El golpe en la mesa de Rocío Romero  

Muchos son los llamados en el torero, pocos los elegidos. Rocío Romero brilló esta tarde porque es consciente de que está en el segundo bloque, elegida por la disposición, por el temple y por lo que se le intuye. Estuvo entre los seis finalistas y destacó entre todos ellos. Firmó la cordobesa los mejores pasajes al natural de la tarde, encajada, gastándose. Tuvo clase ésta de Caridad Cobaleda, aunque le faltó fuerza, pero supo medir y administrarle los tiempos, le dio distancia, la templó, selló remates muy toreros y se proclamó triunfadora indiscutible del certamen.

Hasta ese momento, ya había otro nombre propio en el coso ledesmino, Valentín Hoyos. Firme estuvo también el salmantino, muy encajado siempre y mucha verdad en el trazo. La personalidad que va adquiriendo hace que se coloque entre los esperados.

En torero el extremeño Ismael Jiménez que tiene un gusto innato, tiene oficio y sabe templar. No brilló ante la falta de raza del animal. Lo demás, la ambición de un Manuel Martín que sabe lo que busca, la disposición de Leo Passareira y las ganas de Héctor Gutiérrez que le faltó lucimiento. Una tarde con un nombre propio, y es que quiso Rocío Romero dar un golpe en la mesa porque tiene eso que se busca. No lo va a tener fácil, pero condiciones le sobran.