La jardinera ilumina Tenebrón

No sabemos si el camino recorrido por "Teresa, la jardinera de la luz" ha sido duro, o incluso peligroso, pero de lo que no cabe ninguna duda es de que largo sí es. Como la luz que irradia la figura en torno a la cual gira este montaje teatral, el grupo de teatro Lazarillo de Tormes, responsable de este trabajo, formado por actores aficionados como bien sabemos, le ha dotado de una entidad propia que brilla con categoría profesional. Y esto atañe a cualquiera de los aspectos que de esta obra contemplemos.

Después de dos años de representaciones, los lugares recorridos han sido de lo más variopinto. No se puede decir lo mismo de los escenarios que se han constituido en aliados de su éxito. Cualquier altar de cualquier iglesia ha aportado en todas las ocasiones la energía suficiente para albergar tanta luz como la obra nos ofrece. Repetimos una vez más en palabras del productor Javier de Prado, que el acto teatral es un fenómeno que a todos compete, pues no es más que el reflejo de nosotros mismos a través de las historias de otros. Y qué mejor que una iglesia para que se produzca tal intercambio, pues en estos recintos es donde más presencia de vida humana ha tenido lugar a lo largo de los siglos. Lo divino y lo humano se aúnan en un mismo espacio, y de la simbiosis nace lo imperecedero. Y así se nos presenta a Teresa de Jesús, una mujer que lo fue ante todo, para caminar con la verdad de quien fue su auténtico amor, otro hombre, nacido sin embargo de la divinidad, Jesús de Nazaret.

Esta verdad tan simple para la carmelita del XVI, la convirtió en un auténtico torbellino para su época. Y ha sido el punto de partida esencial de "Teresa, la jardinera de la luz", que ha conseguido en un camino de ida y vuelta, expandir la luz que Teresa ha significado a lo largo de la Historia de los hombres, iluminándola con lo que fue su auténtica realidad. Por eso resulta fácil entender en tan sólo una hora de representación, y gracias al intenso guión que Denis Rafter nos ofrece, la existencia de una persona, cuya biografía se nos antojaba más mística que humana. Su huella en la tierra ha quedado porque tuvo que pisar muy fuerte con sus doloridos y cansados pies de mujer.

En la tarde de domingo del 14 de mayo, y para celebrar su "fiesta chica" de san Isidro, Tenebrón abre las puertas de su sencilla y blanca iglesia para recibir a "Teresa, la jardinera de la luz", como regalo a su festividad. La alegría y los bellos parajes que envuelven a este pueblo, tan cercano a la raya portuguesa, desmerecen el siniestro origen del topónimo de esta localidad. Se dice que al hallarse ubicada en una zona que ocupaba un frondoso bosque, la oscuridad del mismo y las posibles alimañas que en él habitaban, le envolvieron en ese halo de tenebrosidad que dio lugar a su nombre. Sin embargo al contemplar la paz y belleza de estos parajes, que brindan a sus habitantes la oportunidad de pasear por sus sendas o vivir de su agricultura y ganadería, se nos olvida lo inadecuado de su nomenclatura. Porque un bosque puede parecer oscuro, pero la vida y riqueza que encierra, brilla en su interior con luz y protagonismo propios. Teresa también fue un bosque lleno de vida que supo acoger dentro de sí toda la maravilla que ésta implica y la proyectó sobre el mundo cerrado y oscuro de hombres poderosos que brillaban con una falsa verdad.

Nuevamente, en lo alto de un púlpito, Un enviado de la Inquisición, quiere proyectar sobre las carmelitas de Teresa, el miedo ante lo intolerable por diferente. Una mujer inteligente, culta y de gran altura espiritual a la vez que humana, y rebelde ante el poder y la injusticia de aquella época, sólo podía aspirar a la luz de la hoguera. Pero siete hábitos de paño de oveja, que portan otras tantas monjas, se mueven por el altar de la iglesia de Tenebrón, para situarnos en la del convento de Alba de Tormes, mientras defienden a su moribunda madre. La semilla sembrada en ellas por "esta madre jardinera" ha crecido con la fuerza de una luz tan fuerte, que se desgrana en sus gestos y palabras a través de los momentos mas significativos de la vida de Teresa. La música renacentista del órgano que toca el maestro Salinas, les acompaña en este recorrido. Y una vez más el público forma parte de un escenario donde nadie permanece indiferente, absorbiendo humanidad, y desprendiendo comprensión.

La fiesta en Tenebrón ha sido luminosa. Los actores del grupo Lazarillo de Tormes, llegan a esta actuación número 148, procedentes de la que realizaran en la víspera en la capital salmantina. No importa el lugar, ni la gente. Ya pueden estar seguros de que su obra es para todos los públicos, porque va más allá de una simple representación teatral. Lleva implícita una verdad universal, que afecta a todos, y que nos acerca a una mujer valiente, que al igual que cada uno de nosotros, tomó una opción de vida y recorrió el camino que se propuso.

Dicen que el pueblo vecino a Tenebrón se llama Diosleguarde, porque esta era la bendición que se daba a los caminantes que tenían que pasar por el bosque aledaño. Teresa de Jesús llevaba con ella también una bendición que la libró de cualquier oscuridad mundana, porque supo demostrar con su vida que, dentro de lo que parece oscuro, puede haber mucha luz, y que no es oro todo lo que reluce. Los habitantes de Tenebrón, celebran también a finales de agosto la fiesta de san Ceferino, cuyo significado procede de Céfiro, brisa que viene del oeste. A estas latitudes de poniente, un nuevo aire ha llegado, cargado de una luz, que con el agua que san Isidro quiera enviar, madurará nuevas semillas.