Buenos días; Macotera,
un año más aquí estamos,
en nuestra Plaza Mayor,
para escuchar esta " LOA"
y seguir la tradición.
Y con permiso de Dios,
pueblo, clero, autoridades;
también con un gran respeto,
a tí, mi Santo Patrón,
quiero pedirte licencia,
para ofrecerte este escrito
con cariño y emoción.
Una "LOA" es alabanza,
una "LOA" es oración,
quiero decirlo muy alto
desde este hermoso balcón.
Yo no soy ningún poeta,
ni sé de rimas ni prosas,
pero sí que sé escuchar
y decir alguna cosa.
Aunque nunca compararme,
en sus loas y ponencias,
con nuestro Juan "El Machaca",
ni con Diego "El Comenencias".
Uno porque lo escribía,
y otro porque lo contaba,
desde el balcón de "Constante"
a todos entusiasmaba.
Siempre rondó en mi cabeza
desde que era jovencita,
de algún día estar aquí,
pero, ¿ quién se atrevería?,
si Juan, con su gran saber,
su observancia y valentía
nos hacía reflexionar,
sobre lo que acontecía.
Pero dejemos nostalgias,
penas y melancolías,
hoy, el día de San Roque,
hay que disfrutar la fiesta,
vivirla con alegría.
Hoy hay que hablar de San Roque,
y por si algún forastero
anda un poco despistado,
en este mismo momento
a grandes rasgos contamos,
un poquito de su historia,
que seguro es de su agrado.
Fue nacido en Montpellier,
en una ciudad de Francia,
andando y peregrinando
el Santo llegó hasta España.
De compañía traía,
un perro, fatiga y pena,
pues el andar del camino,
desde tan lejanas tierras,
pasando calor y frío,
es una dura tarea.
El curaba a los enfermos
y así su ejemplo dejaba,
de valentía y coraje,
de sencillez y templanza.
Y llegaste a Macotera,
que por todos es sabido,
siempre acogió al forastero,
y a ti también te acogieron,
y te nombraron patrón
de nuestro querido pueblo.
Con nosotros te quedaste
para aliviar los pesares,
de la gente de este pueblo
y quien a tí suplicare.
Ayúdanos a buscar
y encontrar nuestro camino,
que como dice el cantar,
aunque ya nadie lo cante,
"líbranos de peste y males
Roque Santo y Peregrino".
Caminar todos a una,
en armonía y concordia,
para que orgulloso estés
de este pueblo que te honra.
Desde entonces aquí estamos,
en Agosto, año tras año,
para rendirle homenaje,
a nuestro Santo Patrón,
en su fiesta y procesión.
Empezamos por la víspera,
que es fecha muy señalada,
hay que hacer preparativos
de comidas y viandas.
Y por la tarde a las cinco,
se viene a vestir al Santo
que es la hora acordada,
por mi querida Pacuala.
Pues es ella la encargada
de ponerte bien la capa,
colocar bien el sombrero,
atarte bien la lazada,
y colgar la calabaza
en tu varita de plata.
También van los mayordomos
y ayudan a prepararte,
van a ponerte las flores
y en las andas colocarte.
Y aquí en frente te tenemos ,
con tu profunda mirada,
contemplándonos a todos,
desde el mayor al pequeño,
desde el más rico al más pobre,
y distinto pensamiento;
invitando a dialogar,
aunque no estemos de acuerdo.
Pero sigamos contando
e informando al forastero,
que empieza la procesión,
y yo alargarme no quiero.
Los que de fuera nos ven
no entienden nuestra algazara
pero al ver nuestra alegría,
el toque de las dulzainas,
y esta plaza rebosando
de gentes entusiasmadas;
se unen también a la fiesta,
y hasta bailan "La Charrada".
Y en la esquina Las Carrolas,
la procesión ya está en marcha,
se desatan las dulzainas,
se entrecruzan las miradas,
y así pasito a pasito,
entre vivas y alabanzas,
se entra en la calle La Plata.
Los vecinos muy ufanos
en su calle engalanada,
invitan a perronillas
y un trago de limonada.
Vamos bajando la cuesta
al compás de la dulzaina,
y estamos ya muy cerquita
del Hospital de Santa Ana.
Ahora está la residen
cia,
que antes también fuera escuela,
donde muchos de nosotros
enseñanza recibieran;
de nuestra gran Sor Elena,
Sor Esther, Sor Concepción
y también Sor Rafaela.
Que además de las lecciones ,
que traía la enciclopedia,
enseñaban a rezar,
y otras labores muy buenas.
Vamos subiendo la cuesta,
y en la puerta de "Machaca",
la palabra se silencia,
y seguimos en Santa Ana.
Que siendo barrio de obreros,
vivió gente destacada,
vivió Don Pepe, el maestro,
que también alcalde fuera,
y que hizo una gran labor
al pueblo de Macotera.
Junto a otros tres paisanos,
con empeño y entusiasmo
el taller inauguraron;
para que aquellas mocitas,
que a Oñate no se marcharon,
quedándose aquí en su pueblo
no les faltara el trabajo.
También vivió el "Tío Vervique";
dicen que fue de los buenos
que las loas compusiera,
y enfrente, Juan "El Pascuito"
que sereno también fuera.
Junto con su compañero,
su farol, capote y lanza
el pueblo nos vigilaban,
las largas noches de invierno.
Las horas bien las cantaban,
y mucho empeño ponían,
así la gente sabía,
si llovía o si nevaba.
Y un poquito más arriba,
la casa de "la tía Robla"
allí la chiquillería,
compraba las golosinas
y los chicles de bazoca.
Seguimos la trayectoria,
y ya en la Plaza La Leña
la parada es obligada,
y hasta el Santo Cementerio,
también se va la mirada.
Recordamos con cariño
con anhelo y añoranza
a todos los que se fueron,
a los que allí ya descansan.
Porque con tanta cultura,
modernidad y progreso
nos olvidamos de ellos
y de sus sabios consejos.
"Camina en la procesión
que tus padres también fueron
con entusiasmo y respeto
y de santo temor llenos".
"Oye misa, no blasfemes,
da limosna y buen consejo,
educa bien a tus hijos,
en ello pon gran empeño".
Y seguimos adelante,
ya la gente va saliendo,
que llegamos a la Plaza,
allí está ya el pueblo entero;
y entre vítores y aplausos
hacen el recibimiento.
En la puerta de la Iglesia
para entrar él, el primero,
está nuestro Antonio " El Corto";
con respeto y en silencio,
rezamos el Padre Nuestro,
para que a todos protejas ,
los de cerca y los de lejos.
En la Iglesia te dejamos
con tu perro y compañero,
en tu preciosa hornacina,
hasta el año venidero.
Y para continuar,
tengo que hacer un inciso,
que en nuestro querido pueblo ,
si no hablamos de los toros
es un "pecado" muy serio.
"San Roque no es lo que era"
nos dicen nuestros mayores,
que anécdotas nos recuerdan,
y nos cuentan que hace años,
los encierros a caballo
comenzaban en el prado.
Durante dos o tres días
los toros allí pastaban,
tenían un buen guardian,
que muy bien los vigilaba.
Con su honda los llamaba
y con silbido suave,
con calma y con mucho tiento,
al toro bravo amansaba.
Campo a través los traía,
vestido con traje corto,
y en su caballo montado,
y con la aijada en la mano,
hasta el pueblo los llevaba.
Allí la gente esperaba,
comienza la algarabía,
y si alguno se escapada ,
las campanas tocarían.
"Que tocan a toro suelto"
por las calles se decía.
Dicen que era en los encierros,
un hombre de gran valía,
pues para tratar al toro
muy buena mano tenía.
Ese hombre del que hablo,
era Dámaso " El Gordito",
mi padre, para más señas,
y tú, San Roque bendito
perdona mi atrevimiento,
por no poder resistir,
a rendirle un homenaje,
delante del pueblo entero.
Y hasta aquí llega el relato,
espero que el forastero,
haya quedado enterado,
para que el próximo año,
vuelva más entusiasmado.
Y como es de bien nacidos,
el ser siempre agradecidos,
solo queda agradecer,
que tú, San Roque Bendito,
fueras nombrado patrón,
de nuestro pueblo querido.
¡VIVA SAN ROQUE!
¡VIVA LA VIRGEN DE LA ENCINA!
¡VIVA MACOTERA!