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El grupo de teatro Lazarillo de Tormes lleva la vida de Santa Teresa a Ávila
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El grupo de teatro Lazarillo de Tormes lleva la vida de Santa Teresa a Ávila

Actualizado 30/04/2017
Redacción

Suman ya 144 representaciones de esta singular obra con texto del irlandés Denis Rafter, que se escenificó en la iglesia de Santiago

Es ya la cuarta ocasión en que "Teresa, la jardinera de la luz" se presenta en la ciudad abulense, como son también 144 las representaciones que de esta singular obra ha llevado a cabo el grupo teatral salmantino Lazarillo de Tormes. Sabemos de su condición de aficionados, pero ya es indudable la profesionalidad con la que este elenco de actores pone en escena este montaje, que lleva recorriendo esos caminos, emulando a la mujer que es centro vertebrador del mismo, a lo largo de estos dos últimos años. Nos referimos a la magistral figura de Teresa de Jesús, monja carmelita del XVI. Así se nos recuerda de forma continuada a lo largo de toda la obra.

Sin embargo no sería necesario, ya que la puesta en escena consigue, desde el primer instante, que nos sintamos trasladados a otra época, en la que nos sumergimos, y de la que vamos extrayendo datos suficientes que nos colocan en el contexto personal, histórico, social, político y religioso de nuestra protagonista. Lo realmente excepcional es el hecho de que el público pueda acceder de forma natural y sencilla a tal compendio de datos, que les acerca a este gran personaje de nuestra Historia, que a través de la suya personal, nos da idea de la gran dimensión que como mujer tuvo, y con la que pudo lograr los objetivos que en su vida se marcara.

Con todo lo que de Teresa de Jesús se ha dicho, investigado, escrito y difundido, parecería imposible acercarnos a ella de forma breve y sucinta en un corto recorrido por su biografía, abarcando todos los innumerables aspectos que la adornan. Sin embargo gracias al indiscutible talento del guionista de "Teresa, la jardinera de la luz", el muy reconocido y aplaudido hombre de teatro irlandés Denis Rafter, esto ha sido posible. De forma ilusionista e ilusionante, como magia es poder extraer de una chistera muchos y variados objetos, "la pluma mágica" de Rafter ha trasladado al mundo del teatro una condensación de efectos de este fenómeno, para concentrar como si de una chistera se tratara, en el espacio temporal de una hora, toda una larga e intensa vida, en un recorrido existencial que nos acerca a esta mujer de forma inmediata y viva.

De cuna abulense, aunque todavía no esté claro si su nacimiento se produjo en Ávila o en el pueblecito de su familia, Gotarrendura, sito "a cinco leguas" de la capital, como se pone de manifiesto en "Teresa, la jardinera de la luz", es siempre un honor para el grupo Lazarillo de Tormes poner en escena esta magnífica historia de mujer, para las gentes de la tierra que la viera nacer. Una corriente de complicidad se crea también, dado que los artífices de la obra provienen de tierras en las que Teresa pasara sus últimos días en este mundo de peregrinaje hacia la morada que ella tanto anhelaba. Sabemos que murió en el pueblo salmantino de Alba de Tormes, durante uno de sus múltiples viajes por esos caminos, fundando nuevos conventos de su nueva y reformada orden, o visitando los ya creados. Mujer de un solo hombre, llamado Jesús de Nazaret, por cuyo amor diera todo lo mejor de sus dones, toda esta fuerza la tradujo en su entrega a los demás, en particular los más ignorados en su época, en especial las mujeres de aquel tiempo. Era un mundo que giraba en torno al varón, y en el que hombres, sobre todo ricos e influyentes, conformaban el tipo de sociedad a la que el resto de componentes estaba abocado.

Así pues, en la maravillosa iglesia de Santiago, situada en los extrarradios de la amurallada Ávila, donde una Teresa niña diera sus primeros pasos, se nos recuerda toda su singladura vital desde estos comienzos en su camino de peregrinaje por este mundo. Leyenda era que Santiago Apóstol, patrón de España mataba moros en defensa de la Cristiandad. Pero Teresa de Jesús siendo muy pequeña, y en compañía de su hermano Rodrigo, decidió ser mártir en manos de estos "paganos" en pos de alcanzar cuanto antes la Eternidad. Este hecho, más que hablar de una vocación espiritual elevada, nos perfila un carácter, que desde la infancia, apuntaba a una gran determinación e inteligencia naturales. Fue una mujer débil en cuerpo, pero de una fortaleza interior tal, que le permitió superar todo aquello que obstaculizaba el camino que sus pies querían hacer. Nada más oportuno, por tanto, que contar su historia desde el altar mayor de la iglesia dedicada a Santiago, patrón de peregrinos por estas nuestras tierras de España que tanto pisó la carmelita.

Un precioso altar, presidido por un retablo de estilo barroco, el de la parroquia de Santiago de Ávila, con distintos cuerpos en distintos estilos clásicos, acoge a las siete hermanas carmelitas, que consiguen trasladarnos a la iglesia del convento de Alba de Tormes, a la que llegan agotadas, tras largas jornadas a pie o en carreta, deseosas de visitar a su vieja y cansada madre. La puerta por la que acceden al interior, es de su época renacentista. Y a pesar de que el resto de la estructura del templo nos habla de tiempos pretéritos, por sus orígenes románico y gótico, nuestras miradas sólo están fijas en unos hábitos de paño de estameña, que conseguimos ver polvorientos del viaje, y unas mujeres que los portan con dignidad, sorprendidas ante el oscuro recibimiento que sufren, pues un padre dominico enviado de la Inquisición, las interpela bruscamente en lo alto de un púlpito.

A partir de este momento, los espectadores se convierten en peregrinos por las distintas etapas de la vida de una Teresa que en boca de sus hermanas que la defienden con valentía y tesón, se nos acerca de forma humana y accesible, como una persona más que ha sabido luchar en pos de sus principios.

Dicen que en el altar de esta iglesia abulense, donde tenía su sede la importante Orden de Santiago, eran nombrados caballeros los nuevos componentes de la misma. Ante la representación de "Teresa, la jardinera de la luz", asistimos embelesados a una batalla que es librada por simples mujeres, vestidas de hábito que saben defender con honor la extraordinaria vida de aquella que ha sabido transmitirles con su ejemplo y palabras todo aquello en lo que creía y que las ha hecho libres para pelear por su independencia en un mundo de hombres.

Éstos, con su comportamiento manipulador y dominante, se alejan mucho de la imagen que de un caballero se puede tener. Son las formas y ambiciones de los hombres los que crean unos patrones de actuación totalmente injustos para el resto de sus congéneres. Las creencias y armas que esgrimiera Teresa de Jesús eran de otra índole.

Santiago peregrino, se hubiera sentido orgulloso de tener a esta mujer entre sus caballeros. Las vidas de muchos de ellos se ofrecieron en ese altar mientras juraban la promesa del nombramiento. Estas energías humanas quedan impresas en los muros de las iglesias que las conservan de manera secular. Javier de Prado, productor de "Teresa, la jardinera de la luz", quiso que la obra tuviera por escenario tan inédito espacio, que no sólo es un marco apropiado por su profunda religiosidad, sino también por el nudo de humanidad que se crea entre actores-personajes, y espectadores-vida real.

Es en definitiva un juego de luces y sombras, de alma y cuerpo, como dejan constancia en la obra, los hechos de una Teresa adelantada a su tiempo, de una intelectualidad y religiosidad privilegiadas y un manejo de la escritura y la seducción asombrosas que nos dejaron huella profunda, no sólo en sus textos, sino también en la revolución que supuso su vida y convicciones.

Sobre las escenas que en el retablo del altar mayor aparecen, relacionadas con la vida y muerte del Apóstol peregrino, otros cuadros escénicos nos hablan verbal y estéticamente sobre "la santa andariega". Y en torno a ellos, los vecinos del barrio de san Nicolás, donde se ubica esta parroquia, asisten en respetuoso silencio al descubrimiento de facetas desconocidas de "su universal monja".

Como la torre octogonal de esta iglesia, única en toda la ciudad de Ávila, la vida única de esta particular mujer se asemeja en esta puesta en escena a esa torre conformada por siete hermanas carmelitas y un padre dominico, ocho lados que con sus diálogos dan forma al baluarte alto, firme y fuerte que es Teresa. Sobre esta torre, un campanario abierto, es para ella, con sus sonoras campanas, lo que la música renacentista que sale del órgano del maestro Salinas es para este luminoso e incomparable montaje. La tarde del 29 de abril, Ávila aplaude de nuevo a su santa, que recibió el nombramiento de doctora de la Iglesia el mismo día que lo hiciera la dominica Catalina de Siena, cuya festividad se celebra precisamente en este día de primavera.

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