 12 al 13?
El 13 de mayo -como canta la canción- hizo ahora los 100 años que la Señora de Fátima se aparecía a los tres niños que cuidaban las ovejas de sus familias en aquellos parajes de encinas y carrascos, a donde acudían cada día desde el pueblo de Aljustrel, en donde vivían sus padres y ellos mismos habían nacido.
La aparición les dijo que volvieran a aquel lugar durante los seis meses siguientes el día 13 de cada mes. Y la aparición estuvo puntual los días 13 de junio y 13 de julio.
Los padres de Jacinta y Francisco, y los de Lucía, creían que se trataba de invenciones o alucinaciones de los niños, y trataban de disuadirlos para que no contaran los hechos acaecidos, e incluso les inducían a decir que se trataba de un cuento y que lo confesaran así públicamente para que se terminara cuanto antes aquella pesadilla. Porque ni los padres, ni el señor cura, ni mucho menos las autoridades civiles, creían en aquellas "fantasías" que pensaban eran cuentos de chiquillos, y que había que terminar pronto con el relato de aquellos acontecimientos, pues no creían en aquellas supercherías religiosas.
Pero la gente acudía al lugar de las apariciones cada vez en mayor número, tanto el 13 de junio como el de julio. Unas 15.000 personas acudieron al lugar de las apariciones el 13 de agosto. Pero los niños no se hicieron presentes, y muchos empezaron a pensar que se habían terminado ya las supercherías aparicionales. Pero algunos contemplaron ciertas señales luminosas que parecían indicar que la aparición seguía manifestándose.
Los niños no habían comparecido porque habían sido secuestrados por las autoridades civiles, que les prometían premios y les mostraban amenazas para que se arrepintieran y confesaran la falsedad de las apariciones. Pero ellos permanecieron firmes y estaban dispuestos incluso a la muerte con tal de mantener la verdad de lo que ellos habían visto.
La aparición, al fin, se hizo presente a los niños, que ya habían sido liberados, pero no fue el 13 de agosto, sino el 19, y en un lugar próximo a Aljustrel llamado los Valiños. La Señora les indicó que siguieran yendo al lugar de Fátima los días 13 de septiembre y octubre, en que ella les mostraría signos extraordinarios y les diría su propio nombre.
En efecto, el 13 de octubre acompañaban a los niños unas 75.000 personas, pensando ver las señales extraordinarias y recibir en algunos casos diferentes tipos de curaciones.
Toda la mañana estuvo lloviendo torrencialmente. Al mediodía, algunos pensaban que ya no habría apariciones. Pero, de pronto, el sol se convirtió en un disco de plata, que sucesivamente fue cambiando a distintos colores, danzaba en diferentes direcciones y, finalmente, dio la impresión de que el disco solar se precipitaba sobre los presentes, que prorrumpían en llantos, petición de perdón y diferentes muestras de arrepentimiento, y acudían a Dios para que los liberase de aquel inmediato desastre.
Al fin, el sol volvió a su posición original, y el suelo se mostró completamente seco. Enseguida apareció la luz que acompañaba a la hermosa Señora, y ésta indicó a los niños que su nombre era Nuestra Señora del Rosario, y les invitó una vez más a rezar el Rosario todos los días y a pedir por la conversión de los pecadores, diciéndoles que, si se convertían, la guerra (la primera guerra mundial, que asolaba el mundo por doquier) terminaría pronto. Les dijo también que pidieran a las autoridades que levantaran una capilla o iglesia en su honor en aquel lugar.
Así se hizo. Las gentes siguieron acudiendo al lugar y, el año 1930, el primer obispo de Leiría, a quien correspondía el lugar de Fátima, declaró la legitimidad de las apariciones y de las manifestaciones de devoción hacia la Señora del Rosario de Fátima.
La primera iglesia que se levantó fue una pequeña capilla junto a la encina de las apariciones. Después se comenzó la construcción de una gran iglesia santuario, que pronto empezó a quedarse pequeña en los momentos de mayor afluencia de peregrinos. Por eso, recientemente se puso en marcha la construcción de una nueva iglesia basílica, la de la Santísima Trinidad, que admite cerca de ocho mil personas sentadas, con facilidad para seguir las ceremonias desde cualquier puesto, ya que tiene forma circular y carece de columnas que pudieran entorpecer la visión. Posee también capillas menores para las confesiones, y una para la exposición permanente del Santísimo Sacramento.
El 13 de agosto no es, pues, un día tan señalado como los otros treces, pero el episcopado portugués ha querido dedicar ese día a hacer un homenaje a los portugueses emigrantes, que acuden este día a Fátima con ocasión de sus vacaciones. Este año, además, el homenaje abarcaba también a los inmigrantes en Europa, procedentes de los diversos países de Oriente Medio y de África.
El 12 por la noche se celebró una gran Vigilia, con Rosario y Eucaristía, que presidió el legado del Papa Francisco, el arzobispo Mons. Rino Fisichela, presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, que a su vez pronunció una sencilla y profunda homilía en lengua portuguesa. Al acto acudieron, con candelas encendidas, probablemente más de 15.000 personas. Otras tantas asistieron al Rosario, procesión y Eucaristía del domingo día 13, que presidió y predicó el mismo arzobispo a lo largo de cuatro horas con asistencia emocionada de los emigrantes y sus familias que, finalmente, despedirían a la Virgen, que volvía al lugar propio en la capilla de las apariciones, con multitud de pañuelos desplegados, en una actitud emocionante e inolvidable.
El pasado 13 de mayo, al cumplirse los 100 años de la primera aparición, que tuvo lugar el 13 de mayo de 1917, el Papa Francisco quiso manifestar también su devoción y confianza en la Señora, a la que encomendó todas sus tareas pastorales y papales.
Muchas personas confiesan recibir constantemente los favores de la Virgen del Rosario de Fátima, y acuden allá una y otra vez, año tras año, procedentes de los países más diversos de todo el mundo. En ese día, además de los portugueses, abundaban los italianos, franceses? y hasta japoneses y vietnamitas.
Virgen del Rosario de Fátima ruega por nosotros, y ayúdanos a superar tantas discordias, guerras y pobrezas, y a recibir el perdón de Dios y los signos de su misericordia.
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