"De los guiones originales yo he ido modificando a Pelayo, convirtiéndolo, ya que me lo han permitido, en una voz propia"
Apostura. Esa es la palabra, José Antonio Sayagués domina el espacio, el escénico y este rincón literario que ocupa junto a la estatua de Gonzalo Torrente Ballester esta mañana de luz y Feria de Libro en el Novelty. Porque es un libro el que ha propiciado el encuentro, un inusual libro de memorias que nos devuelve a Salamanca al Sayagués más nuestro.
-José Antonio Sayagués: Yo suelo hacer pocas entrevistas. En ellas el lenguaje corporal es importante, y hay un problema y es que vosotros vais al titular y ese titular la mayoría de las veces está fuera de contexto. Me preguntas por el libro de memorias. Llega un momento en el que, a través de una fundación que protege los derechos de los actores, que tienen una colección de figuras de la escena española, me pidieron un texto y me puse a escribir sobre este asunto del teatro. A partir de ahí y con el empuje de Emilio Pascual, que es un editor extraordinario, de Oportet editores y al que le encantó la idea, todo fue hacia adelante porque él dijo "Hay que hacerlo con otro carácter".
-Charo Alonso: Es una biografía atípica muy bien estructurada, recorres tu infancia y juventud en Primavera, hablas del presente en Otoño y dejas que sean un gran número de personas relacionadas contigo quienes hablen de ti en El Verano.
-J.A.S.: Eso sí, este libro se ha ido un poco de páginas. Así surgió la idea, hablo con mi amigo Pollux Hernúñez que es un hombre de teatro, un hombre de letras maravilloso y se montó este texto que acaba con 200 entradas en un índice onomástico. El libro se presentó en la Universidad como recuerdo a la cátedra Juan dell´Enzina y le estoy muy agradecido a Francisco Bringas y a Emilio de Miguel que es un hombre cultísimo, que me hayan permitido presentarlo al inicio de la Feria del Libro de Salamanca.
-Ch.A.: Los testimonios son muy conmovedores como el del actor Carmelo Gómez y el de mi amigo queridísimo, Ignacio Pérez de la Sota.
-J.A.S.: Aquí hay gente que ha estado conmigo desde hace treinta años, esas experiencias ellos las escriben como han querido, por eso ha quedado una biografía un poco especial. De ellos tengo que señalar al compositor Víctor Reyes, cuando le hablé estaba en Miami y hacía que no nos veíamos mucho tiempo. Se prestó encantado a escribir unas palabras. Lo que ellos han contado no se ha cambiado ni una coma. Y cierto, el testimonio de Carmelo Gómez es tremendo.
-Ch.A.: Treinta años de esforzado teatro en Salamanca y la televisión te convierte de pronto en un personaje inolvidable. José Antonio, te estoy escuchando maravillada porque no sabes la importancia que tuvo para mí, trabajando fuera de Salamanca, ver la serie "Amar en tiempos revueltos" y reconocer en el personaje de Pelayo los dichos, las expresiones, la identidad salmantina. Sin embargo no hablas como Pelayo, la tuya no es la voz de Pelayo aunque tú has escrito a Pelayo.
-J.A.S.: Es cierto, esa no es mi voz y sí mi personaje. Pelayo es un personaje que llega de una manera que te atrapa. Yo intento mantenerle a raya porque es tan potente que te fagocita. Y es verdad, de los guiones originales yo he ido modificando a Pelayo y convirtiéndolo, ya que me lo han permitido, en una voz propia.
-Ch.A.: En medio de esa serie fantástica que ahora se llama "Amar es para siempre", Pelayo merece un libro. José Antonio, no sé si llegas a entender la importancia que tiene este personaje, lo consolador que era en medio de la tragedia, lo cercano para todos, lo cercano, lingüísticamente, para mí. Leyendo tu libro creo que es un homenaje a tu abuelo de Pizarrales.
-Carmen Borrego: Pelayo ya tiene su libro, y hasta Marcelino y Manolita tienen el suyo, lo hizo Varona y se lo maqueté yo.
-J.A.S.: Cierto. Una de las características más importantes de Pelayo era esa forma de meter refranes. Por eso el libro que dice Carmen se llama Los dichos de Pelayo. Yo estaba convencido de que hay que reinventar cada dicho, investigar los dichos. Por eso trabajé tanto a este personaje. Y sí, es un recuerdo a los hombres como mi abuelo, gente dura, gente valiente. A mí me lo enseñó todo. Mirad, en mi casa se decía "tu cállate y no te metas en líos" y a mí mi abuelo, sin embargo, me rompía los esquemas porque no se callaba. Era un hombre que había leído mucho, no había estudiado pero lo sabía todo. A mí de alguna forma me hizo, por ejemplo, cuando murió mi padre y a mí se me cae todo, mi abuelo me dijo: "Mira hijo, estás completamente solo, pero no te preocupes, yo sé que saldrás adelante". Mi abuelo fue mi padre, un hombre muy tolerante, de los que peleó toda su vida siendo muy tolerante. La España aquella era muy dura y todo esto te puede influir de dos formas, u odias y vives de una forma beligerante o acabas haciéndote mejor. Pelayo tiene mucho de mi abuelo.
-C.B.: En el inicio de la serie, yo veía a Pilar Bardem y veía a mi abuela en todo.
-J.A.S.: Esa es la fuerza de esta historia. Se pensó en hacer los primeros ochenta capítulos, pero como había tenido tanto éxito, tanta intensidad social lo ampliaron a 200 y continúa. Ha sido un viaje fascinante, te cambia la vida, entras en otra dimensión. Es la historia de todos. Y tiene otro efecto, evidentemente, cuando empiezo a salir en la televisión la gente me empieza a mirar y todo lo que yo había hecho cobraba valor.
-Ch. A.: ¿No es duro reconocer eso? Has formado un grupo de teatro, Garufa, que ha montado más de cuarenta obras, has recorrido la provincia promoviendo el teatro? pero esta es la fuerza de la televisión, ahora eres un actor muy famoso.
-J.A.S.: Yo jamás he perdido el tiempo en pelear por lo que no tiene sentido. No vale la pena, el objetivo no era llegar aquí, el objetivo era caminar, andar el camino. No puedes llenarte de odios y de rencores.
-Ch.A.: Hacer teatro en las postrimerías del régimen franquista era el inicio del camino ¡Hasta te negaron el nombre de Cambalache para inscribir tu grupo teatral! Lo era formarte tras tu aprendizaje con Martín Recuerda casi de forma autodidacta, resolver montajes complejos con todo lo que conlleva ¿Te has sentido apoyado en estos años por las instituciones culturales?
-J.A.S.: En este caso yo creo que hay que ir a las personas, a veces las personas te abren las puertas a pesar de la institución, porque la institución ya es un sistema solidificado. Lo bueno es que son las personas las que evolucionan el sistema. El sistema está cristalizado y no se permite que el aire circule. Jesús Málaga, Aníbal Lozano, por ejemplo, son gentes que abren. A mí me interesa la persona, abstrayendo el concepto político que a estas alturas de la vida me da igual porque se quedó cristalizado. A mí el dogma no me interesa. Me interesa cómo se comportan las personas, facilitando la labor de alguien que llamaba a su puerta aparte de la cuestión ideológica. Me he sentido muy amparado, y si no, lo que no te mata te hace más fuerte. Los obstáculos, que han sido muchos, me han convertido en una persona mejor. Yo quería ser una persona así. Los demás son el espejo en que nos reflejamos. Yo soy lo que proyectaba sobre los demás. Ese fue el fin del viaje.
-Ch A.: Un viaje que tiene un largo recorrido y un final exitoso, de trabajo unánimemente reconocido. Sin embargo el título de tus memorias es humilde incluso, Semblanzas de un cómico.
-J.A.S.: Yo me acuerdo mucho de La odisea, el héroe tiene que salir de sí mismo, empaparse del mundo y salir de sí mismo, pero sabiendo que todo está dentro. Así lo veo yo. Cómico es la mejor palabra para mí, más incluso que la del actor, y semblanza tiene que ver con no dar algo por acabado, seguir trabajando, aprendiendo. No solo aprender de teatro, aprender de la vida. Aprender muchas cosas, yo leo sobre la física de partículas y la filosofía existencial. A mí siempre me ha interesado la física y ahora trato de engancharla con la filosofía y el materialismo.
Hay algo irreal en conocer a quien, gracias a la pantalla, te ha sido durante tanto tiempo familiar y cercano. Es y no es, le ves y no le ves. Este hombre hecho y derecho, este charro lígrimo que sostiene la mirada con fuerza es el mismo muchacho del barrio de la Chinchibarra con una madre que cantaba como los ángeles y que guardaba una insólita colección de programas de cine. El muchacho que estudió en Ladrillo a Ladrillo, que disfrutaba de las fiestas de septiembre y de sus amistades con los trabajadores del teatro Bretón, ahí donde estaba el primer corral de comedias de Salamanca y del que solo queda un agujero infame; el rapaz que corría por el pueblo de La Fuente de San Esteban, por el barrio de Pizarrales donde habitaba su abuelo, el hombre que le sostuvo cuando, huérfano de padre, su mundo se convirtió en esforzado y temprano trabajo. Este hombre tenaz que aprendió de Martín Recuerda, que aprovechó becas, estudios nocturnos, lecturas y gentes para devenir en un director teatral de reconocido prestigio que supo, desde la humildad, dar el salto a ese trabajo en Madrid donde era uno más de tantos? de tantos que, en la pelea diaria, sabía de la tenacidad, de la constancia y del oficio.
-Ch.A.: Tus montajes teatrales sobre los Mozos de Monleón, Gabriel y Galán, Colón? eran originalísimos? singulares.
-J.A.S.: El mundo se cambia por la singularidad. Tienes que ser singular porque la gente va a ver lo que tienes que decir. Todo lo que el hombre imagina se puede hacer realidad. Hay que buscar la diferencia, por ejemplo, en el teatro hay un punto en el que la gente se escandalizaba, justo en lo más terrible tú te ríes, haces una pausa, una risa histérica, y la gente piensa que esto es un sacrilegio. Y es que en toda tragedia hay un punto cómico.
-Ch.A.: Tu trabajo como Pelayo te ha alejado de Salamanca ¿Qué es para ti ahora la ciudad?
-J.A.S.: Salamanca es mi casa, es mi alma, la gente. Mi hijo trabaja aquí, aquí estoy feliz. Claro que ahora me debo a la serie, a este Pelayo que es de la tierra, es de la gente que mueve el mundo, es el puente, es el que cuando pasa algo malo sabe qué decir, qué hacer.
-Ch.A.: Me gustaría insistir en que tú luchaste por hacer teatro en los pueblos, llevar el teatro a los pueblos con la Diputación, con los Ayuntamientos, y que ahora, con Pelayo y la serie, has logrado llegar a todas las casas con su personaje. Es como si hubieras conseguido tu cometido, es un círculo cerrado.
-J.A.S.: Eso espero, a mí me gusta que la gente lo entienda, entienda al personaje, la historia? la gente tiene que saber, tiene que leer. Yo leo bastante y siento que se ha perdido bastante la lectura. Lo importante es que los niños lean porque están volviendo a la época de los egipcios, a trabajar con la imagen y solo con la imagen, ven a través de imágenes y no de letras. La palabra es un elemento evolutivo del lenguaje, las imágenes son importantes, pero la letra escrita te obliga a un esfuerzo de comprensión, crea relaciones, forma tu imaginario, te enseña, y está perdiendo importancia.
-Ch.A.: Tú has escrito unas palabras muy hermosas. Bien dices "Quien enseña, aprende", incluso enseñas a través de tu personaje de quien dices: El personaje de Pelayo, el tabernero, lo construí con esfuerzo, investigación, compromiso, entrega, espíritu de sacrificio y generosidad. Siempre se habla de tu generosidad, este libro es generoso en agradecimientos.
-J.A.S.: Muchos, sí. Es un libro que dicen que está muy bien parido. En el verano se siembra. Luego está la historia de la serie y de Pelayo que es la historia de una generación española en un momento histórico triste que tiene que esperar para contarla, sin amargura, sin odio. Yo siempre digo y he escrito "Nunca odié y de todo aprendí".
Llega la hora de la presentación del libro, a nuestro lado, una niña pequeña, sorprendida por la estatua de Torrente Ballester y que ha pasado el rato tocándola embelesada, se marcha despidiéndose de ella "Adiós, señor tieso". Los tres reímos, Sayagués se levanta, se dirige a la plaza de sol, a la suya, donde le oiremos un discurso sentido que acaba con estas palabras: Acabo de decir ahora mismo en una entrevista que lo que importa de la vida son las personas que te encuentras en el camino. Para mí es un honor estar hoy en mi casa con este libro escrito desde la verdad. Yo le digo a mi hijo, mi hijo que vive en Salamanca, que hay que ser constante, que necesitamos ser constantes en este mundo donde falta humanidad y se desdeñan las humanidades.
No hay palabras más certeras para quien pasó toda su vida compartiéndola desde las tablas. Tesón y constancia. Carmen y yo hacemos mutis por el foro, en el escenario, siguen los aplausos. Es un sábado de sol, es un sábado de gloria.
Texto de Charo Alonso / Fotos de Carmen Borrego.