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Basil Pennington, Oración centrante
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Basil Pennington, Oración centrante

Actualizado 15/02/2017
Redacción

Basil Pennington, Oración centrante | Imagen 1Me han escrito de Argentina los amigos de de un blog titulado: https://recursospastoralescomunidadesrurales.wordpress.com/2017/02/05/basil-pennington-oracion-centrante/ . Ellos ofrecen materiales de catequesis, de formación permanente, de estudio bíblico y de oración cristiana.

De un modo especial, en el último número han publicado en PDF el libro básico de B. Pennington, La oración centrante (publicado en Narcea, Madrid 1986, pero descatalogado hace tiempo, aunque son muchos los que quieren conseguirlo y lo fotocopian sin cesar para cursos y talleres de oración).

Con el deseo de que Narcea Ediciones lo publique de nuevo, me he permitido recoger las páginas de ese libro (que se podrá encontrar también en la dirección ya citada) en mi página de face-book (https://www.facebook.com/xabier.pikaza https://recursospastoralescomunidadesrurales.wordpress.com/? ). Estoy seguro de que muchos agradecerán el acercamiento a ese libro.

En las reflexiones que siguen recojo el contenido de una páginas que escribí sobre el tema, en este mismo blog, con la ayuda de mi amigo J. Chamorrro, autor de un blog titulado: Desde el Silencio (http://desdelaquietud.blogspot.com/).. Gracias, José.

La oración centrante

De ordinario, en nuestra oración sólo desarrollamos las dos primeras fases, que son la oración y la meditación: repetir oraciones y pensar, de forma que abandonamos el proceso de la contemplación, que es el gran ausente de nuestra experiencia religiosa.

Resulta necesario recuperar la contemplación, como experiencia interior de presencia, eso que B. Pennington llama la Oración Centrante, porque te centra, te centra en Dios, haciéndote capaz de dialogar con los demás en dimensión de gratuidad. Éste es un método y camino hecho de silencio visual (y auditivo), que nos permite escuchar la palabra interior, contemplar la presencia sagrada del Dios de Jesús, del Dios universal.

Este sendero contemplativo del silencio sonoro y de la oscuridad luminosa ha recibido formas distintas: oración del corazón, oración de quietud, filocalia u oración centrante o de centramiento... (), que consiste en orar más allá de las palabras (pero sin renunciar a ellas).

-- Así fue como surgió en la Iglesia Oriental la filocalia de la oración de Jesús, que se remonta a los Padres del Desierto, con el grito interior del ciego de Jericó que implora a Jesús cuando quiere ser curado o también la oración del publicano: Oh Dios, compadécete de mí, que soy pecador.

-- Éste es también el Kyrie eleison ?"Señor, ten piedad de nosotros"- de la liturgia cristiana universal. Esta fórmula buscaba la interiorización y, en consecuencia, que el sujeto pudiera orar continuamente, como si estuviera recitando un mantra budista en un diálogo interior. Con la práctica y con una buena dirección espiritual la oración de Jesús se iba adecuando al ritmo respiratorio, de modo que el espíritu lograra el reposo (hesychia, en griego, de ahí luego el nombre del hesicasmo cristiano, como también se conoce a esta corriente y práctica espiritual).

-También, en nuestros días, se está desarrollando todo un trabajo similar a lo expuesto en la Iglesia Occidental. Se conoce con el nombre de oración centrante. Su promotor fue el monje cisterciense Basil Pennington aunque pronto sería acompañado por otros dos: William Menninger y, sobre todo, Thomas Keating (antiguo abad de la Abadía de San José en Spencer, Massachusetts). Dice el padre Keating que el método de la oración centrante es otro intento de presentar la enseñanza de los primeros tiempos en una forma actualizada y poner un cierto orden y regularidad en ella. Un método que deriva, fundamentalmente, del texto anónimo inglés del s. XIV "La Nube del no-saber" y de las enseñanzas de San Juan de la Cruz.

¿En qué consiste exactamente este tipo de oración interior? Hay diversas exposiciones de este método en diversos portales de la webb, bajo el título de Pennington o de oración centrante, en siete u ocho momentos. Aquí nos bastará con evocar cuatro momentos básicos

Basil Pennington, Oración centrante | Imagen 2

a) Elige una palabra sagrada como símbolo de tu intención de permitir que la presencia y la acción de Dios se abra dentro de ti (diciendo, por ejemplo: Abbá, Padre, Jesús, paz?). Una palabra que sea para ti el compendio de la presencia de Dios y, sobre todo, el centro del evangelio, con la imagen interior de Jesús que te acompaña en la oración.

b) Siéntate de manera cómoda y con los ojos cerrados, si es que lo prefieres; o con los ojos abierto, pero mirando sin ver... dejando que una imagen más honda te penetre y llene, brotando de ti mismo. Sosiégate brevemente, haz quizá un tipo de relajación muscular, y deja que se introduzca y vaya llenando tu interior, en silencio, la palabra sagrada como símbolo de tu consentimiento a la presencia y a la acción de Dios dentro de ti. Se trata de una palabra total, vista sin verla, escuchada sin escucharla, la presencia divina de tu vida (tu misma vida como presencia de sios

c) Cuando tengas conciencia de que los pensamientos se elevan y rondan en torno a tu mente, retorna siempre suavemente a la palabra sagrada. Pero hazlo sin violencia, sin lucha afanosa... Quizá bastará con que los otros pensamientos e imágenes queden en la periferia (en los arrabales, como decía San Juan de la Cruz)..., mientras que en el centro de tu "alma", de tu experiencia interior, sigue resonando la palabra e imagen que has escogido, pero sabiendo que es ella la que te está caldeando por dentro, haciéndote sentirte como eres, como presencia de Dios.

d) Al final del periodo de oración, permanece en silencio con los ojos cerrados o mirando sin ver y escuchando sin oír durante unos minutos, dejando que siga latiendo en tu interior la palabra escogida, como las olas de un mar divino en el que vives, alientas, respiras . Son éstos los pasos que se pueden seguir, de forma que podamos experimentar este modo de oración.

En este contexto podemos recordar unas palabras de San Agustín cuando decía: Hay también una voz del corazón y un lenguaje del corazón? Es esta voz interior la que se convierte en nuestra oración cuando nuestros labios están cerrados y el alma abierta a Dios .

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