La de Navarra y otras banderas

Preocupados porque la ley ya no respalda la bandera de su comunidad foral como símbolo identificativo e integrador que lo es, miles de navarros se reúnen hoy en Pamplona para hacer fiesta en torno a su roja enseña. La que arropa el escudo de las doradas cadenas de las Navas de Tolosa con su verde esmeralda y su corona de viejo reino, de "tierra brava y noble, siempre fiel, que tiene por blasón la vieja ley tradicional". Varios ayuntamientos de la región, encabezados por quienes entienden Navarra como mera parte de un supuesto, ficticio e inverosímil territorio vasco, hacen acompañar la bandera navarra de la "ikurriña", la insignia del Partido Nacionalista Vasco adoptada como bandera del País Vasco: mala cosa cuando una ideología da sus colores a una comunidad política, ya sea local, regional o nacional.

Esa licencia fuera de la ley, como la de ignorar la obligación de que la bandera de España esté siempre y ocupe el lugar principal, ha hallado cobertura en el parlamento navarro, gracias a la entente de los nacionalistas vascos y esas fuerzas de izquierda de discurso internacionalista pero acción repetidamente contraria. Ejemplos se dan en otras regiones españolas, donde en cualquier mitin, concentración reivindicativa y hasta grada de estadio (qué manía, generalizada, la de llevar al fútbol banderas extradeportivas), conviven la tricolor republicana (de la Segunda, que la Primera fue bicolor y no por ello menos republicana) con las múltiples banderas nacionalistas, ataviadas con estrellas a veces, lo que alienta las incertidumbres acerca de la concepción de España de sus portadores.

A los republicanos que no dudan de la soberanía nacional y de la unidad del territorio o no se les oye o simplemente aceptan la Monarquía como vía más segura para afianzar unidad y soberanía. Siendo así, se entiende que no hagan tan suya la bandera roja, gualda y morada, aunque fuera la de Alcalá Zamora, porque hay quien la pone en situaciones de lo más embarazoso. Lo mismo sirve para festejar la victoria en unas primarias de quien en su anterior mandato usó como dosel una gigantesca rojigualda ("nación de naciones" y tal) que para pedir la retirada del medallón del dictador Franco mientras ondea en la Plaza Mayor salmantina una bandera del "libertador" Lenin.

Asidos al mismo deseo, el de salvaguardar libertad y unidad, miles de navarros, que son lo que son, navarros y españoles, no precisan de otra bandera que acompañe a las de su región, su nación y su municipio junto a la europea. La "ikurriña" no cabe en los balcones consistoriales navarros porque Navarra es Navarra y ya tiene su bandera. Si se quiere arriar para siempre, existe la manera: váyase a la disposición transitoria cuarta de la Constitución, una aberración contra la historia de Navarra y de España pero regla del juego democrático al fin y al cabo.