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Uganda, la perla de África: Testimonio de la periodista Raquel Jiménez
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trabajadora humanitaria

Uganda, la perla de África: Testimonio de la periodista Raquel Jiménez

Actualizado 18/07/2017
Redacción

Malayaka House es una ONG española que proporciona a los niños abandonados un lugar de acogida

Fue el famoso e histórico Winston Churchill que apodó a este país "La Perla de África" al conocerlo. Y no era de extrañar. Uganda, esa gran desconocida. Un bello y brillante país camuflado en el interior del continente africano, lleno de naturaleza salvaje y donde nace el río más largo del mundo: el Nilo. Acompaña un clima templado durante todo el año, rodeado de paisajes bucólicos que enamoran junto a una de las poblaciones más amables y acogedoras del continente africano que he podido llegar a conocer. Así es Uganda.

El motivo de mi viaje a este país fue visitar a mi hermano Juanjo que trabajaba en Entebbe como piloto e instructor de vuelo en la escuela aérea de Fly Uganda hace más de dos años. Durante mi estancia allí, conocimos a varios expatriados españoles y entre ellos, dos jóvenes colaboradores del Malayaka House.

Una ONG española que se dedica a proporcionar a los niños abandonados o huérfanos un lugar de acogida donde poder iniciar una nueva vida y ofrecerles así una educación a la que no tendrían acceso de otra manera. El hablar con estos niños, conocer sus historias de primera mano y el regalo de sus sonrisas al despedirnos, nos cautivó. Y fue allí, cuando a mi hermano le surgió la idea. En Uganda, cuando le deseas la paz y felicidad a alguien le dices: "La Salaama na Malayaka" que significa duerme con los ángeles. Y así nos despedimos de aquellos niños del Malayaka House, en vistas a crear nuestro propio sueño de ángeles, un pequeño proyecto colaborativo junto a la gente que queremos.

Durante las semanas que estuve allí, visité varias escuelas. No todos los niños asisten al colegio en Uganda. Son muchos kilómetros a recorrer todos los días desde el colegio a sus casas. No sé cuáles pueden ser sus motivos que aun preguntando, obtuve respuestas vagas; pude imaginar que por el dinero, falta de trabajo o bien, la situación familiar o social.

A lo largo de la ruta a la escuela, los niños caminan al lado de carreteras sin asfaltar solos o acompañados de sus hermanos mayores que no llegar a alcanzar los ocho años de edad. Algunos llevan zapatos y otros no. Todos sin excepción llevan la cabeza afeitada. Pero siempre parecen contentos y felices. Para ellos, el ir a la escuela es una bendición, como un regalo. Aquí la mayoría tiene poco de todo, pero cada día que paso en África me doy cuenta de la cantidad de cosas que nosotros tenemos, compramos, utilizamos y guardamos tan innecesarias que por haber crecido con ello, haga que parezca normal. Es lo que más me gusta de África. Simplemente, te hace Ser y Sentir. Por eso, siempre necesito volver. Te hace recordar lo importante de la vida.

Todos los días, los niños se preparan su fiambrera con matoke para ir a la escuela. El matoke es la base de la dieta típica: plátano ?macho- cocinado al vapor y machacado. De hecho, las dos primeras palabras que se aprenden cuando viajas a Uganda son muzungu (raza blanca) y matoke. Esenciales para añadirlas al diccionario para nuestro viaje de vuelta.

La escuela elegida por Juanjo para iniciar el proyecto fue Banga-Hakiwogo school en Entebbe. Una pequeña comunidad entre Kampala y Entebbe cuyo medio de vida se dedica especialmente a la ganadería y agricultura. La escuela está integrada junto a la Iglesia y parece ser el punto neurálgico de la comunidad.

Generalmente, en las escuelas públicas, hay muchos niños por clase y no parece haber más límite que los que puedan caber en un aula. Tienen pocos libros y material. Disponen de pizarra y son muy disciplinados. El método de aprendizaje se basa en la repetición oral: sobre todo, la canción.

Inicialmente, nuestra escuela sólo disponía de un aula para los niños pero gracias a las colaboraciones y aportaciones para el proyecto, se ha podido dividir en tres aulas diferentes según niveles. El cambio más significativo fue cambiar el suelo. Estaba cubierto de cañas secas de bambú. También se pintaron las paredes, se cubrió el tejado con un falso techo y se hicieron pupitres. Hoy por hoy, nos sentimos satisfechos. El proyecto ha finalizado. Nos miramos y decimos: "La Salaama na Malayaka" (que duerman como ángeles).

En Septiembre mis hijos volverán al colegio y pienso en aquellos niños de Uganda otra vez, en el reto tan grande de aquel país por mejorar la educación de sus niños. Nos queda un gran camino por recorrer.

Tal y como dijo Lyndon B. Johnson, ex presidente de los EEUU que luchó contra la pobreza y por la igualdad de oportunidades en la educación: "No hay problema que no podamos resolver juntos y muy pocos que podamos resolver por nosotros mismos"

Texto y fotos : Raquel Jiménez Santos (Periodista y trabajadora humanitaria)

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