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Elogio de la Feria del Libro
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Por Charo Alonso, escritora

Elogio de la Feria del Libro

Actualizado 06/05/2017
Redacción

Porque es emocionante recorrer este primer día de feria. Porque suena la música de la banda, hace sol, los libros lucen sus portadas de color y de flor, porque hasta las autoridades están recién planchadas para la foto y la foto son niños y gentes con l

Al elefante le sientan bien las casetas, que no las gacetas. A sus pies, o a su trompa se sientan los niños leyendo libros al son de la Banda Municipal mientas el sol ilumina los títulos y la gente va y viene con sus bolsas de libros, bajo esa lluvia de letras y de flores del cartel de María Simavilla. Lluvia para los campos, lluvia para hacer florecer aquello que siempre se engrandece en el ágora de piedra de nuestro día a día. Porque la Plaza Mayor, la plaza de todos es de los libros en mayo y no hay sitio mejor para desplegar la alfombra de palabras, de teatro, de niños, de mayores, de sonidos, de músicas, de versos y de dibujos. Porque el elefante de Barceló con su cuesco horario, su sorpresa bocabajo de no elefante quevedesco bocarriba con tanto libro se siente acompañado. No es verdad, como dicen, que la obra se vea mal en este entorno, mentira, es el libro el que ilustra al elefante y le acompaña entre rumor de páginas y de firmas, de sonrisas y de alguna lágrima como las que podemos derramar cuando escuchamos un discurso que nos emociona.

Porque es emocionante recorrer este primer día de feria. Porque suena la música de la banda, hace sol, los libros lucen sus portadas de color y de flor, porque hasta las autoridades están recién planchadas para la foto y la foto son niños y gentes con libros alrededor de un elefante trompa abajo que sirve de asiento, de atracción y de sorpresa cuando el reloj del ayuntamiento da la hora en punto. Es el pedo ilustrado. Porque se pongan como se pongan, a la obra de arte le viene muy bien la caseta de libros y la feria de títulos y firmas, sonrisas y sabiduría.

Aún sabiendo lo reticentes que son al halago, hay que alabar al equipo de Francisco Alonso Bringas e Isabel Sánchez. Una de las pocas Ferias del Libro organizadas por bibliotecarios de a pie es la nuestra, la de todos los años que lleva nada menos que treinta y siete llenando la Plaza de autores, los de fuera y los propios, de ilustradores, de editores, de librerías y libreros, lectores y escritores, niños y músicos en una semana larga de alegría. Nadie nos la puede quitar, nadie nos la puede criticar, nadie nos la puede mover más allá, le pertenece a la plaza y sea cual sea su estructura más o menos funcional ¿A quién le importa si se llena de color y de calor humano? De ahí el elogio a la Biblioteca Municipal, de ahí el elogio al Concejal de Cultura Julio López Revuelta, de ahí el aplauso y el ruido feliz del cuesco cultural de un Barceló culto y divertido que seguro que se siente feliz de rodearse de libros, Salamanca ciudad del Libro, Salamanca ciudad de Cultura y Saberes? Y de saberes, y muchos, sabe el salmantino que abre la Feria, este José Antonio Sayagués, cómico y a mucha honra que ha escrito un libro hermoso de memorias y remembranzas de una ciudad que disfrutó de los más de cuarenta montajes teatrales de su grupo "Garufa". Nuestro Sayagués, aún devenido en actor de televisión, de carácter y de éxito, es un salmantino de a pie que recorre la plaza querido e interpelado para llegar a la carpa y allí, sosegarse del ruido y hablar del libro.

Porque el libro se comparte en la carpa bajo el cuidado de Paco Bringas y la palabra de Emilio de Miguel, quien recuerda que solo el que enseña aprende y que es de buen profesor ser el intermediario entre el libro y ese público que rememora la creación del Aula Juan dell Enzina por parte de Martín Recuerda, la Salamanca de los teatreros que vieron derruir el Bretón, ahí donde se ubicó el primer Corral de Comedias de Salamanca. Sayagués es tan nuestro como aquella infancia en Pizarrales con el abuelo que le enseñó a ser constante en la pelea "Nunca odié y de todo aprendí", dice el actor devenido escritor al que glosa Emilio de Miguel, convencido de la necesidad de memorias que nos recuerden lo que fuimos. Y eso que fuimos y fuimos todos era testigos de una Salamanca de cambio que hacía teatro con el apoyo de la Diputación, de la buena voluntad y del deseo de aprender. Un aprendizaje, el de José Antonio Sayagués que ahora cristaliza en un personaje de éxito y un hermoso colofón a la carrera de un hombre que nos regala su sabiduría en palabras tan hermosas como estas: Lo que importa de la vida son las personas que te encuentras en el camino. Para mí es un honor estar hoy en mi casa con este libro escrito desde la verdad. Yo le digo a mi hijo, mi hijo que vive en Salamanca, que hay que ser constante, que necesitamos ser constantes en este mundo donde falta humanidad y se desdeñan las humanidades. Pleno de humanidad, de cultura, de agradecimiento y de emoción, Sayagués es un excelente ejemplo para abrir esta Feria de amor al libro, a la sabiduría, al encuentro, a la Salamanca de cada día que aprende con cada paso la historia de sus trabajos y sus días. Por eso, bueno es incidir en el halago, bueno es afirmar la importancia de esta Feria llena de sol y de alegría, de flores, de libros, de versos, de nombres, de firmas, de charra sonrisa como la de Macu Vicente entregando su libro de trajes de la tierra con los pies bien puestos sobre ella, sobre esta plaza de encuentros, sobre esta plaza de todos, sobre esta Plaza Mayor donde habita un elefante bocarriba que se siente feliz, a pesar de lo que digan, rodeado de casetas, de niños que leen, de gentes que esperan una firma, de autores que regalan una foto y una rúbrica feliz en esa página de toda nuestra vida.

Charo Alonso

Fotografía: Carmen Borrego

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