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Tan sobrada como el alcornoque
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representación teatral

Tan sobrada como el alcornoque

Actualizado 14/08/2017
Redacción

El grupo Lazarillo de Tormes llega a Sobradillo para ofrecer la 159 de sus representaciones de 'Teresa, la jardinera de la luz'

Sobradillo es un pueblo salmantino, muy alejado de la capital. Hace casi frontera con Portugal siguiendo el curso del río Águeda, y es término municipal de Las Arribes del Duero, paraje incomparable, reserva de la Biosfera. Se dice que allí la Naturaleza parece algo sobrenatural. Este pequeño pueblo guarda también multitud de vestigios de épocas pasadas que sin duda han dejado huella, no sólo en la forma de vida de sus habitantes, sino en los restos artísticos que nos ofrece en sus rincones y que dan testimonio de su rica Historia.

Pero está alejado de lo conocido. Incluso su nombre parece pequeño. De lo que no cabe duda es el cariño que transmite este diminutivo leonés, que se une a una raíz fuerte en su significado. Probablemente el origen de su topónimo venga de la voz romance "sobro" que a su vez deriva del latín, y que fue el nombre primitivo que tuvo el alcornoque, árbol que seguramente abundó en la zona. O quizá se nos esté contando la historia del nacimiento de esta población que surge en torno a la torre del homenaje, conservada como atalaya defensiva del antiguo castillo medieval, en torno a la cual multitud de "sobraos" bajo los tejadillos de otras tantas casas se acogían bajo la protección del castillo, torre y tejados para proteger las vidas que dentro empezaban a formar parte del paisaje que las acogía.

Sin salir de la comarca del Abadengo, Lazarillo de Tormes llega a Sobradillo, que a ella también pertenece, para ofrecer la 159 de sus representaciones de 'Teresa, la jardinera de la luz'. En la tarde de santa Clara, monja como Teresa de Jesús, la luz parece el denominador común que acompaña a la jornada. El lugar, el día, la estación veraniega y esta peculiar obra de teatro se confabulan para que todo se ilumine. Porque Teresa, al igual que Sobradillo, siempre se nos ha presentado lejana, sobrenatural, desconocida por tanto en su auténtica realidad de mujer que al descubrirla, se nos desvela con la naturalidad que conlleva ver abiertamente la normalidad de sus actos. Sacar a la luz sus valores y capacidades y reconocerlos en sus semejantes, derrumbaron la "normalidad" que la oscuridad de la injusticia se imponía en el XVI, siglo al que perteneciera.

Teresa era inteligente. En realidad "muy inteligente", como asevera la hermana Clara, personaje de nuestra obra de teatro, en un momento muy simpático de la misma. Y al igual que el alcornoque origen del nombre del pueblo anfitrión, la carmelita se presenta con una arraigada y fuerte personalidad no exenta de humildad y sencillez pero que como este milenario árbol, alimenta a todo el que a su sombra se cobija, y proporciona material de primera para crear, construir y proteger de las inclemencias. Como las bellotas o el corcho que el alcornoque regala y que tanto aporta a su entorno, Teresa se da allá donde deja sus huellas, sus raíces. Ella alimenta con sus palabras, protege acogiendo en los conventos que va fundando a quien quisiera vivir de otra manera, desde la libertad, la austeridad y ante todo, desde lo que para ella era un amor infinito que viene de lo alto, que inefable para la mayoría, supo expresarlo en palabras. Palabras bellas, como en los poemas de amor a Dios que escribe; otras veces consoladoras, sabias, reivindicantes como las de su epistolario; o en otros momentos instructoras como las dirigidas a la formación espiritual de sus monjas. Pero como si de un alcornoque se tratara, siempre con la invisibilidad de una actitud humilde, que da visos de "ignorancia" a tanta sabiduría.

¿Cómo desvelar una vida tan plena y sencilla al mismo tiempo? ¿Cómo acercarse a una mujer que la humanidad subió a los altares para alejarla del resto del mundo? Denis Rafter lo ha logrado en un conciso y ajustado guión, que narra en una hora la vida de una persona como Teresa, que con todos los dones que la adornaban, tuvo que luchar en la sombra y pasar al lado de los poderosos con "coraje y elocuencia" para llevar su bello mensaje donde fuera menester. Y es que todos somos menesterosos, y es en espacios como las iglesias donde nos hemos reunido de forma secular para compartir llanto y alegría; ocio y trabajo. Nuestras fuerzas impregnan sus muros, y son el escenario perfecto para intercambiar como en un espejo nuestro propio reflejo vital, el que en opinión del productor de 'Teresa, la jardinera de la luz', Javier de Prado, nos ofrece el teatro. Después de tantas actuaciones, Lazarillo de Tormes puede tener la satisfacción de haber ofrecido un trabajo bien hecho. Los resultados son la mejor de las evidencias.

Santiago Apóstol, patrón de peregrinos, defensor a su manera de la fe, según la leyenda en torno a él creada, es el santo que da nombre a la iglesia de Sobradillo. Datada en la época de Teresa de Jesús, el siglo XVI, está adornada por un hermosísimo altar barroco, posterior a la construcción, que enmarca la escenografía de este montaje, que nos desvela, como la creatividad del hombre en todas las épocas, las variadas y admirables facetas de una monja que "andariega" en su labor terrenal y espiritual es digna representante de todos los que por esos caminos transitan. Y de la misma forma que La Torre del Homenaje de Sobradillo es la constatación de otros tiempos, otras existencias que se ayudaron y protegieron. La historia de Teresa de Jesús aparece ante nosotros humana y poderosa, cercana y admirable, cuando presenciamos lo que unas carmelitas vestidas de rudos hábitos de estameña tienen que decir sin miedo, ni pudor a un hombre, que subido a un púlpito, representante del poder establecido, pretende oscurecer la luz en la luz del fuego fatuo de la hoguera. La música renacentista del órgano del maestro Salinas nos ubica en el momento apropiado, y esta misma música nos coloca así mismo en una realidad convertida en universal a lo largo de los tiempos, y en la que esta mujer creyó: expresar siempre la verdad. En el bello y lejano rincón del Parque natural de las Arribes del Duero, el torreón de Sobradillo se ha convertido en una de las Casas desde las que se explica y entiende tanta hermosura y abundancia, al igual que de la del corazón habla la boca.

Gracias a la naturalidad y hechizo que 'Teresa, la jardinera de la luz' nos ha proporcionado a lo largo de estos dos años por tantos caminos y ante tantas gentes, hemos entendido la cotidianidad de lo sublime, recogida en un trabajo teatral, de la misma manera que el Pozo de las Monedas de este rico pueblecillo recoge el agua de la lluvia que viene del cielo. Y tiene nombre de mujer.

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