Una nueva etapa
En estos días está reunida la asamblea de obispos de la Conferencia Episcopal Española, 80 con derecho a voto. El objetivo más llamativo de esta asamblea era elegir a la mayor parte de los cargos de la Conferencia Episcopal. El hecho tiene una cierta trascendencia, desde luego para la Iglesia en España, pero también para toda la sociedad de nuestro pueblo.
Los acontecimientos eclesiales no se realizan al margen de la vida de la sociedad española. Sin embargo, apenas alguno de los medios de comunicación de este país se ha hecho eco de este acontecimiento. Sí que han podido comentar la elección del presidente y el vicepresidente de la Conferencia de los obispos, en las personas de los señores Cardenales Don Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid, y Don Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia.
Ambos optaban a la presidencia y parecía que podría haber llegado la hora del cambio, porque Don Ricardo está ya a punto de jubilarse por cumplir los 75 años. Pero nuestros obispos han preferido la continuidad, lo mismo en este puesto que en los de los miembros de la Comisión Permanente, unos 24 obispos, que constituyen de algún modo una especie de equipo de gobierno de la Conferencia Episcopal.
En el caso de la elección del vicepresidente se ha buscado una relativa conciliación de tendencias, aunque este tándem ya dirigió la conferencia en el trienio del 2005 al 2008. Y, como el presidente diría, no se trata de una vuelta atrás, sino de una repetición. En cuanto a la elección de los miembros de la Comisión Permanente, se ha producido una cierta renovación. La mayoría han sido reelegidos para el cargo porque iniciaban solamente el segundo trienio de su mandato.
Por lo que se refiere al cardenal Blázquez, es un hombre conciliador y dialogante, respetuoso con todas las tendencias y deseoso de dar palabra y participación a todos los miembros y a todas las tendencias y sensibilidades. La aceptación amplia de sus compañeros se manifestó en los 52 votos que alcanzó en las urnas, de una totalidad posible de 80.
Sin embargo, no es un hombre ajeno a la realidad del ambiente social o eclesial. De hecho, él se ha expresado en estos días, y lo han destacado algunos medios, como contrario a la ideología de género y a la imposición de esa misma ideología en la escuela, como lo había manifestado ya claramente también el Papa Francisco. Los condicionamientos ideológicos impuestos en la educación de nuestros niños tienen difícil admisión, y no muy favorables consecuencias.
En cuanto al affaire de la transmisión de la misa del domingo en la TV2, que el grupo político Podemos ha solicitado en el parlamento que sea suprimida, nuestros obispos han señalado discretamente que la participación de diversas tendencias religiosas en los medios públicos es un derecho de los ciudadanos, y confían en que la transmisión pueda continuarse con plena normalidad.
Por otro lado, aunque el número de seguidores de la audiencia no sea en este caso el motivo básico, no se puede desconocer que es el programa más visto de la segunda cadena, cuyos seguidores ascendieron en el último domingo, en que precisamente se transmitía la misa desde el colegio de los padres reparadores en Alba de Tormes, ni más ni menos que a una audiencia superior al millón de espectadores.
La elección de cargos no es la única ni la principal tarea de la Conferencia Episcopal. Las personas son importantes, pero su deber es cumplir del mejor modo posible el Plan Pastoral de dicha Conferencia para el trienio 2017-2020. El plan está ahí y a los dirigentes, y a todos, corresponde la tarea de llevarlo a cabo.
Uno de los objetivos importantes será el diálogo con el gobierno, los partidos políticos y las diversas instituciones interesadas, sobre todo padres y educadores, para tratar de conseguir un acuerdo en el terreno de la educación, acuerdo de la máxima importancia para el futuro de nuestro país.
A nuestros obispos, y a los cristianos y creyentes en general, nos queda una imperiosa necesidad de incidir en el diálogo y el acuerdo en tantos campos de nuestra convivencia, no sólo al interior de las iglesias, sino también en los diversos aspectos de la convivencia en la sociedad civil.
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