Dulca es pura historia de la industria en Peñaranda, un gigante creado con mimo desde lo más humilde de sus orígenes hasta llegar a lo que hoy son, un verdadero coloso que diariamente endulza la vida a cientos de miles de personas en España y Europa, convirtiéndose así en una de las 20 empresas más importantes en la fabricación de galletas y productos de panadería y pastelería de larga duración, con un ejército incondicional que ya cuenta con más de 160 trabajadores en su inmensa planta de producción en la ciudad.
Un verdadero titán del dulce, que plantaba su semilla en 1976 con la fusión de cuatro empresas para generar la que hoy conocemos, una gran iniciativa empresarial que buscaba como principal objetivo agrupar conocimientos pasteleros y reposteros heredados de generaciones pasadas para reinventarlos y crear una línea de productos a gran escala que aúnen las técnicas más avanzadas, productos modernos y una elaboración similar a la de toda la vida.
Y así, poco a poco y no sin esfuerzo, ha ido creciendo hasta concebir una inmensa base de operaciones con más de 11.000 metros cuadrados en la que se elaboran decenas de productos, desde pastas, galletas a bollería, que son las estrellas en grandes superficies y comercios de Espa- ña, Portugal, Inglaterra o Alemania, entre otros.
Miguel Andrada, uno de los cuatro socios fundadores de la empresa, recorre junto a nosotros la gigantesca línea de trabajo mientras nos explica como para llegar al producto final todas las creaciones llevan un proceso que "se inicia en la formadora, donde hacemos la masa tras lo que pasa a la fermentadora durante dos horas, de ahí al brillo y de ahí al horno y al empaquetado. Todo ello utilizando maquinaria de última generación, que en gran medida es una de las verdaderas novedades tecnológicas del mercado a nivel mundial" todo ello junto a unos robots que se encargan de recoger el producto
en grandes series de manera minuciosa para ser posteriormente envueltos y preparados para su distribución en la gran cadena de establecimientos que a día de hoy comercializan sus productos en toda Europa, que generalmente llegan al cliente bajo una marca blanca".
Hoy en día hablar de Dulca es hacerlo de croissants de chocolate y naturales, pan de leche, napolitanas de crema y chocolate, pastas de te en diferentes variedades o su última creación como es la Coca de San Joan, de la que se han distribuido decenas de miles en pocas semanas, y que viene a sumarse a toda esta gran cantidad de elaboraciones y variedades que triunfan por su exquisitez en buena parte del viejo continente.
Pero muy lejos de dejar de soñar y olvidarse de su crecimiento ya se preparan para la que será la nueva fase de su base de operaciones y que busca crear una moderna línea de trabajo continuo que significara el crecimiento de su plantilla y cómo no de su producción, algo para lo que ya se trabaja y estudia, analizando nuevos posibles productos que sin duda resultarán revolucionarios en el mercado y que, bajo el sello de calidad de esta empresa peñarandina, volverá a llegar a numerosos puntos del globo. Un éxito ya destacado el de sus nuevos productos que viene a reflejarse en el enorme interés que clientes de varios países han mostrado para analizar la posibilidad de incluirlos en sus catálogos de referencias de excelencia, lo que supondrá un impulso aún mayor de esta empresa familiar que hoy es el buque insignia del tejido empresarial e industrial en la ciudad.
Este objetivo, el crecer y fortalecerse dentro de las primeras calidades en el sector, ha sido la seña más distintiva de esta importante empresa, para continuar en la senda de la innovación y la calidad, que es la marca de la casa de este gran centro que endulza la vida a todos los que se acercan a conocer alguna de sus deliciosas variedades.