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Un festival disfrazado de luces
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BENEFICA A FAVOR DE PYFANO

Un festival disfrazado de luces

Actualizado 15/04/2017
Paco Cañamero

ALBA DE TORMES | Javier Castaño y Paco Ureña abrieron la Puerta Grande de la Plaza de Toros Ducal

La corrida de Alba de Tormes celebrada en la preciosa Ducal (la más moza de las plazas charras) de programado de manera cabal y medida debió ser anunciada como un festival taurino. Y además con una bonita y solidaria causa por medio, la promovida por Pyfano en su lucha contra el cáncer infantil. El toreo siempre apoyó las necesidades sociales programando decenas de festivales que paliaron infinidad de urgencias. Y allá donde se le necesitó siempre estuvo. Sin embargo ahora estos festivales, que tradicionalmente gozaban de tanta solera, les han cambiado su particular decorado y desde que la Fiesta, en su rumbo perdido, ha olvidado que es sentimiento para abrazarse a los números, provocando que los trajes camperos queden arrinconados para descolgar el chispeante de luces y programar corridas que sumen. Que es la luz que busca el toreo hoy. Sumar y sumar, cuando el toreo son letras, nunca números.

En Alba eran de festival varias de las reses lidiadas en la limpia de cercados que suele hacerse en estos festejos, aunque una corrida es bastante más serio y hay que medir cosas que no se midieron. Por ejemplo el primer toro jamás debió salir en un acontecimiento anunciado como corrida de toros; el 'saltillo' playero y cornicorto, además tenía un pitón mogón y se aprovechó para ponerle el otro a la altura y salir a las arenas una birria que debía ser destinado al entrenamiento a puerta cerrada de un torero, independientemente de que después sirviera para que Javier Castaño brillase frente a él y mostrase su buen nivel. Aunque de verdad, el torero de Topas, donde más alumbró fue en su segundo, un toro bien hecho de Domingo Hernández al que lanceó de manera sensacional con el capote. Fueron verónicas a compás abierto, con el mentón hundido y templando cada lance con una infinita clase hasta paladear cada momento con un olé; ese toro derribó al picador que quedó a merced ?con las piernas atrapadas en la cabalgadura- y al hacer por el 'descabalgado' llegó un quite providencial de Jarocho que libró del seguro percance al varilarguero. Fue un quite que merece un recuerdo. Después y ya calmado todo, Javier Castaño inició una faena rotunda gracias a un inicio torerísimo doblándose por abajo con solemnidad para poderle al toro en auténticos carteles. Fue en anticipo antes de ofrecer después su mejor versión con su interpretación templada y el añadido de tener cada vez con mayor poso.

El segundo toro, precioso berrendo de Paco Galache, de esa línea de Vega Villar que tanta gloria llevo a esa casa, tuvo poca apariencia. Tampoco acabó de romper en la pañosa de Paco Ureña ?tras brindarlo al maestro S. M. 'El Viti'- y se desquitó en su segundo. En el quinto de lidia ordinaria, con bonitas hechuras y clase, frente al que realizó una faena marcada por su pureza, muy medida, haciendo las cosas a un toro que embestía humillado a sus engaños para propiciar series con aroma y calidad. Mató bien y para él fueron dos orejas, a la par que se dio al toro una vuelta al ruedo que nadie pidió poniendo un borrón negro.

Juan del Álamo se fue con una oreja y la rabia íntima de ver salir a sus compañeros en hombros. La verdad que para él fueron las dos reses menos potables. Bonita lámina presentó el de Toros de Orive al que recibió rodilla e tierra y arrebatado; sin embargo se paró pronto en la faena de muleta, no dejando a Del Álamo más que demostrar sus ganas y valor. Lo mismo que en el sexto, que salió sin codició y pareció alegrarse en la suerte de varas tras una gran puyazo de Óscar Bernal, pero fue una nube, porque de nuevo se apagó y no acabó de romper, embistiendo a base de mucho porfiar y con trompicones, levantado al final del muletazo peligrosamente la cara. El espada, en su búsqueda de triunfo, alargó demasiado el trasteo sin encontrar el eco que él esperaba. Aunque al final el público lo premió con una oreja tras un pinchazo hondo.

Y acabado el festejo sacaron en hombros a Castaño y a Ureña, todos contentos, aunque la sensación general era que ese festejo realmente fue un festival disfrazado de luces por la modorra que han cogido los taurinos con sumar.

FICHA DE LA CORRIDA

Se lidiaron toros por este orden de: Miguel Zaballos, feo de hechuras y sin acabar de romper; Francisco Galache, de escasa presencia y desclasado; Toros de Orive, muy parado; Domingo Hernández, con cuajo y calidad; Rivera de Campo Cerrado, con presencia y enrazado ?fue premiado con la vuelta-. Castillejo de Huebra, desrazado.

Javier Castaño: Oreja y oreja.

Paco Ureña: Ovación y dos orejas.

Juan del Álamo: Ovación y oreja.

Ambiente: Tres cuarto de entrada en tarde muy agradable. La corrida fue benéfica contra el cáncer infantil. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio por Adrián, el niño valenciano que quería ser torero y murió de cáncer la pasada semana.

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