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Odiseo (III) Yo soy Odiseo
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Odiseo (III) Yo soy Odiseo

Actualizado 10/06/2017
Fructuoso Mangas

En un reciente artículo el cardenal Ravasi, la más alta autoridad en la Iglesia sobre Fe y Cultura, escribía citando a Borges: Hay tres obras que sostienen a la humanidad: La Ilíada , La Odisea y un tercer "poema" que destaca por encima de los otros:

En el canto IX de la Odisea Homero cuenta a lo largo de quinientos versos este nuevo avatar de su Caminante: una partida de reconocimiento encabezada por Ulises, llega a la isla de los Cíclopes y se aventuran a entrar en una gran cueva. Y empujados por el hambre, empezaron a darse un banquete con la abundante y rica comida que allí había, sin saber que era la cueva donde vivía el Cíclope Polifemo, de cuerpo gigantesco y con un solo ojo en la frente. Al llegar a su cueva descubre a los intrusos, tapa la entrada con una gran piedra y devoró a varios de ellos. Odiseo urdió rápidamente un astuto plan para escapar... no sin decirle en su momento que se llamaba ουτις outis, o sea, Nadie. Al final este detalle sería su salvación. Todos conocemos el desarrollo y el final de la aventura.

En el larguísimo poema que le dedica Borges, termina preguntando con alguna licencia:

Pero, ¿dónde está aquel hombre

que en los días y en las noches del destierro

erraba por el mundo como un perro

y decía que Nadie era su nombre?

Pues por aquí anda, amigo Borges, camina por nuestras calles y somos cada uno de nosotros. Como él sorteamos el oleaje del mar de la vida y caminamos en la noche oscura: "un dios debió guiarnos por aquella noche oscura en la que nada se veía", comenta él al repasar el camino con sus naves en medio de la tormenta hasta la isla.

Yo soy Odiseo, amigo Borges.

En este canto X El Cíclope, junto a otros muchos significados, representa el poder brutal de la riqueza con ese único ojo en la frente con el que cuenta cada día su dinero con mirada de avaricia. Es el Gran Devorador de todo. Mira a tu alrededor y te controla. No es mera casualidad que Polifemo signifique precisamente "el de muchas palabras", buen nombre propio para un embaucador. El Gran Embaucador. Y no digamos en este tiempo nuestro con tantas palabras y con tantos medios para transmitirlas; y con tantos artículos con los que embaucar al ciudadano convertido en compulsivo consumidor. En la gran cueva del Polifemo de turno se exhiben todos los elementos para un mundo feliz y usted en cuanto se deje no podrá escapar. No debiera ser extraño, aunque así lo parezca, que el autor de Homo Deus termine los dos tomos de su obra con mil páginas de argumentos afirmando que el Dios del Futuro será el Nuestro Señor Internet, Dueño de todas las cosas. Lo argumenta con rigor y lo dice en serio, claro.

Ese gigantesco poder del dinero y de todo en lo que se encarna ? dominio, publicidad, información, explotación, datos, mundo digital, algoritmos y claves ? nos va encerrando en la cueva de los capturados. Cualquier día el caminante, cualquier odiseo minúsculo, descubre el secreto y ese gigante de pies de barro, uniocular y en realidad necio y perdedor, quedará ciego y derrotado. Será Nadie. Y no está claro si esto es simplemente un deseo, una pesadilla o una profecía.

Puede ser interesante repasar ese inquietante libro ?tantas veces citado en Quinto Milenio- de profeta Daniel: estaba el rey en un banquete exhibiendo su prepotencia y de improviso un dedo misterioso escribió en la pared una contraseña de tres palabras. Sólo Daniel, el profeta, logró descifrar la clave y efectivamente anunció la ruina de todos los Grandes Poderes. Y así fue. Una vez más Polifemo, en una de sus tantas versiones, acaba vencido por lo que parecía inofensivo. Y lo que parecía ser Todo se queda en Nadie. Como cualquier Banco Popular que toque por turno. Impresiona, pero es inevitable; irreparable tempus, que ponían los antiguos relojes de torre. Sin olvidar el lacrimae rerum del clásico. Hay tiempo para reír y tiempo para llorar, tiempo para ganar y tiempo para perder, advertía el sabio Cohelet con tanta nostalgia como precisión.

Y llega de vez en cuando un día en el que el ciudadano descubre algunas palabras esenciales y le sobran todos los polifemos y charlatanes podridos de promesas banales y venales; no es frecuente el fenómeno pero sucede. Y hay espacios privilegiados en los que se dan las circunstancias favorables para el acontecimiento. El que sabe lo busca y en él se asienta.

Aviso para navegantes. Nunca mejor dicho esto tratándose de caminantes que siguen a Odiseo navegando por las olas de la vida. Pues eso, aviso para navegantes: infórmate antes de desembarcar en algunas islas que ocultan cuevas donde el Polifemo de turno puede devorarte. Si quieres sobrevivir como caminante, vigila.

Vigila, amigo, entérate y vigila.

Nota

También hay caminantes en monopatín. Y algunos llegan a Ítaca acortando dolorosamente la travesía. Es el caso de "Echeve". Feliz llegada, odiseo amigo; nos vemos en Ítaca cualquier día de estos.

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