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Una higuera entre olivos
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PUESTA EN ESCENA POR EL GRUPO LAZARILLO DE TORMES

Una higuera entre olivos

Actualizado 26/06/2017
Redacción

AHIGAL DE LOS ACEITEROS | Representación número 151 de la obra 'Teresa, la jardinera de la luz', que llega el próximo viernes al patio barroco de la Pontificia

Las Arribes del Duero vuelven a ser marco de excepción para la puesta en escena de Teresa, la jardinera de la luz. Tres meses después de ser representada en Vitigudino, nuestra conocida y singular obra de teatro vuelve a esta comarca en estos días de fiestas en honor a san Juan Bautista. El pueblo anfitrión, Ahigal de los Aceiteros, que tiene a este santo como patrón. Esta localidad situada en este maravilloso enclave, supo sintonizar, como viene siendo habitual en tantas ocasiones anteriores, con la profundidad, sorpresa y sencillez que este montaje teatral nos ha ofrecido a lo largo de éstos dos últimos años, y que a la altura de ésta su 151 representación, se le podría tildar ya, sin miedo a la exageración, de fenómeno cultural de masas. No en vano, recibió en 2015, el premio de teatro Rosa María García Cano, a 'La difusión y puesta en valor de las Artes Escénicas', que la Feria de teatro de Castilla y León de Ciudad Rodrigo concede desde el fallecimiento de la muy añorada directora y fundadora de esta prestigiosa Feria, que en agosto de este 2017 llega a su edición número 20.

Podríamos decir que al igual que una higuera, rica en frutos, acogedora en su perfumada sombra y bella en su enraizado y ancestral porte, Teresa, la jardinera de la luz, ha ido dejando por las numerosas localidades que por ella se han interesado, frutos nada desdeñables que la han arraigado en profundidad en este terreno a veces irregular y otras fangoso, que es el hecho teatral como medio para llevar la cultura como parte de la esencia del ser humano a cualquier tipo de público. Porque en muchas ocasiones, y por diversas causas, no todo el mundo tiene acceso a un fenómeno como es el teatro, que podríamos o deberíamos catalogar como derecho universal, por lo que de trasmisor de enseñanza en todos los aspectos de nuestra vida proporciona.

El grupo de teatro Lazarillo de Tormes llega así en la tarde del domingo 25 de junio, y en un caluroso y recién estrenado verano a Ahigal de los Aceiteros, cuyo entorno nos dice mucho de la forma de vida, historia y tradiciones de sus habitantes. El bello nombre del pueblo que hace alusión al origen latino del árbol de la higuera, pasa por la derivación leonesa de 'figal', por lo que nos informa de la repoblación que los medievales reyes leoneses llevaron a cabo en esta zona. Una simple mirada a los numerosos olivares que llenan el paisaje, nos aclara al completo el precioso topónimo de un pueblo, que ha sabido utilizar sus cultivos para vivir con dignidad. En sus almazaras se producía un rico aceite que se transportaba en carro y burro a otras provincias colindantes o incluso al muy cercano Portugal. El actual museo del aceite con la almazara que se conserva son vestigios, que todavía nos ofrecen en nuestros días la riqueza de este producto, que se ha comparado con el oro en nuestra cultura mediterránea.

Así de sencilla, bella y auténtica es también Teresa, la jardinera de la luz. Cuando se ha visto esta obra, podríamos decir que la luz brillante del buen aceite, la riqueza de sus propiedades, el bello marco de donde procede o la historia de tantos años y gentes de los que los cultivos de olivos nos hablan, serían una analógica síntesis que esta magnífica obra nos transmite. Con un condensado y magistral guión del dramaturgo irlandés Denis Rafter, tan asiduo de la Feria de Teatro de Castilla y León, y la elección, por parte del productor Javier de Prado, de los altares de las iglesias para escenario de esta obra, se ha conseguido una simbiosis perfecta entre contenido y continente, difícilmente superable, como ha dejado patente el impacto que este trabajo ha producido. Espectadores de todo tipo y condición, que en algunos casos la han visto en varias ocasiones, han puesto de manifiesto los distintos y poliédricos aspectos que la obra aporta y que la dota de valores no sólo culturales o históricos, sino también catequéticos o pedagógicos.

Las puertas de la iglesia de Ahigal de los Aceiteros, se abren a las siete de la tarde. Un magnífico retablo barroco del XVIII, obra del alumno de Churriguera, Felipe Cervera y que preside el Altar Mayor, aparece ante nosotros. Allí la titular de la parroquia, santa María Magdalena, mujer de gran significado en la vida de Jesús de Nazaret, cede su protagonismo en esta tarde, a otra no menos significativa. Hablamos de Teresa de Jesús, que 16 siglos después del paso del nazareno por la Tierra, le entregó toda su vida y amor incondicional, arrebatada por su mensaje. Los actores de Lazarillo de Tormes, con el sencillo atrezzo que aportan (hábitos de estameña, púlpito y la réplica del órgano del maestro Salinas), nos trasladan a la época de la España renacentista, y desde la iglesia del convento de Alba de Tormes, asistimos al recorrido de toda una vida, de toda una mujer, que revolucionó su encorsetado tiempo en pos de favorecer a oprimidos, marginados y sobre todo sus congéneres las mujeres. Al volver a nuestro tiempo cuando la obra finaliza, algo nuevo permanece, pues en opinión del público asistente en cada matiz de la puesta en escena se encierra una clave que nos acerca a este increíble y "mal contado" personaje que es Teresa de Jesús.

Dicen que en estos parajes de Ahigal de los Aceiteros quiso descansar para siempre el torero Julio Robles, que a través de duras y peligrosas 'faenas' dedicó su vida a un arte con la intención de transmitirnos un trabajo bien hecho. Nació en Fontiveros, pueblo de otro Juan, no el Bautista, al que esta localidad de Las Arribes dedica sus fiestas este fin de semana, sino el que también entregara su vida a Jesús de Nazaret, y que perteneciente a la Orden Carmelita Descalza, como Teresa, fue gran amigo de ésta y gran místico como ella. Nos referimos a san Juan de la Cruz. Ambos tuvieron que luchar en otros 'ruedos', por la libertad y justicia que su época les negara. Resulta curioso también, el hecho de que la Casa de Alba, que regentara el Ducado de la localidad donde murió la carmelita, cobraba a este pueblo de Ahigal un impuesto, el llamado noveno, que les convertía en siervos de esta familia ducal, gran admiradora de nuestra monja y la responsable del reparto de sus reliquias. El devenir de la Historia se compone de pequeñas historias que las gentes van tejiendo para conformar una amplia tela en la que algunos privilegiados dejan una huella indeleble. Pisando muchos caminos que llevan a muchas localidades con sus pequeñas anécdotas, Lazarillo de Tormes ha sabido ofrecer con Teresa, la jardinera de la luz el relato de una vida de mujer que a pequeños pasos llegó donde se propuso.

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