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Ser español en el siglo XXI
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Ser español en el siglo XXI

Actualizado 05/06/2017
Antonio Matilla

Ser español en el siglo XXI | Imagen 1

¿Por qué en España hay tantos españoles que dicen que no quieren serlo? Una parte significativamente importante de catalanes y de vascos, también un porcentaje de gallegos, no quieren ser españoles y, donde quiera que puedan oírles, proclaman a los cuatro vientos que no lo son.

¿Será porque durante el franquismo fueron obligados a serlo? No parece razón suficiente. Otros pueblos europeos padecieron regímenes autoritarios, más autoritarios, más tiránicos, más fachas, y aunque ahora tengan algunos problemas de identidad, los alemanes siguen siéndolo y queriendo serlo. Y los italianos. Y los rusos. Y los ingleses y los franceses también tuvieron sus dictaduras ?Cromwell, Robespierre, Napoleón- pero eso no les impide ser chauvinistas ni refugiarse en el Brexit. Nuestros vecinos portugueses tampoco manifiestan muchas dudas al respecto, aunque cuando les entra la nostalgia y se cogen la depre política, siempre hay alguno al que le gustaría regresar a la Corona de España.

¿Por qué un puñado grande y significativo de españoles ?bueno, dos o tres "puñados"- no quieren serlo? ¿Por qué el separatismo y el independentismo es más fuerte en la nación más antigua y con un pasado más glorioso de toda Europa? Tal vez por eso mismo. Tal vez por una "confluencia astral" negativa, porque en nuestra historia reciente, en el paso del siglo XIX al XX, coincidieron dos cosas: por una parte, la depresión nacional consecuencia de la pérdida de Cuba y Filipinas, lo que algunos han llamado "el mal del Siglo", el debilitamiento del sentimiento nacional, vivido como fracaso colectivo. Por otra parte, el triunfo de las ideologías del Romanticismo tardío, que acentuaron lo local, lo cercano y despreciaron lo universal, poniendo en marcha nacionalismos de menor alcance. Por otra parte, no habíamos asimilado bien la Modernidad: unos rechazaron todo lo que viniera de Europa, otros acentuaron lo que tenían más a mano, inventándose su propia Modernidad con cimientos muy endebles que no resisten el menor análisis científico ni histórico. Pero en esto del nacionalismo y del independentismo, con el sentimiento hemos topado, Sancho, y la prudencia racional y adolorida de D. Quijote, puede que esté condenada a enfrentarse a permanentes molinos de viento.

Por otra parte, sobre todo en el caso catalán, no hay que despreciar el pasado anarquista, tan potente otrora y que, pese a su derrota política y militar, no ha desaparecido, ni mucho menos, sino que resurge con el asamblearismo y la "democracia directa". Pero en esto, me apropio de la frase que dedicaron a San Pablo en el Areópago de Atenas: "De eso te oiremos hablar en otra ocasión". Y cerraron las orejas, que no hay mejor sordo que el que no quiere oír.

(Nota: este artículo no va de Caciquismo, aunque el caciquismo fuese un mal clásico español en 1898...y tal vez lo siga siendo...)

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