El último informe de Amnistía Internacional, recién presentado, sobre los Derechos Humanos en España, vuelve a poner de manifiesto que seguimos haciendo caso omiso de asuntos que nos retrotraen a la época de la dictadura franquista. El actual gobierno impuso la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como Ley Mordaza, con la que, arbitrariamente, se restringe injustificadamente el derecho a la libertad de información, de expresión y de reunión. No es importante que quieran mover los restos del golpista Franco, lo que es trágico es que su alma siga viva en el seno de un partido que dice ser democrático. No debemos olvidar ciertas actuaciones que apestan a pretender silenciar cualquier tipo de protesta. Así, por ejemplo, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido (otro ministro que condecora vírgenes y demás imaginería católica), instaba al Consejo General del Poder Judicial a tomar medidas contra el juez de la Audiencia Nacional, José Ricardo Prada, por expresar su preocupación por las trabas que hay impuestas para investigar casos de tortura en nuestro país. Mientras, la Audiencia Nacional no tiene empacho en dictar 25 sentencias por enaltecimiento del terrorismo contra 28 personas, incluida Cassandra Vera, la bloguera que publicó un chiste sobre Carrero Blanco. Tampoco conviene olvidar que, a ojos de un lego en la materia, mientras se persigue este tipo de humos, las amenazas a líderes y colectivos de izquierdas, por parte de nuestra cavernícola derecha, no tienen la más mínima repercusión judicial.
Quintana, se apellida; Ester, su nombre, perdió un ojo por el impacto de una pelota de goma disparada por los Mossos d'Esquadra, durante una protesta en Barcelona. Cómo la Audiencia Provincial no pudo determinar cuál de los dos acusados realizó el disparo, "salomónicamente", absolvió a los dos encausados. No es un caso aislado: Juan Antonio Martínez González murió por las lesiones producidas al ser inmovilizado por agentes gaditanos. El juez dictaminó que no había pruebas que determinaran que los agentes se habían extralimitado en sus funciones. Vemos que sigue vigente la excusa que, como todos sabemos, los trabajadores vuelan y los disparos se hacen al aire. Ya van siete veces que, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, resuelve que España viola sistemáticamente la prohibición de la tortura y otros malos tratos en personas detenidas e incomunicadas.
¿Un naturalista metido a defensor de los Derechos Humanos? Pues sí, así es la cosa. Al fin y al cabo, y precisamente por mi condición de estudioso de la ecología y la Geografía, todo lo existente sobre la faz de nuestro planeta es de mi incumbencia, independientemente del lugar donde tienen lugar. Incluidos los inmigrantes irregulares, por no hablar de los refugiados y migrantes diversos. Y aquí tenemos otro tirón de orejas de A.I. hacia nuestro país. Se ha continuado expulsando colectivamente, y en caliente, a los inmigrantes que son "atrapados" en Ceuta y Melilla. Es lo que tiene que, seis años después de su entrada en vigor, la Ley de Asilo siga sin ser puesta en funcionamiento. ¿Hablamos de sirios y subsaharianos? España, presionada por la Unión Europea, dentro del programa de reubicación interna, había accedido a recibir a 15.888 asilados pero, de momento, únicamente ha dado el pase a 609 personas.
Uno tras otro, los diferentes asuntos tocados por A.I. ponen de manifiesto nuestro pasotismo respecto a los Derechos Humanos, se trate de atender sanitariamente a los migrantes, y que le ha sido retirada a 748.835 personas, con especial incidencia negativa en las mujeres; y no hace falta ser extranjera para ser ciudadanas de segundo orden, como pone de manifiesto, año tras año, el número de mujeres que son asesinadas por sus parejas, o ex parejas, sin que nadie quiera poner coto a la masacre; del derecho a la vivienda, contemplado en la propia Constitución (la misma que nuestros grandes partidos invocan, cuando les conviene, pero de la que pasan ampliamente); o, de la impunidad que siguen manteniendo las políticas franquistas, defendidas a capa y espada por el Gobierno y los partidos que lo sustentan? mientras esperan las prebendas correspondientes por su silencio.
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