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Por la libertad de expresión
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Por la libertad de expresión

Actualizado 03/04/2017
Lorenzo M. Bujosa Vadell

Siempre he pensado que los tópicos son admisibles, en la medida que sean válidos en su contenido. Por eso no tengo reparo alguno en repetir lo que estos días se ha visto en tantos comentarios y foros. Me refiero a la consabida afirmación de Voltaire por la que proclama: "Je ne suis pas d'accord avec ce que vous dites, mais je me battrai jusqu'à la mort pour que vous ayez le droit de le dire". O lo que viene a ser lo mismo, para aquellos a los que el francés les venga cuesta arriba: "No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero lucharé hasta la muerte para que tenga derecho a decirlo".

Consabida afirmación, pero no menos vigente, ni menos necesaria. A veces da la impresión en este país, y también en algunos otros, de que no hemos pasado ni del siglo XVII, y que eso a lo que llamamos "Ilustración" más que con la apertura de las mentes tiene que ver con la acción de abrillantar el calzado. El Concilio de Trento para algunos debe sonar demasiado moderno.

El hecho es que, según parece, algún grupo de miembros de las fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado, apoyados desde luego por algunos sectores principales de la Fiscalía, se dedican desde hace algún tiempo a rebuscar en los entresijos de la red a ver qué burradas dejó escritas quien fuera hace algunos años, y por si no hubieran tenido publicidad suficiente -lo habitual es que la hubieran tenido escasa-, hallan el medio de que aparezcan ahora en primera página de la mayoría de los medios de comunicación, al tiempo que les orquestan en un momento un auto de fe de tomo y lomo, ahora más conocido por el esquivo nombre de "proceso penal".

Ya sería grave problema si la cosa se quedara ahí, pero es que, por si eso fuera poco, demasiadas veces la cuestión encuentra a algunos jueces de instrucción en su hora tonta -que a la vista está que la deben tener-, pues atribuyen al susodicho incauto una acción criminal y malévola, confundiendo el humor negro y el mal gusto con las témporas. Y si los astros están desalineados, como suele suceder, hasta una dignísima Sala encargada de juzgar y condenar a terroristas y a genocidas, le mete una privación de libertad al presunto humorista y una inhabilitación de propina.

En estos delicados tiempos para la libertad, puedo reconocer el impecable respeto de este periódico por lo que uno escribe. Bien es cierto que siempre procuro ser respetuoso, aunque trato cada semana de decir verdades. Por eso añado hoy que dudo ocurra lo mismo en todos los medios. Es más, doy por sentado que funcionan las consignas, las censuras y los pensamientos únicos, y cuando no es así, ahí tenemos a unos pocos -eso espero, que sean pocos- salvadores de la patria dejando sin contenido de una tacada a varios derechos fundamentales: por lo menos la libertad de expresión y la presunción de inocencia.

Mi primera intención fue dejar en blanco esta página en señal visible de mi disconformidad con este proceder antidemocrático, sobre todo desde las instituciones públicas. Pero luego pensé que es mucho mejor destacar negro sobre blanco algo que no tiene nada de original, pero sí de imprescindible: Me parece esencial recordar que entre los dichos y los hechos que nos gustan y se ajustan a nuestra opinión y el ámbito perseguible de acciones y omisiones penales, hay un amplio y variado ámbito de actividades que no tienen por qué agradarnos, incluso nos pueden parecer nefastas, pero que no interesan nada al Derecho penal, y en cambio deberían considerarse fundamentales para el Derecho constitucional. Dicho de otra manera: frente a la exacerbación del Derecho penal, que a veces parece que lo va a resolver todo, no hay que olvidar lo que costó llegar a que no quemaran en la hoguera a quien pensara distinto.

Y a esos salvadores de la patria a los que aludía antes, tan atentos a los pliegues del espacio digital, con una furia más digna de otras causas, habrá que hacerles ver, como les dijeron la mismísima Irene Villa, víctima del terrorismo, o Lucía Carrero Blanco, nieta de un asesinado por ETA, que muchas gracias, pero que de eso no necesitamos ser salvados.

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