Ésta es la primera presencia en el mundo: Extranjeros, viudas y huérfanos (Exodo y Dt), cojos, mancos, ciegos, con prostitutas, publicanos y leprosos (Jesús), condenados a muerte, locos, prostitutas y huérfanos (G. Jofré,Valencia (principios, principios siglo XV).
Ésta es primera tarea la de Dios en el siglo XXI: ofrecer casa, dignidad, amor y familia a los extranjeros y locos, a los nuevos descartados y sobrantes, aquellos que no cuentan, encarcelados, como sabe Mt 25, como supo G. Jofre (cf. postal anterior).
Éstos son los "inocentes" de Dios, los que en aquel lenguaje (siglo XV) se llamaban los desamparados, que son el retrato de una sociedad vuelta al revés, que es el derecho de Dios. La misma existencia de esos inocentes (en caminos, pateras y calles, en suburbios y cárceles, en hospicios, hospitales y cunetas, o esperando tras la valla) abre una especie de juicio de Dios en el centro nuestra sociedad que derrocha, malgasta y olvida? aplaudiendo como pacífico un contrato de 110.000 millones de dólares en armas para matar (y defenderse de los pobres) entre dos potencias ricas (USA y A. Saudita).
Ésta es la tarea de Dios, la de sus privilegiados: Acoger, acompañar y cuidar los locos, condenados a muerte, mujeres mal-tratas, niños sin futuro? El dinero no es malo para ayudarles, pero no se les ayuda de verdad con dinero, sino con presencia humana, mano a mano, justicia a justicia, palabra a palabra, libertad a libertad, beso a beso.
Éstos son los Inocentes (los del tiempo antiguo y los del nuevo), a quienes la Iglesia del siglo XV (necesitada da de Madre), presenta como hijos privilegiados de la misma Madre de Jesús, interpretando así la palabra de Jn 19,25-27 (Mujer, ahí tienes a tu hijo) y la de Mt 25, 31: Tuve hambre y me disteis de comer, fui extranjero y me hospedasteis?
Sigue la "historia" de estos cuatro privilegiados de Dios inocentes? a quienes Dios ha puesto en nuestras manos, pare que en su nombre (por él) les acojamos y queremos (locos, ajusticiados, mujeres de partido, niños abandonados).
LOCOS
‒ Los locos son inocentes y como tales no pueden hacer daño voluntario. No son endemoniados en el sentido de malditos; no son abandonados de Dios, ni perversos. El P. G. Jofré les ha visto antes que nada como enfermos y oprimidos, necesitados del cuidado de los otros.
‒ Los locos son necesitados en plano laboral y personal, pues no pueden ganar (trabajar) ni pedir de un modo organizado. Eso significa que son los últimos de la sociedad: vienen después de los mismos mendicantes o pobres que están necesitados pero, al menos, saben hablar y pedir, buscando un sustento. Los locos no poseen ni siquiera la palabra para reivindicar sus derechos.
‒ Los locos son necesitados en plano familiar: el texto supone que no tienen hogar, familia que les acoja, casa donde puedan cobijarse, al abrigo de las inclemencias del tiempo (frío) y de de la violencia de los pretendidos sanos.
‒ Los locos están abandonados, tanto en el plano de intimidad personal (amenazados de violación si son mujeres) como en plano de integridad corporal y vital (les amenazan, les hieren o les matan). Pues bien, estos locos indefensos y amenazados son el signo privilegiado de la familia de Dios.
Estos locos no son simplemente inocentes en sentido moral, son simplemente necesitados, como los expulsados sociales, como los emigrantes sin familia, como los niños abandonados. Ellos fueron los mejores amigos de Jesús, ellos eran hace seiscientos años "el centro de la familia de Dios", en la ciudad de Valencia y en toda la cristiandad (más aún, en el mundo entero).
AJUSTICIADOS
Enterrar a los condenados a muerte, a los que se tendía a echar a una fosa común, signo del infierno: Condenarlos en vida a la muerte, condenarlos tras la vida al infierno eternos (sin entierro o enterrados como perros, fuera del camposanto. En ese contexto, en el mismo siglo XV se añadió a las seis obras de misericordia de Mt 25 la de "enterrar a los muertos", despedirles con honor, como "cuerpo de Dios", incluso (especialmente) allí donde han sido condenados a muerte por la dura justicia de este mundo.
‒ En este mismo contexto, María aparece también como Madre de los Ajusticiados (condenados a muerte), es decir, de aquellos que por una razón u otra habían muerto fuera de la "ley" y no recibían sepultura sagrada en el Cementerio. Daba la impresión de que, al ser enterrados fuera del Camposanto, esos muertos quedaban fuera de la protección de Dios, casi destinados al infierno o condena escatológica. Pues bien, de un modo muy hermoso, con gran hondura teológica, los continuadores de la obra del P. G. Jofré, pusieron a los condenados a muerte (desamparados finales, muertos sin sepultura) bajo el patrocinio de la Virgen.
Este es un signo de extraordinaria profundidad teológica y humana: había entonces personas que "abandonaban" y deshonraban a los ajusticiados, echándoles a una fosa común, sin bendición cristiana, sin esperanza. En contra de eso, los cofrades de la Virgen acogen bajo su protección a esos "desamparados" y así ponen la imagen de María (su Icono sagrado y signo protector) sobre el ataúd de los ajusticiados, para iniciar con ellos una procesión salvadora y enterrarlos a lugar sagrado. Es hermoso que la Madre de Jesús haya recibido este título de suprema misericordia: es Madre de los Desamparados, protectora y salvadora de aquellos que han muerto sin familia, es Madre de aquellos a los que la buena sociedad ha condenado y ajusticiado como malhechores o bandidos.
MUJERES DEL PARTIDO
La misma "Virgen" de los locos y los condenados a muerte (¡santos de Dios por ser condenados por los hombres!) toma bajo su protección a las mujeres de "partido" o prostitutas, de tal forma que la Cofradía de la Virgen de los Inocentes (vinculada al Hospital de los Desamparados) les ofrece protección y ayuda. El evangelio presenta a Jesús como "amigo de publicanos y prostitutas" (cf, Mt 21, 31), es decir, de gentes de "mala familia". Pues bien, esta Madre de los Desamparados aparece en Valencia como Virgen evangélica y cristiana por excelencia.
Así viene a presentarse como signo y garantía de ayuda cristiana y social para todos los oprimidos y expulsados. Antes que posibles pecadores, los ajusticiados y las prostitutas, lo mismo que los locos y los maleantes, son hijos de Dios, necesitados de misericordia y protección, son hijos de Dios y víctimas de la injusticia humana, de los mismos que aprovechándose de ellas les condenan.
En esa línea se sitúa la obra clave de Dios en el AT, que es la de ayudar a las viudas, es decir, a todo tipo de mujeres mal-tratadas (objeto de trata de blancas o negras, es decir, de personas). Esas son mujeres a las que se debe ofrecer un cuidado especial. Eso es lo que quiere ofrecerles la Madre de Jesús a través de su cofradía (de la obra de sus cofrades) y de su mismo nombre: ella es Madre de todos los Desamparados.
NIÑOS ABANDONADOS
Finalmente, la Cofradía de la virgen los Inocentes y Desamparados toma bajo su protección a los niños abandonados o sin familia, a los que acoge y cuida el mismo Hospital de los locos. En ese sentido, la devoción mariana tiene que expresarse, conforme a la inspiración y obra del P. G. Jofré, a través de una fuerte fuerte solidaridad social. La Virgen no nos saca de este mundo, para consolarnos y ofrecernos una ayuda en plano puramente interno, sino que nos hace asumir un un fuerte compromiso en favor de los más necesitados, emplazando por los locos y terminando por los niños sin hogar o sin familia.
Resulta difícil encontrar una "galería" más impresionantes de marginados sociales y oprimidos: locos y ajusticiados, prostitutas y niños abandonados. Ellos son los que Valencia pone bajo la protección de la Virgen María, el año 1409 y siguientes, en los momentos quizá más importantes de la historia de la ciudad. Parece que estamos volviendo a los tiempos iniciales del mensaje de Jesús que anuncia su evangelio y ofrece su ayuda redentora a publicanos y pecadores, a enfermos y prostitutas, a posesos (=locos) y a todo tipo de bandidos (incluido el ladrón que está a su lado en el Calvario). Pues bien, aquellos tiempos son nuestros tiempos.
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