Otra de las metodologías para enseñanzas musicales es la conocida como Orff, el cual creó un sistema educativo musical con propuestas pedagógicas para estimular la evolución natural musical de los niños y así desarrollar su sentido rítmico, la improvisación de los sonidos y los movimientos como forma de expresión personal.
Este planteamiento propone que la mejor de las enseñanzas musicales es en la que el niño participa, interpreta y crea. El gran aporte de Orff está en la difusión de sus instrumentos musicales, materiales didácticos con gran aceptación en toda Europa, usándose en la mayoría de los centros educativos.
El alemán Carl Orff (1895-1982) fue director de orquesta y compositor de obras tan reconocidas como Carmina Burana. Trabajó en su método durante más de 30 años y su importancia recae en la creación de los actuales instrumentos, llevando además el mérito del renacer de la música antigua en el siglo XX al recuperar las flautas de pico e integrarlas en la orquesta escolar.
La base de esta pedagogía se expresa con los términos: palabra, música y movimiento, y es que el lenguaje, el sonido y el movimiento se practican a través de los elementos musicales como el ritmo, la melodía, la armonía y el timbre, dejando hueco a la improvisación y a la creación de piezas musicales.
Sus propuestas educativas se caracterizan por: el descubrimiento de las posibilidades sonoras del propio cuerpo, la utilización de canciones formadas por escalas de cinco sonidos (escala pentatónica), la calidad y color de los instrumentos llamados Orff, la importancia otorgada a la voz como instrumento fundamental, la participación de los alumnos en las orquestas escolares, la importancia del ritmo como elemento cercano al hombre y la importancia de la lengua materna y la palabra para hacer ritmos.
Las melodías que se utilizan en la metodología Orff son canciones populares de niños (infantiles y danzas centroeuropeas), lo cual hace de este proceso algo natural para el alumno.
Al principio del método se emplea la escala pentatónica, que permite mayor facilidad a la improvisación, a partir de ahí existe una progresión melódica en la que el alumno va asimilando una nota nueva cada vez, apareciendo entonces escalas como la bitónica (sol-mi), la tritónica (la-sol-mi), la tetratónica (la-sol-mi-do), la folklórica (mi-re-do), la consabida pentatónica (la-sol-mi-re-do), la hexátona (la-sol-fa-mi-re-do) y la heptatónica (la-sol-fa-mi-re-do-si).
Además, los instrumentos Orff permiten trabajar con otras escalas como la diatónica de Do Mayor y la menor, Fa Mayor y re menor y Sol Mayor y mi menor, pudiendo trabajar los modos gregorianos Jónico, Dórico, Frigio, Lidio, Mixolidio y Eólico.
Estas enseñanzas de Orff se renuevan constantemente ya que siempre están en revisión y desarrollo por parte de los maestros que hacen uso de esta metodología, adaptando estas enseñanzas a sus contextos geográficos, en los que no solo incluyen elementos folklóricos sino que van más allá, haciendo uso de la música popular moderna como el jazz, el rock, el pop, etc.
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