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Castillejo de Martín Viejo frente a Teresa de Jesús
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en la iglesia

Castillejo de Martín Viejo frente a Teresa de Jesús

Actualizado 08/08/2017
Redacción

Representación de 'Teresa, la Jardinera de la Luz' con el grupo de teatr0 Lazarillo de Tormes

Cada lugar, cada persona, encierra dentro de sí, como si de un tesoro se tratara, una historia particular, irrepetible, que los convierte en únicos. No importa lo pequeños que puedan parecer en algunos momentos del recorrido. Siempre se escribe una Historia en mayúsculas, porque siempre hay huellas indelebles que surcan el camino. Hablar de huellas y caminos es hablar de Teresa de Jesús, una mujer que llenó vidas y espacios llevando en sí misma todo lo esencial, una creencia profunda en los valores de cada ser humano, que hacen de la equidad y justicia las claves fundamentales que dan sentido a la existencia.

Resumir la vida de una figura como la de Teresa, que siempre ha rozado los límites de la leyenda, puede parecer una tarea complicada. Mucha es la literatura escrita en torno a ella y su obra, pero que la ha colocado en una perspectiva lejana, poco accesible, incluso comprensible para la mayoría de los mortales. Sin embargo, en estos dos últimos años, desde el 2015 en que se conmemorara el V Centenario de su nacimiento, hemos disfrutado de una obra de teatro que saltando todas las barreras del homenaje, ha conseguido acercarnos a la figura de Teresa de Jesús. Nos referimos a "Teresa, la jardinera de la luz", que como si de un milagro se tratara, nos dibuja en tan sólo una hora un perfil de mujer que aparece ante nosotros, sorprendente y desconocida por la humanidad que vamos adivinando en ella. Lazarillo de Tormes, grupo teatral responsable absoluto de esta circunstancia, nos pone en contacto con una Teresa de forma tan familiar y cotidiana, como lo era la persona que descubrimos detrás de tanto envoltorio místico. Gracias a este perfil tan sencillo, se comprende más fácilmente su íntima relación con Dios y la personalidad arrolladora que la adornaba.

En Castillejo de Martín Viejo, y en una calurosa tarde de la festividad de la Transfiguración, 6 de agosto, esta singular obra de teatro transforma nuevamente ante un emocionado público, la idea que de la carmelita muchos podían tener. Este pequeño pueblo cercano a Ciudad Rodrigo, encierra también dentro de su Historia muchos acontecimientos que le han llevado a sobrevivir a lo largo de los siglos, guardando en la memoria del tiempo lo que fue, y sigue siendo para quienes lo valoran. Su yacimiento Paleolítico de Siega Verde, fue declarado por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad; la historia de su repoblación en la Alta Edad Media con riojanos, navarros y gallegos explican el origen de su nombre. Uno de esos gallegos,¿llamado Martín? fue su alma fundadora, que le inició en un camino que todavía continúa gracias a la gente que aprovechando la tierra heredada de sus mayores, siguen cultivándola para extraer los frutos que a veces crecen casi sin agua. Tantas localidades como la de Castillejo llevan en sí una riqueza vital a la que deberíamos acceder analizando los vestigios que nos dejan.

Ir a la raíz de mucha gente permite desvelar el misterio de lo milagroso que sucede cada día en cada persona y acontecimiento. Y así Lazarillo de Tormes, de la mano del gran dramaturgo Denis Rafter, nos traslada con su magnífica interpretación de "Teresa, la jardinera de la luz" a todo lo que de humano tuvo una mujer que hemos subido a los altares, sin pensar previamente que a ella nadie le regaló nada. Hay ocasiones en las que se desdeña lo sublime por desconocido. Quizá el gran éxito de esta obra radique en la aproximación que hace de una Teresa que es semejante en todo a sus semejantes, y que por eso se nos da a conocer en el altar de cualquier iglesia como el mejor de los escenarios, frente a toda la energía de las vidas que la contemplan, y que en estos recintos han compartido lo mejor y peor de sus existencias. Gran apuesta ésta, hecha por el productor de la obra Javier de Prado.

Las puertas de la iglesia parroquial de San Juan Ante Portam Latinam se abren para dar paso al ya conocido grupo de hermanas carmelitas, que cansadas de un largo viaje llegan, en cada ocasión y para cada espectador a la iglesia del convento de Alba de Tormes. Y entran cantando un Kyrie Eleyson al compás de las notas que proceden de un órgano que parece el auténtico del maestro Salinas, ubicado en la Catedral Vieja de Salamanca. Suben al altar y se sitúan frente al púlpito donde un padre dominico espera para iniciar un despiadado interrogatorio acerca de su querida madre, que agoniza, y que no puede defenderse. Pero estas mujeres lo harán por ella. Y tan sólo con la fuerza de las palabras de Teresa, y las suyas propias, que son el fruto nacido de las semillas que su madre ha sembrado en ellas durante tanto tiempo. Y la gran Historia de Teresa se transfigura como la festividad del día, para dar lugar a una historia de mujer, bisagra viva que denuncia los poderes temporales desde la aparente fragilidad de su condición de simple monja.

San Juan Ante Portam Latinam, es el nombre dado a la iglesia parroquial de Castillejo de Martín Viejo. No hace alusión al Bautista, sino a Juan Evangelista, cuya fiesta tiene lugar en diciembre. Pero el 6 de mayo se celebra esta particular advocación que nace en torno a una leyenda sobre el llamado "discípulo amado" de Jesús. De su pluma salieron los evangelios más literarios y su inquietante Apocalipsis acerca del fin de los tiempos. Fue el más joven y tímido, pero no queda constancia de que muriera martirizado, por lo que para ponerlo a la altura de sus otros compañeros, se dice que ante la llamada Puerta Latina de Roma, fue introducido en una vasija de aceite hirviendo para que renunciara a su fe, y de la que salió indemne. No hubiera sido necesario demostrar que fue un gran mártir por su amado Jesús, pues su testimonio escrito sobre la vida del Maestro y su propia recreación del Fin del mundo, dan constancia de su gran valía humana y talla intelectual. A Teresa, también quisieron llevarla a la hoguera los poderosos hombres de su tiempo, por mostrar unas capacidades intelectuales y espirituales, que pueden pertenecer a cualquier persona, pero que en su tiempo, el siglo XVI, eran inaceptables en una mujer. "Teresa, la jardinera de la luz" va pasando por todas ellas, sin dejar al margen todos los matices que la adornaron desde su infancia, pasando por su juventud, y madurez, haciendo hincapié en las relaciones que tuvo con cualquier personaje de su época.

Escribir poemas o cartas de toda índole, ser una magnífica teóloga, revolucionar una orden religiosa para cambiarla, fundando sin parar de viajar nuevos conventos, o ser la más cercana de las amigas para sus monjas, es algo a lo que puede acceder cualquier ser humano, y ser reconocido por el resto, como le sucedió a ella al ser nombrada doctora de la Iglesia, y "honoris causa" por dos universidades. Pero tener una relación de intimidad con Dios, y poder explicarla, sólo puede conducir a la hoguera o a los altares. La justicia de Dios y de los hombres brilló con luz propia, y descubrimos así, al igual que en Juan Evangelista, que detrás de "las puertas" de toda leyenda, siempre hay un personaje de carne y hueso. No obstante, como decía Teresa: "Aspira a lo celeste, que siempre dura. Fiel y rico en promesas, Dios no se muda". A "Teresa, la jardinera de la luz" le ha venido acompañando a lo largo de 157 representaciones.

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