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‘El ladrón de vírgenes’, la tercera novela del salmantino David de Juan
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presentación en el casino

‘El ladrón de vírgenes’, la tercera novela del salmantino David de Juan

Actualizado 17/03/2017
Redacción

Un certero homenaje a la tradición oral de contar historias con la traición, la lealtad y la religiosidad como ingredientes

El Casino de Salamanca ha acogido este viernes la presentación del libro 'El ladrón de vírgenes'. La tercera novela del joven autor charro David de Juan, tras 'El baile de las lagartijas' y 'Lo mejor de las cosas'.

Nacido en Salamanca, en 1990, comenzó escribiendo relatos, género en el que ha obtenido varios premios y reconocimiento. Su primera novela, El baile de las lagartijas (2011), le sirvió para recibir la beca de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores y fue galardonada con el XXVII Premio Internacional de Novela Ciudad de Valencia Vicente Blasco Ibáñez, convirtiéndose pronto en un éxito de público y crítica.

Después publicó 'La mejor de las vidas' es "una novela sobre mi generación y las circunstancias que compartimos con el resto de jóvenes de Europa". Y en 'El ladrón de vírgenes' es una reflexión sobre las mentiras que encierra toda religión y sobre la importancia de la religiosidad en la condición humana. Un análisis sobre los límites de la traición, la lealtad y la fuerza de las promesas. Un certero homenaje a la tradición oral de contar historias.

Sinopsis

Cómo iba a saber que aquel hombre traía la muerte consigo. Debí darme cuenta por su olor a cebolla rancia. Debí darme cuenta cuando la leche cuajaba a su paso en los cubos de metal. Cuando las palomas morían desplumadas por la tiña, o porque allá por donde pasaba doblaba los racimos y dejaba una pestilencia a plomo de preludios de tormenta de verano.

He de reconocer que en nuestras pesadillas siempre supimos que volvería, que algún día subiría el caminito en forma de culebra cercado de castaños y sus botas embarradas cruzarían con un ímpetu desordenado la única puerta de la casa por donde entraba el sol. Se sentaría en la mesa de tarugos sin pulir con la cuchara de latón y esperaría a que se le sirviera de comer como si nada hubiera pasado. Como si no nos hubiera arrancado la alegría del pecho. Era mi padre.

Después de quince años de misteriosa ausencia, Andrés Pajuelo regresa a su casa para proyectar el robo de una serie de valiosas obras de arte religioso. Para ello necesitará la ayuda de sus dos hijos, del melindroso prometido de su hija y de un enigmático gigante experto en teología y en arte sacro. Cuando todo parece estar listo para ejecutar el último y más lucrativo de los robos, es acusado de varios asesinatos. Para sorpresa de toda su familia, Andrés reconocerá al instante su culpa ahorcándose en público.

Fotos de Alejandro López

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