Sabernos ciudadanos

Dicen los eruditos que la palabra "congreso" viene del latín congressus, que podría traducirse por reunión o dar pasos juntos; y si de algo hemos oído hablar estas semanas ha sido precisamente de eso, de congresos. Bien es verdad que unos más interesantes que otros y que unos han caminado más juntos que otros.

Los de Ciudadanos y Partido Popular han sido tranquilos, como suele suceder en los partidos de centro y centroderecha, ya que ni Albert Rivera ni Mariano Rajoy han tenido problema alguno en ratificar tanto su liderazgo como la permanencia de su equipo y sus líneas estratégicas, por amplísimas mayorías. Sus lemas "Juntos ganamos el futuro" y España adelante!, respectivamente, querían transmitir unidad, avance, progreso, no sé si llegarían a transmitirlo, pero a la vista de lo visto no hay fisuras, al menos aparentes.

No se puede decir lo mismo de los partidos de izquierda. En el PSOE andan a la gresca y ya hay candidatos a la Secretaría General aunque la presidenta andaluza continúa mareando la perdiz a pesar de que se da por sentado que su nombre figurará entre los aspirantes a la realizar esa necesaria tarea de remiendo, planchado y puesta a punto del partido. Lo de Vistalegre, versión 2.0, ha sido otra cosa.

Como en la popular saga de películas de finales de los 80 y los 90 "Los Inmortales" protagonizada, entre otros, por Christopher Lambert y Sean Connery, de Vistalegre 2 sólo podía quedar uno. El enfrentamiento entre "pablistas" y "erregonistas" era manifiesto desde varias semanas antes. No sé si estos chicos manejan muy bien los medios o los medios manejan muy bien a estos chicos, lo cierto es que han sido protagonistas y portadas indiscutibles de la arena política.

A mí, este enfrentamiento dialéctico entre diferentes posturas y visiones de lo que debe ser un país y una ciudadanía que pueda ejercer como tal y sentirse orgullosa de serlo, me recuerda mucho al que siempre sostuvieron, salvando mucho las distancias, Fidel Castro y Ernesto Guevara el Che. El primero tenía una visión más política de la revolución, una vez vencida la dictadura había que dejar el frente y gobernar, había que gestionar la victoria, los medios, los recursos, guiar y cuidar a los ciudadanos. No quiero decir con esto que lo hiciera bien, sólo que era consciente de que la lucha armada debía terminar. Pero al Che esa parte de la revolución más institucional, menos beligerante, menos de trinchera, no le atraía tanto y por eso, se cansó pronto de su papel de dirigente político al uso y optó por otro más activo tratando de continuar su tarea de derrocar dictaduras en Libia, la República del Congo o Bolivia. Eran, sin duda, dos formas muy diferentes de ver el futuro, como Iglesias y Errejón. Si el primero quiere continuar luchando en las barricadas, el segundo cree que ahora la pelea está en el Parlamento, el Senado y las Instituciones democráticas, sólo que aquí, a diferencia de lo sucedido en Cuba, ha ganado por amplísima mayoría "el Che". Esperemos que no se reproduzca el argumento de la película citada, ya que en ella, no sólo es que pudiera quedar uno, el vencedor debía cortar la cabeza a su rival. Ojala tengan ambos esa indispensable visión de estado necesaria para poner en marcha políticas que no sean cortoplacistas, demostrando así que es cierto eso de lo que presumen y hacen gala de nuevas maneras de hacer las cosas.

Dice Fernando Savater[i]: Por lo visto, lo que hacía apetecible el sistema democrático no era la posibilidad de sabernos ciudadanos sino la confianza en creernos beneficiarios. Y añade que mientras todo fue bien, mientras las instituciones democráticas podían ser ordeñadas sin límites, nadie las vigilo. Pero cuando las cosas se pusieron mal, parece que es preferible dejar de ser ciudadano y convertirnos en pueblo, porque el pueblo ya no necesita análisis sino nobles sentimientos; y eso en el mejor de los casos sólo sirve para desahogar frustraciones, y en el peor, para buscar chivos expiatorios. Compromiso, sentido común y honestidad, mucho mejor que nobles sentimientos. Suerte a todos.