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Volver a las huellas de Jesús, por monseñor Carlos López
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OBISPO DE SALAMANCA

Volver a las huellas de Jesús, por monseñor Carlos López

Actualizado 10/04/2017
Higinio Mirón

"La serena meditación de estas huellas de Jesús es buen pórtico de entrada y guía luminosa para una celebración de la Semana Santa"

A todos los miembros de la comunidad diocesana de Salamanca os hago llegar, a través de "Comunidad", una cordial invitación a vivir la Semana Santa como ocasión privilegiada para perseverar con decisión en el proceso de renovación espiritual, pastoral e institucional al que la Asamblea Diocesana nos ha llamado.

Como recordáis, la Asamblea Diocesana fue convocada el día 8 de septiembre de 2014, fiesta de la Virgen de la Vega, en la Catedral Nueva, y clausurada en el Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia, el día 8 de octubre de 2016. Allí fueron presentadas a toda la Iglesia diocesana las conclusiones finales de la Asamblea, aprobadas y publicadas por el Obispo diocesano como "Orientaciones de la Asamblea Diocesana. Directorio Pastoral de la Diócesis de Salamanca".

La mirada de la Asamblea a nuestra Diócesis ha descubierto en ella una gran riqueza de dones y carismas espirituales y apostólicos en los sacerdotes, en los fieles laicos y en los miembros de los institutos de vida consagrada. Y la misma mirada limpia y sincera nos hace reconocer también sombras y deficiencias, debilidad en la fe y en la vida cristiana e insuficiente impulso apostólico. Por ello, todas las instituciones integradas en la Diócesis y cada uno de sus miembros hemos sido llamados por la Asamblea a una renovada conversión espiritual y apostólica, y a cumplir mejor nuestra misión de dar testimonio de la alegría del Evangelio.

El fundamento de esta renovación espiritual y apostólica ha sido puesto por la Asamblea en un nuevo "enamoramiento espiritual". Es tiempo de "enamorarnos de nuevo del Señor", de un encuentro con el amor salvador de Jesús que nos transforme y nos haga capaces de vivir y testimoniar con alegría el Evangelio. Así podremos ofrecer a las nuevas generaciones de niños y jóvenes una espiritualidad fresca, viva, personal, eclesial, comprometida y renovada.

Las Orientaciones de la Asamblea nos proponen, como pórtico de confesión y aclamación de fe, un bellísimo programa de "Volver a las huellas de Jesús", que os presento y os animo a meditar.

Se nos llama a mirar a Jesús y renovar con gozo la decisión de seguir las "huellas de su amor" al Padre y a los hermanos. Es la hora de volver a "las huellas de Jesús" que contemplamos a la luz de la Pascua y guiados por el Espíritu Santo:

? Jesús está vuelto al amor del Padre. ¡Cómo no recordar las "huellas de su obediencia" ¡Vuelto al Padre, es "uno con el Padre" (Cf. Jn 17, 21), viviendo en actitud filial, "Abbá" (Mc 14,36), y en entera obediencia "realizando su voluntad" (Jn 4, 34).

? Jesús, vuelto a los hermanos, nos entrega el amor del Padre en las "huellas de su encarnación". Y "la Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros" (Jn 1,14), en la humildad y pobreza de un "pesebre" (Lc 2,7.12.16). Durante su estancia en Nazaret, "en vida oculta", creció en un hogar de sencillos trabajadores (Cf. Lc 2,51-52). Ofreciéndose al Padre y a los hermanos, "se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo,? hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz " (Cf. Fil 2,6-11).

? Arrastrado y conducido por "la fuerza del Espíritu Santo" (Lc 4,14) comienza Jesús el anuncio del "Evangelio del Reino" (Mt 4,23), "buena noticia para los pobres? y Año de Gracia del Señor" (Cf. Lc 4,18-19). Son las "huellas de su anuncio del Evangelio", que nos invita a compartir dándonos su "autoridad" (Mt 10,1) y enviándonos a compartir su misma misión (Cf. Mt 10,1-42) con audacia, valentía y humildad.

? Conmovido en su corazón, lleno de ternura, (Cf Mt 9,36) Jesús se acerca a los pecadores, se sienta a comer con ellos (Cf. Mc 2,15-17) y recorre Galilea "curando toda enfermedad y dolencia" (Mt 9,35). Son las "huellas de su misericordia". Amor misericordioso que se vuelca con todos, preferentemente con los más pobres, los enfermos, para curar sus heridas, para comenzar en ellos el Reino de Dios y anticipar en sus vidas al hombre nuevo, la humanidad nueva y la creación nueva, liberada del pecado, e inaugurada con su Pascua.

? Los evangelios nos presentan a Jesús orante. Son las "huellas de su oración". Así, ora al recibir la misión del Padre (Cf. Lc 3, 21-22); al bendecir los panes de la multiplicación (Cf. Mt 14,19); cuando cura al sordo y al mudo (Cf. Mc 7, 34); enseña a orar a sus discípulos y les regala su misma oración, el Padrenuestro (Cf. Mt 6,9-15); ora al amanecer, al atardecer y en la noche (Cf. Mc 1, 35; Mt 14, 23. 25; Mc 6, 46). Y también ora en la última Cena (Cf. Jn 17); en Getsemaní, rostro a tierra (Cf. Mc 14, 32-36); en la Cruz (Cf. Lc 23, 34; Mt 27, 46; Mc 15, 34). Y resucitado vive para siempre e intercede por nosotros al Padre (Cf. Hb 7, 25).

? Jesús, "en la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13,1). Y, tomando pan, "lo partió y se lo dio, diciendo: esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros?" (Lc 22,19); y, tomando la copa, les dijo "este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre" (Lc 22,20). En la Cena del Señor está el memorial de las "huellas de su entrega por nosotros".

? En la muerte de Jesús en la Cruz vemos el exceso del Amor del Padre que nos entrega a su Hijo (Cf. Jn 3,16). Son "las huellas de su Cruz". El mismo se entrega como "pastor que da la vida por sus ovejas" (Cf Jn 10,11.15.18). Y en la Cruz del Señor, el Padre "reconcilia al mundo consigo" (2Cor 5, 19), apareciendo así, en la debilidad, la fuerza y sabiduría de Dios Padre (Cf. 1Cor 1,17-25).

? El Padre, con la fuerza del Espíritu Santo, levantó a su Hijo del sepulcro, "resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo" (Ef 1,20). Son "las huellas de su Pascua". Y Él se apareció a sus discípulos, "sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo" (Cf. Jn 20,22), uniéndolos en comunión y enviándolos a su misma misión (Cf. Jn 20,21), prometiéndoles su presencia "todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,19).

? Y esperamos la vuelta de Jesús, para que "enjugue las lágrimas de todos los ojos" (Ap 7, 17), y "entregue el Reino al Padre, después de haber destruido todo principado, dominación y potestad" (1Cor 15,24), culminando así la obra salvífica del Padre "que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2,4). Son "las huellas de su Venida Gloriosa". Mientras le esperamos gritamos por su vuelta: "Maraná tha. Ven, Señor, Jesús" (Cf. 1Cor 16,22; Ap 22.20).

La serena meditación de estas huellas de Jesús es buen pórtico de entrada y guía luminosa para una celebración de la Semana Santa, que nos haga partícipes del gozo de su Pascua y testigos de su Resurrección en el mundo hasta que él vuelva.

Con gratitud y afecto fraternal.

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