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Confianza ilimitada en el Amor y Providencia de Dios
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CON EL GRUPO LAZARILLO DE TORMES

Confianza ilimitada en el Amor y Providencia de Dios

Actualizado 07/05/2017
Redacción

La luz de 'Teresa, la jardinera' inunda el colegio de las Misioneras de la Providencia de Salamanca

Este es el carisma en el que viven las Misioneras de la Providencia. Hermosa declaración, a la vez que admirable, por lo que implica de valentía y puerta abierta a la esperanza en un mundo que adolece de tantos valores, y en el que cada vez más la mirada en torno de nuestras individualidades, nos convierten en islas egoístas y ciegas ante una realidad, que construida entre todos, nos da miedo cambiar, por lo ya irreparable, o la parte de responsabilidad que nos toca. Esta Congregación religiosa, que vuelca muchas de sus energías y esfuerzos en el campo docente, da fe de su trabajo y carisma viviendo plenamente su lema: "Vivir de Dios, para dar a los demás".

Hubo alguien, hace cinco siglos, que no podría haber estado mas de acuerdo con estas "hermanas de camino". Aunque perteneciente a otra orden religiosa, que ella misma se encargara de reformar, fue también la confianza sin límites en su amado Señor, Jesús de Nazaret, lo que hizo posible la entrega absoluta de toda su vida al servicio de sus semejantes. Nos referimos a la figura de Teresa de Jesús, monja carmelita del XVI. Si el mundo a pesar de tantos avances en todos los campos, incluido el del crecimiento personal del ser humano en todo lo que compete a lo mejor de su esencia, sigue tan carente de auténticas raíces, tiempos pretéritos no fueron mejores. De ello da fe la admirable biografía de nuestra universal santa.

El colegio de las Misioneras de la Providencia de Salamanca, conocedor del proyecto teatral del grupo Lazarillo de Tormes, "Teresa, la jardinera de la luz", ha querido que este montaje se llevara a cabo en su centro, para deleite de muchas de las personas implicadas en su trabajo educativo: antiguos y actuales alumnos, padres de los mismos, hermanas de la Congregación, o todo aquél que quisiera acercarse a disfrutar de esta puesta en escena, incluso a pesar de haberla visto en alguna otra ocasión. Y es que son tantas las facetas que se aúnan en esta increíble mujer, Teresa de Jesús, que siempre se tiene la sensación de que no se ha profundizado lo suficiente.

Una de las sorpresas que encierra el guión de "Teresa, la jardinera de la luz", es ver cómo en una hora, pone ante nosotros la vida de una persona, que se nos descubre, como una total desconocida, por lo que de su condición humana ignorábamos. La madre Teresa, desde que fuera elevada a los altares, poco después de su muerte, en el primer tercio del XVII, fue alejada para el resto de los mortales de su condición de mujer. Había sido ésta sin embargo, tan plena, que pudo acceder a lo más alto de su naturaleza a través de un amor y confianza incondicional por el Dios hecho hombre, que como ella entregó su vida a todos, sólo por ese amor. Esta idea, centro del carisma de las Misioneras de la Providencia, hace que "Teresa, la jardinera de la luz", fuera contemplada en el salón de actos de su colegio, como una clave certera de acceder a Dios por medio de los dones de cada hombre. Pues estas hermanas, apuestan también, por una educación integral del individuo en todos sus aspectos y valores.

En los de Teresa de Jesús, puso Denis Rafter, guionista de esta obra teatral, a investigar a todo el elenco de actores de Lazarillo de Tormes. Se ha conseguido así, llevar a escena una historia clara, concreta y que recorre lo más significativo de la carmelita, a través de lo más relevante de sus vivencias, anécdotas, pensamientos intelectuales y teológicos, o su más variada literatura. Contemplamos, a una mujer íntegra. Grande como ser humano, amplia y abierta en su intelecto, y elevada en su espíritu y conocimientos teológicos. Todo ello, hizo posible que fuera una maestra excepcional, que buscaba ante todo el sentido común en sus postulantas y novicias, y valoraba las capacidades de todos, en la medida en que se nos han sido donadas. Y sin perder el sentido del humor ante las inclemencias y dificultades de su tiempo.

A pesar de la acertada apuesta de Javier de Prado por el altar de cualquier iglesia como escenario para "Teresa, la jardinera de la luz", por ser estos espacios, receptores y salvaguarda de todas las energías humanas, en esta ocasión, Lazarillo de Tormes, se subió al escenario del salón de actos del colegio de las Misioneras de la Providencia de Salamanca, para ofrecer su actuación 146. Las monjas del centro, facilitaron la tarea de trasladar allí, parte de la esencia de su capilla, porque se reunían mejores condiciones de espacio y acústica para la representación, así como aforo para los espectadores. No obstante, una vez más, cuando aparece el grupo de hermanas carmelitas, con sus ya conocidos hábitos de estameña, sucios y arrugados de un largo viaje, todos los espectadores, se sitúan en el ambiente al que la obra nos traslada: la iglesia del convento de Alba de Tormes, donde una Teresa anciana y enferma, las espera. El atrezo que el grupo de teatro aporta, consigue el resto. Un púlpito y un órgano, que emula al auténtico del maestro Salinas, serían suficiente escenario para envolvernos en el contexto que la obra nos presenta. Si añadimos la música renacentista, que se escucha a lo largo de toda la representación y que sale de las manos de uno de los actores que la interpreta al órgano, el resultado es de un gran acabado.

Los simples, bellos y a la vez espontáneos cuadros escénicos, enmarcan unos diálogos, que van de lo cotidiano y humorístico, a lo más elevado, bello o incluso irónico. Frente a un padre dominico, mensajero de la Inquisición, que de Teresa sospecha, estas mujeres, monjas además, se revelan como claros frutos de la semilla que en ellas plantara su madre, y que las enfrenta sin miedo, a este hombre, reflejo de la cerrada sociedad varonil de aquel tiempo de la que las mujeres son sus más claras víctimas. Pero con Teresa llega la luz de la inteligencia por medio de el amor del mejor de los hombres, Jesús de Nazaret, que le enseñó a ser libre, obediente, sagaz, paciente, humilde, pero ante todo una mujer lógica al mismo tiempo que espiritual. El recorrido que se hace por toda su vida, de forma tan precisa y amena, nos hace avanzar con ella por todos los caminos de su mundo exterior e interior, para verla como la mujer cercana que era.

Cierta emoción se respira en el colegio de Las Misioneras de la Providencia. Allá por el año 1953, un día lleno de luz también, el de la Candelaria, 2 de febrero, un hombre, sacerdote a la sazón, Joaquín Alonso Hernández, fundó este colegio, con la idea de facilitar a niños y jóvenes el camino de sus vidas por medio de una educación basada en toda clase de valores: intelectuales, espirituales, estéticos, en un deseo de acrecentar las cualidades personales de cada uno. Sembró pues una semilla, que ha dado sus frutos con el tiempo. Con la colaboración de un grupo de monjas que creyeron en su proyecto, se pusieron en manos de un Dios en el que plenamente confiaban y de cuya Providencia, todo les llegaba. Estas mujeres, docentes, catequistas, evangelizadoras, siguieron las ideas de un fundador que quiso servir a la sociedad en la medida de sus Posibilidades. Aunque dedicadas en un primer momento al mundo femenino, han ampliado también sus colegios para que se formen niños. Así se crea la sociedad justa, igualitaria, formada por hombres y mujeres, por la que tanto luchó Teresa, una monja que tenía como mejores amigos a todo un Dios, hecho hombre, Jesús de Nazaret; y a todo un rey de la tierra, el de nuestro Imperio español de entonces, Felipe II. Y ¡cómo son las cosas!, al primero le escribía bellísimos poemas de amor, y al segundo, cartas de amistad, llenas de simpatía y quejas. Como nos recuerda esta "jardinera de la luz": "No está la cosa en rezar mucho, sino en estar mucho tiempo a solas con quien sabemos que nos ama". En este 6 de mayo, víspera del día de la madre, como la de Dios es "centro y guía" para las Misioneras de la Providencia, otra "madre" muy particular declara, anticipándose a las anfitrionas de esta tarde: "Confianza y fe viva mantenga el alma, que quien cree y espera, todo lo alcanza".

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