Sostiene Ernesto que, diagnosticados en la entrega anterior los males que aquejan a la socialdemocracia europea, es hora de apuntar el tratamiento que la ponga de nuevo en pie al servicio de los ciudadanos. Para cualquier analista político, y para docenas de millones de europeos, esta formación política es imprescindible para construir la Europa de los pueblos en libertad, democracia y justicia social.
Para la primera medida propuesta Ernesto nos hace llegar un brevísimo relato: "Cuentan que en los ejércitos macedonios de Alejandro Magno había un soldado ateniense llamado Alejandro que flaqueó en la batalla de Issos contra los persas de Darío III. Al terminar las celebraciones por la victoria, Alejandro Magno le llamó a su tienda. El soldado Alejandro iba atemorizado pensando que iban a ejecutarlo por cobarde, pero el mayor conquistador de la Historia le preguntó cómo se llamaba y le dijo: "Alejandro como yo, pues bien o cambias de nombre o cambias de vida". Aseguran que en las siguientes batallas luchó heroicamente y murió en combate."
La segunda medida será poner a disposición del partido todos los cargos públicos políticos y no políticos que ocupen los políticos socialdemócratas, pasando a la simple militancia y retornando a sus antiguos empleos. Se hace imprescindible establecer un máximo de años para ocupar un cargo público (8).
Para terminar, Ernesto defiende que la socialdemocracia europea debe renovar su ideario en el que debería contemplarse:
-Una clara sensibilidad y decidido posicionamiento ante las multinacionales, las entidades bancarias, la pequeña y mediana empresa, la inmigración, la pobreza en las sociedades del bienestar, la ecología, las energías renovables, el envejecimiento de la población europea, la formación permanente, el paro, la alimentación y la contaminación (aérea, fluvial, alimentaria, acústica, etc.).
-La lucha por mantener una Sanidad (sobran asesores y hacen falta profesionales), y una escuela públicas de calidad (ídem), predicando con el ejemplo y utilizando ellos y sus familias los hospitales y centros de enseñanza públicos.
-La lucha por una economía sostenible con amplias coberturas sociales a los más desfavorecidos.
-Un inequívoco talante democrático, transparente y próximo.
-Y, por supuesto, una honradez verificable, ejemplarizante y sin fisuras.
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