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Ánimo, Alejandro
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Ánimo, Alejandro

Actualizado 13/07/2017
Juan José Nieto Lobato

Ánimo, Alejandro | Imagen 1

Amanece un nuevo día. Alejandro Valverde intenta levantarse de la cama pero pronto recuerda que su pierna sigue anclada a una máquina que la mantiene estirada, unida por unos hierros que le provocan unas molestias ante las que no queda opción mejor que callar. Incomprensiblemente, o eso le parece al amigo con el que comparto esta reflexión, lamenta no poder salir a rodar en su bicicleta, hacer unos cien kilómetros por las carreteras de Murcia en la preparación de una nueva carrera. No muy lejos, en cualquier humilde domicilio de este país un corredor amateur se muerde los nudillos ante la imposibilidad de salir a trotar esta tarde por la ribera del Tajo o el Duero por culpa de una lesión en el Aquiles o en la cadera. La del ejercicio es una necesidad sofisticada, mucho más que la del pincho de media mañana o la caña del final de la jornada, mucho más incomprensible que la de unas vacaciones o un abrazo en los momentos difíciles, pero más real que todas ellas.

El ciclista murciano tiene 37 años. Esta lesión le impedirá competir en la cita del año que más ilusión le hace, el Mundial de fondo en carretera. Tras haberse visto envuelto en un caso de dopaje, ganar una Vuelta a España, ser podio en un Tour y haber dominado clásicas como la Lieja-Bastogne-Lieja aún sueña con vestir una temporada completa de arcoiris, el maillot que condecora al campeón mundial. Eso y seguir compitiendo por los diferentes rincones de Europa con ese olfato que le hace reconocer enseguida la escapada buena, el momento adecuado para iniciar un sprint y medir los esfuerzos. Este ganador incansable teme el momento de anunciar su marcha y replantearse los objetivos de su proyecto vital. "Subir y bajar", se decía Indurain ante la visión de los enormes colosos alpinos para relativizar su épica y no entrar en pánico. Una y otra vez. Lo mismo que Alejandro Valverde ante los muros de las carreteras belgas por las que trepa con su impresionante agilidad. No dejará de hacerlo.

Lo único positivo de esta lesión es que no será necesario esperar a su retirada para valorar todo lo que ha hecho Alejandro Valverde por la felicidad del aficionado al ciclismo. Esta lesión de largo recorrido servirá de avance para lo que un día, inevitablemente, tendrá que suceder. Entonces, aunque influenciados por una cultura ciclista de grandes vueltas, colocaremos con naturalidad al murciano en las conversaciones sobre los más grandes y, de paso, reivindicaremos a través de sus méritos los de otros como Óscar Freire o Miguel Poblet. Mucho ánimo en tu recuperación, Alejandro. De parte de alguien que entiende perfectamente que te mueras por poder hacer cien, o doscientos, kilómetros de entrenamiento.

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