Pero antes, a luciopercas en el embalse de Almendra
Hoy vamos a recordar aquellas aperturas de la trucha de hace algunos años. Empiezo recordando por cuando se abría el primer domingo de marzo y se cerraba el 15 de agosto, pudiéndose pescar todos los días, sí todos, con un cupo de 25 truchas de más de 19 cm.
También se abría la veda para los pescadores profesionales, que con sus artes tradicionales pescaban desde el 16 de agosto al último día de febrero. Hay que recordar que había peces para todos y que no existían cotos de pesca deportiva. En 1965 se crea el coto de Galisancho, en 1967 el de Alba de Tormes, en 1969 el de El Chorrón y, finalmente, en 1977 el coto de hucho de Villagonzalo. El resto de tramos acotados de pesca los dejaremos para otra ocasión.
Ahora vamos a relatar cómo se vivían esas aperturas, se preparaban con días de antelación los cebos naturales, lombrices, gusanos, gusarapas, coco verde, sanguijuelas, sardas, bogas y pequeños ciprínidos; así como las moscas, ninfas, cucharillas giratorias y ondulantes, las famosas celta, bretton olimpique; también peces artificiales o rapalas, veletas, anzuelos, cañas, anillas, carretes, costeras, botas y todos los artilugios que un pescador de orilla podía transportar.
El sábado, día antes de la apertura, nos cogíamos el viejo tren que hacía la Ruta de la Plata, con sus asientos de madera o escay; la máquina de vapor con su humo característico y el resoplar de las válvulas de vapor, entre Sevilla y Oviedo, hoy tristemente desaparecido; y nos íbamos a Alba de Tormes, Encinas de Arriba, Sieteiglesias de Tormes, La Maya?, donde pasar la noche a la orilla del río esperando el amanecer para que otros pescadores no nos quitaran ese pequeño tramo de río en el que teníamos puestas nuestras ilusiones. Algunas veces también llevábamos la bicicleta Orbea, con los frenos de varillas, porque a la vuelta ?si perdíamos el tren? había que llegar a casa.
Qué anécdotas contábamos mientras esperábamos la llegada el viejo tren. Había truchas de más de nueve kilos de peso y muchísimas capturas entre los dos y cinco kilos. La mayoría se retrasaba contando las capturas, las que se habían soltado, las que nos habían partido; que si salían más gordas en el alamillo, hoy tramo del EDS; con qué artes las habíamos conseguido engañar? Aparte no solamente pescábamos truchas, también había barbos, bogas y otros peces que nos hacían pasar muy buenos ratos.
Desgraciadamente, de esto ya no queda nada. Quiero aclarar que no es porque los pescadores de antes matásemos las truchas, es porque la contaminación del propio río hace imposible toda clase de vida, y a los hechos me remito. Llevamos muchos años, demasiados, con tramos de pesca sin muerte y, si no se repuebla, no se consigue engañar a ningún pez. Termino animando a todos los pescadores a salir al río y a disfrutar de lo que nos va quedando. Feliz temporada y buena pesca.
Por José Ignacio Hernández