"Cumplamos la tarea de vivir, de tal modo que cuando muramos, incluso el de la funeraria lo sienta" (Mark Twain)
ENTRE PUENTES
RESISTIR ES VIVIR
Cuando nos encontramos ante un éxito o un fracaso inesperados, solemos hacer atribuciones de razón. Se pueden diferenciar causas que se encuentran dentro de la persona: Internas = (personalidad, inteligencia, habilidad, esfuerzo, estrategia y estado físico), y causas que se encuentran en el ambiente: Externas= (el tiempo, la influencia de otra persona y el nivel de dificultad de la tarea). ¿Te has fijado en que ocurre cuando queremos explicar la conducta de otra persona? Existe una tendencia fiable a atribuir esa conducta a factores de personalidad, por ejemplo: ("no lo puede hacer mejor porque es un vago"). En cambio, cuando nos toca justificar nuestra conducta, la atribuimos a factores externos, por ejemplo: ("es que el mercado está fatal"). O lo que los eruditos en la materia llaman: error de atribución fundamental.
En esos puntos del proceso, cuando el ego ha quedado reducido a su mínima expresión, cuando andamos perdidos en ese laberinto de búsqueda de afirmación, porque habitamos en el sinsentido, entonces hace su aparición el héroe interior. De allí donde parece que todo está vacío, justamente de ahí, surge el mundo de las posibilidades. Si en lugar de vacío, estuviera todo lleno, no cabría nada ni nadie más en tu vida. A menudo hay que vaciar para renovar. Es muy cierto, que existe un miedo al vacío y por eso mucha gente decide llenarlo por fuera, llenarlo adictivamente, llenarlo a través de los demás. Pero existe a sí mismo un vacío fértil, un vacío que es fuente de creatividad, de fortaleza, de alegría. Ahí es de donde nacen las oportunidades.
La fuente principal de los fracasos suele situarse en un error de las expectativas. Si bien podemos planificar, organizar y controlar aspectos mecánicos de la vida o del trabajo, mucho más difícil es hacerlo con nuestros deseos, ilusiones, nuestras relaciones y nuestro futuro. El factor incertidumbre está siempre presente y hay que contar con él. Unos miden de forma optimista, y otro pesimista. Unos ven el vaso medio lleno, y otros, medio vacío. Unos ponen mucha razón, y otros, mucha emoción. Pero lo que unos y otros deben evitar es un exceso de expectativas. Cuanto más elevadas, más dura puede llegar a ser la caída. No hay que renunciar a las expectativas, sino saber ver en ellas la parte de fracaso que ocultan. Todo ocurre a la vez. No existe lo uno sin lo otro.
Dice el Dalai Lama que la vida no es que sea una ilusión, pero sí es como una ilusión. Aquello que aparenta ser fuente de felicidad lo acaba siendo de infortunio, y aquello que parece una maldición acaba siendo una bendición. La no permanencia de la vida nos permite entender que todo ocurre a la vez y que nada es para siempre. Las crisis y los fracasos, con todo lo que esto conlleva, son un ejemplo de ello. No existe experiencia más definitiva para entender que la vida se expresa, no en los extremos, sino en la tensión que se produce entre ellos. Las crisis, con todo el lastre que deja por el camino, son una excelente oportunidad para poner orden entre la resistencia al cambio y el cambio en sí mismo. El tiempo de tensión entre las dos fuerzas es el que va a permitir fortalecer tu espíritu del mismo modo que el ejercicio fortalece sus músculos ante la tensión del peso que soporta. Si nos relajamos a las primeras de cambio. Si nos pasamos la vida evitando tensiones, entonces no vivimos? Evitamos vivir. Las crisis son la respuesta de la vida ante la parálisis que puede producir un fracaso. A cambio, te regala una gran oportunidad de aprender. Deposita en ti algo más de sabiduría. Te hace el favor de dejarte entrar en el mundo de las posibilidades.
Sin duda, es la razón fundamental en la que se asienta la vida, sobre todo para aquellos, que poseen la envidiosa juventud, o una cualificada veteranía, o quienes traspasada esta barrera, se adaptan a los sinsabores, con optimismo y desbordada alegría, esperando siempre que mañana será mucho mejor. Con el ánimo resuelto de vivir y resistir.
Fermín González Salamancartvaldia.es blog taurinerías
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.