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El grupo Lazarillo de Tormes muestra la lucidez de Teresa de Jesús
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iglesia del carmen

El grupo Lazarillo de Tormes muestra la lucidez de Teresa de Jesús

Actualizado 15/05/2017
Redacción

Gran entrada para asistir a la representación número 147 de este original montaje

En una de las escenas más simpáticas y emotivas, por cercana y espontánea de la obra de teatro "Teresa, la jardinera de la luz", oímos estas palabras en boca de una de las hermanas carmelitas. Sólo al final de la actuación, llevada a cabo en tantas ocasiones de la mano de Lazarillo de Tormes, el espectador puede tomar conciencia del auténtico y valioso calado de lo que expresan. Quizá radique aquí una de las claves para que este montaje siga suscitando la atención, y cada vez más la admiración del público que lo va a ver, y que vuelve a repetir en más de una ocasión.

Nos referimos al hecho de que "Teresa, la jardinera de la luz", ha conseguido en sólo una hora, descubrirnos una figura de la lucidez de Teresa de Jesús, con un breve recorrido por su biografía que nos acerca, en su envoltorio dramático, a un ser humano, una mujer, que no dejó ni deja indiferente a nadie que la conoce, y que como dijo otro de nuestros grandes autores, "quiere volver a ella".

Muchas de las personas que asistieron a la representación número 147 de este original montaje, ya habían disfrutado de él, y sin embargo permanecían atentos a los numerosos matices que se van descubriendo, como si de la primera vez se tratase, en un texto, que en cada puesta en escena, parece único y diferente. Así nos lo recuerda siempre, en sus ya numerosas presentaciones de la obra, su productor Javier de Prado. Principal responsable de este trabajo, supo elegir con acierto el escenario adecuado para "Teresa, la jardinera de la luz", y como ya hemos comprobado es uno de sus mayores aliados, pues actuar en los altares de las iglesias, hace que confluyan en la obra tres datos fundamentales en su esencia.

Por un lado, el carácter espiritual y religioso que lleva implícito; por otro, la carga humana que estos espacios sacros atesoran a lo largo de los siglos, y que dan lugar al nudo de complicidad entre espectadores, actores y personajes. Por último no podemos olvidar los orígenes de este evento cultural, el teatro, que tuvo sus comienzos en estos recintos. Un trío de elementos que forman un solo núcleo, el teatro, que siempre ha formado parte de la existencia humana.

Un lugar tan carmelitano, como lo es la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, más conocida por los salmantinos como "el Carmen de arriba", nos da la oportunidad de asistir una vez más, al desfile de las hermanas carmelitas de Teresa de Jesús que entran en el templo al compás de las notas del órgano renacentista del maestro Salinas. Situada esta parroquia en la muy conocida Plaza de Los Bandos de la capital charra, se trasforma de nuevo en la iglesia del convento de las carmelitas de Alba de Tormes, donde pasara sus últimos momentos la madre Teresa.

Hay algo en el nombre de esta plaza salmantina, que nos pone en conexión con la realidad puntual que se vive dentro de la obra de teatro: un enfrentamiento encarnizado entre grupos que debían estar unidos por un mismo interés, y que sin embargo chocan y se destruyen por inútiles ambiciones. De la misma manera que "los bandos", familias salmantinas del XV, se enfrentaron entre ellas, en el siglo XVI, se favoreció, con la Contrarreforma en Europa, cierto clima de inestabilidad y enfrentamiento en el seno de órdenes religiosas. Era un mundo dominado por varones poderosos, que hacían desaparecer de la escena a la mujer en general, y a todo aquel desfavorecido en la sociedad del momento. Por tanto una mujer religiosa no era nadie. Pero llegó Teresa de Jesús, carmelita, con la luz de la verdad.

En el guión de "Teresa, la jardinera de la luz", salido de las profesionales manos de Denis Rafter, el mundo constreñido e injusto en el que vivían las féminas de la época de nuestra admirable monja, se va desmadejando ante nosotros, como todos los nudos que se aprietan en torno a lo que no conviene para la acomodada sociedad. Alcanza a cualquier panorama que de este calibre, tiene lugar a lo largo de toda la historia del hombre, y que por desgracia, todavía llega a nuestros días. Y no resulta cómodo ni oír, ni decir la verdad. Por eso nos sentimos arrebatados ante la escenografía y texto de esta obra, pues lo que se nos presenta "a priori" como un grupo de pobres mujeres, resiste sin temor, ni duda, ante el "púlpito" del poder imperante, que amenaza incluso con la muerte. Es "parresía" en estado puro.

Procedente de la Antigua Grecia, el término "parresía" hace alusión al hecho de expresarse libremente, sin miedo ni pudor, sabiéndose en posesión de una verdad, que hay que poner al servicio de todos, frente a poderes políticos o religiosos. Una actitud valiente, que en muchos casos se acompaña de las disculpas pertinentes ante tal atrevimiento. No sabemos si las hermanas de la madre Teresa son conscientes, bajo sus humildes hábitos de estameña, manchados del polvo del camino, de que, imbuidas del espíritu de su madre, hacen alarde ejemplar de esta actitud. De lo que sí son conscientes es de que deben hablar "con su voz, con su verdad, con el espíritu de su voz". El enviado de la Inquisición les ha pedido que "hablen claro, y con la verdad".

Y es tal la fuerza de sus palabras, que acabará a los pies de la evidencia: una biografía de mujer, llena de autenticidad. Auténticos son los momentos de cotidianeidad que sus hermanas nos relatan; bellas declaraciones de amor al Dios por el que vivía, sus conmovedores poemas; espontáneas quejas llenas de amistad ante un rey de la tierra al que pide ayuda para los suyos. Y continuos esfuerzos para fundar lugares que acogieran a todas las que como ella, habían decidido libremente sobre una vida de entrega a Dios. La verdad siempre es universal. Expresarla libremente, concede esa categoría a quien lo hace. Teresa de Jesús es universal entre los hombres, defendiendo una verdad que la iluminaba desde muy alto.

Tres factores han hecho que la representación de "Teresa, la jardinera de la luz", en este 13 de Mayo, festividad de la virgen de Fátima, sea especial. Por un lado el escenario que la iglesia del "Carmen de arriba" ofrecía, con un altar presidido por la titular, flanqueada por la imagen de santa Teresa y san José, tres puntales para la Orden Descalza de carmelitas, uno de cuyos conventos masculinos estuvo aquí ubicado desde tiempos de Teresa.

Por otro lado, "Parresía", grupo de Iglesia, bien consolidado y familiarizado con lo que el mensaje de la obra supone de valentía y verdad, ha sido en esta ocasión el promotor de que esta función tuviera lugar en este espacio, la jornada de la festividad de Fátima, que como broche final nos recuerda la luz que envuelve ciertos acontecimientos para la vida de muchas personas, que además saben reflejarla. En Portugal, y conmemorando el centenario de las apariciones de la Virgen, que allí se produjeron, se encuentra el Papa Francisco. Gracias a él, quedará en la memoria de la Iglesia, que la nombrara una de sus doctoras, la figura de Teresa de Jesús, pues este año 2017, se inaugura su Año Jubilar. Es de desear que todo ello sea motivo de júbilo para todos, pues como bien se nos recuerda en "Teresa, la jardinera de la luz", aquella admirable mujer, tenía "una alegría contagiosa que no podía disimular".

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