Parece evidente en todo el mundo la crisis de la prensa tradicional con pérdida de lectores y suscripciones, además de publicidad, incluso en cabeceras periodísticas muy reconocidas. El mundo se ha digitalizado y ya casi no hablamos de medios de comunicación, sino de redes sociales, los medios más influyentes y expansivos para todo tipo de noticias. La prensa ha dejado de ser el cuarto poder y ha menguado su influencia y prestigio dañada además por una implicación excesiva con los poderes políticos y económicos.
Las relaciones privilegiadas mantenidas por redactores de periódicos con líderes políticos de los que conseguían informaciones exclusivas han hecho perder en muchos casos la imparcialidad que se debe a un medio de prensa.
De hecho, en España, la prensa está demasiado politizada a diferencia de otros países y suele mezclar opinión con información, lo cual reduce enormemente su influencia.
Desde mi punto de vista, la misión de un periódico no consiste en transmitir opiniones subjetivas con el fin de influir sobre la sociedad y los poderes públicos, sino informar con veracidad e imparcialidad y por supuesto con sentido crítico acerca de los temas que suceden en el mundo.
En ningún caso, la prensa puede y debe entrar en debates políticos como ha sido el lamentable caso de las Primarias del PSOE donde la mayoría de los medios de comunicación españoles tomaron partido en contra del candidato Pedro Sánchez.
Pero si por una parte, democratizar la información y globalizarla ha sido algo positivo que ha permitido que mucha gente tenga acceso a lo que ocurre en todo el mundo, la falta de análisis periodísticos rigurosos y el bombardeo constante de noticias sin contrastar ha hecho que los ciudadanos estemos indefensos ante la expansión de mentiras y medias verdades que muchos compran y difunden en las redes sociales. Lo que se llama la era de la postverdad, no es ni más, ni menos, que la era de la Mentira que se compra y se vende por todas partes.
El crecimiento de muchas webs informativas dirigidas por supuestos periodistas cuya misión esencial es conseguir la máxima difusión de una noticia real o inventada con el fin de conseguir notoriedad pública está haciendo un enorme daño a la verdad y a la información.
Los ciudadanos están hoy día mucho más indefensos ante la difusión de noticias sin contrastar, ante bulos que se convierten en "virales" y que la desinformación reinante dan por verdaderos. Urge una reflexión por parte de la propia profesión periodística y por el conjunto de la sociedad a la búsqueda de alternativas que combatan la extensión de la Mentira y hagan posible una información veraz y contrastada. Estamos cayendo por una pendiente que impide el espíritu crítico, crea sociedades de borregos desinformados, anima los sentimientos de cólera y venganza y entierra definitivamente la Verdad.
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.