22/marzo/miércoles
Desde la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York el mundo ya no fue el mismo. El terrorismo yihadista, con Bin Laden a la cabeza, se convirtió aquel 11 de septiembre de 2011 en una hidra de mil cabezas distribuidas por todo el planeta. Aquí y allá los criminales del yihadismo convirtieron pueblos y ciudades, campos y ríos, desiertos y vergeles en un frente móvil de batalla. Guerras "clásicas y oficiales", como la de Siria, u otras nada convencionales, como los atentados indiscriminados, se fueron extendiendo por el mundo. España fue uno de los primeros lugares. Casi doscientos muertos y mil ochocientos heridos el 11-M de 2004. Al mismo tiempo que la "primavera árabe" se extendía con incertidumbre y a ciegas, los islamistas criminales siguieron atacando en Oriente, en Africa y, muy especialmente, en Europa. Gran Bretaña, Francia, Bélgica, y Alemania han sido los últimos objetivos terroristas. Todo con el fin de destartar esta paz a medias. Al modo de como sucede en las guerras: que se quiebran los sistemas y las estructuras y todo se vuelve patas arriba. Por eso son muchos los estrategas geopolíticos que dicen que estamos de hecho sufriendo la Tercera Guerra Mundial. No les falta razón a estos teóricos. Las influencias económico-políticas- financieras se desplazan al Pacífico, Europa pierde fuelle y Trump ejerce de bombero pirómano. En ese contexto nacen líderes nuevos que incluso retoman sin que se les caiga la cara de vergüenza a métodos fascistas y nazis, como Le Pen en Francia o Wilders en Holanda. Y lo hacen desde el sistema democrático, que es medio bobo por no poner coto a su propia autodestrucción. Donald Trump rompe sin contemplaciones todos los esquemas: no a los inmigrantes, muro con México, y desprecio a casi todo ( America first). De esta firma contribuye a que todo empeore. Nunca me imaginé que Hitler pudiera resucitar. Claro, por eso no es seguro si murió o no. El caso es que a aquel psicópata lo están elevado a los altares de nuevo vía democrática, la que en su día utilizó el propio Hitler. Y resultado ya lo conocemos: millones de muertos e infinidad de calamidades asolaron el mundo, sobre todo Europa, Japón, EE.UU y varios países africanos. Si la Primera Guerra Mundial ya había sido el Apocalipsis, la Segunda vino a descubrir que el ser humano es malo, peligroso y nada fiable.Y que si no hay una guerra convencional, al modo de la Primera y Segunda Guerras Mundiales, es porque se destruiría la Tierra. Si pasó lo que pasó con Hiroshima y Nagasaki imaginémonos que podría suceder setenta años después con los inventos que hay y la perfección destructiva de una bomba atómica, o de hidrógeno, o lo que sea. Por eso se investiga tanto para ir a vivir a otros planetas: porque este está amenazado por sus habitantes.
Escribo esto mientras veo en televisión el último atentado islamista: varios muertos, más de veinte heridos y miedo, caos y desconcierto en el Reino Unido. Argumentos todos para justificar el Brexit, esa salida británica de la Unión Europea que forma parte de todo este entrando. Los yihadistas están consiguiendo su objetivo, ya lo creo, aunque no se vea de un golpe de vista. Es todo más lento, pero nuestra ceguera no es más que el fruto del egoísmo humano, de la insolidaridad internacional y de la falta de objetivos políticos y sociales comunes en un mundo lleno de diferencias y contradicciones.
23/marzo/jueves.
Viajó a Budapest desde Madrid. Muy temprano. El vuelo es a las 6.50 horas. El aeropuerto Adolfo Suárez es un bálsamo por fuera. Pero se nota la intranquilidad que generan noticias como la de Londres ayer. La policía está por todos los rincones, metralleta en mano. Nadie puede sentirse ajeno. La Tercera Guerra Mundial acosa por todos los lados. Pero Budapest es un destino turístico de primera y mientras la noria de vueltas no debemos bajarnos. La vida sigue, hay que hacer acopio de esperanza y pensar que mañana será mejor que ayer.
Me olvido así de la política de andar por casa, donde los independentistas catalanes siguen empeñados en despeñarse. Como si tuviéramos pocos problemas, llegan unos propios que se creen con derecho a saltarse las leyes, y dedican una partida de los presupuestos de Cataluña a otro referéndum. El cuerpo de juristas del Parlamento catalán les dicen a Puigdemont y compañeros mártires que no, que eso es ir contra el Tribunal Constitucional. Pero que si quieres arroz, Catalina! No soy capaz de entender el seny catalán, ni qué pretenden sus dirigentes. Lo que sí sé es que tienen comportamientos fascistas desde su imposición independentista, que actúan al modo de Franco y que utilizan la democracia para sus exclusivos intereses. Así no, así no haremos nada positivo. Se han olvidado cómo les trataba Franco?No son conscientes que tienen comportamientos políticos semejantes?Para muestra un botón: la TV3 es más radical y sectaria que TVE en tiempos del dictator. Y esto hay que empezárselo a decir a los catalanes. Que no vayan de democráticos y ovejas luceras, que no, que dan miedo, que no quiero imaginarme una Cataluña independiente gobernada por esta tropa. Qué harían después si consiguieran la independencia?Un país estalinista gobernado por la CUP?Dejarían después hacer un referéndum para integrase otra vez en el Estado si lo pidieran los descontentos?Qué dirían los independentistas si el día de mañana gobernaran en Cataluña los partidarios de estar unidos en esta España multicolor?Les dejarían gobernar o piensan que nunca tendrían derecho? En medio de esta Tercera Guerra Mundial esto de Cataluña me parece una escaramuza de trincheras como en La Vaquilla de Berlanga. Desde luego, ese actor de Tercera que se llama Rufián es el prototipo del esperpento político que vive Cataluña mientras toda su burguesía está en los juzgados dando cuenta de un ladronicio inimaginable. La pena fue que Felipe González dejó escapar vivo a Jordi Pujol y sus secuaces cuando el Caso Banca Catalana. De aquellos polvos estos lodos. Los errores siempre se terminan pagando.
Espero relajarme en algún balneario maravilloso de aguas sulfurosas en Budapest. Deu!
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