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Pisaremos las calles nuevamente
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Pisaremos las calles nuevamente

Actualizado 11/02/2017
Rafael Muñoz

Pisaremos las calles nuevamente | Imagen 1

La curva te saca, la recta te hunde.

Marina Tsvietáieva

En vísperas de un fin de semana que se espera especialmente cargado de palabras, algunas que confiamos y queremos significativas y otras que resultarán vanas, recuerdo de nuevo las de la directora del área de Comunicación de Cáritas, cuando expuso que las dificultades que revela el Informe FOESSA 2016 (Expulsión Social y Recuperación Económica), responden a una cuestión de modelo social, de cómo nos planteamos la construcción de nuestra sociedad. No es una consecuencia de la crisis.

Lo que sí han empeorado como consecuencia de la crisis son las condiciones de vida para que las personas y familias puedan abrir un nuevo periodo de mejora, porque su posición ya no es la misma y tampoco sus oportunidades.

Estas palabras confirma aquello que (in)compresiblemente algunos quieren negar: existe una España a dos velocidades en términos de exclusión social, según manifiestan los técnicos que han realizado el estudio.

Pero vayamos desde las palabras a los datos:

? Los ingresos de los hogares han caído espectacularmente desde el primer impacto de la crisis, con una reducción que supera el 10%.

? Las diferencias han aumentado y las rentas medias se han reducido, lo que ha producido un hundimiento de las rentas más bajas.

? Aumenta el riesgo de pobreza en todas las CC.AA. y en el conjunto nacional la variación anual media es del 9% si anclamos el umbral de pobreza en el año 2009.

? Respecto a los hogares con todos sus miembros activos en paro, no ha habido ninguna Comunidad Autónoma que haya logrado reducir esta situación a niveles anteriores a 2009.

? Al ritmo actual, alcanzar las cifras de hogares sin ingresos anteriores a la crisis, ya de por sí elevadas, puede suponer hasta siete años.

Evoco en este instante los versos del poeta y ciudadano, Juan Gelman en su poema Viendo a la gente andar: viendo a la gente, digo, no hay derecho /a castigarle el hueso y la esperanza, /a ensuciarle los cantos, a oscurecerle el día.

Como seguimos en tiempo de palabras, recuerdo también las de la escritora Belén Gopegui: La gente, los y las votantes, no somos un terreno neutral. Somos un campo de batalla o un teatro o ambas cosas.

El lector sagaz (cuál no lo es) se habrá percatado de que quizá nos encontremos casi como al principio: erramos, nos confundimos. Y no ayuda precisamente a salir de nuestro Pisaremos las calles nuevamente | Imagen 2engaño el que nos den razón como a los tontos, ni que se tome nuestra palabra/voto en vano: la respuesta de los ciudadanos han sido clara, han dicho lo que quieren, manifiestan unos y otros interpretando según su interés la combinación numérica resultante.

Conocemos el funcionamiento de nuestro sistema de representación parlamentaria y hasta donde pueden llegar los resultados que puede ofrecernos. Por ese motivo, debemos exigir a nuestros representantes cambios y ajustes que permitan conciliar esa representación con la calle, es espacio donde se expresa la vida en movimiento, en aquellos lugares donde solemos encontrarnos libremente.

Estamos al corriente de cómo funcionan las coaliciones, de quién es cada cual, y su frase más o menos aguda o ingeniosa. Pero queremos conocer también sus posiciones programáticas, fundamentalmente la políticas que quieren aplicar para dar salida a los grandes temas, los que interesan a la gente: trabajo precario, sanidad, educación, pensiones, dependencia? Y no menos importante, cómo van a hacer realidad esos cambios.

Muchos compartimos y apoyamos lo que significa que el miedo está cambiando de bando, como se proclamaba durante las manifestaciones del 15M y la Mareas. Antes, durante y después de ese estallido tan legítimo como necesario, fruto del enorme cansancio (me contengo en las expresiones) ante tantas palabras huecas que seguían disfrazando situaciones humanamente intolerables (sigo embridando mi lenguaje).

Pero reclamamos que las organizaciones políticas también pierdan el miedo: el de contar al ciudadano, negro sobre blanco, lo que quieren y pueden hacer (ahora) y cómo lo van a llevar a cabo. Tienen que saber que en función de lo que cuenten y hagan decidiremos si pueden seguir caminando a nuestro lado.

Pero, atención y cuidado, no será lo único que hagamos.

Creo que ciertamente estamos comenzando a dar pasos para restituir, y por qué no decirlo, quizá instaurar por primera vez una verdadera carta de ciudadanía. Es posible que en próximas fechas podamos comenzar a avanzar un cierto tramo del camino en este sentido. Pero conviene no engañarse, el viaje es largo, y puede abatirnos el hastío o la desesperación. Para cauterizar esa posible herida, desgraciadamente antigua, hay que ser conscientes de que sigue habiendo demasiadas cosas en contra, y lo que es más peligroso, que muchas de ellas ni siquiera somos conscientes (todavía) que operan contra nosotros.

Anuncios, programas, noticias y objetos que traen consigo exigencias, obligaciones. Todo eso nos construye tanto como el libro que leímos en silencio o la amistad, como el miedo a perder el trabajo o a no tenerlo. Los contratos hacen conciencia, viajar dentro de un coche construye formas de ver el mundo, nos recuerda y previene con acierto la autora de Lo real.

Evidencias que le permiten afirmar, y a nosotros con ella, que decir que a veces algunas personas se equivocan es más razonable que decir que siempre tienen razón, que aciertan quienes votan a partidos que han legislado contra lo común durante décadas. Decirlo significa asumir que creemos que, en ciertas cuestiones, nos equivocamos menos.

Las organizaciones que quieren representarnos tienen, ya lo hemos dicho, que cambiar al miedo de bando y mantener con claridad sus posiciones. No se trata únicamente de hablar de centralidad, mayoría de votos o transversalidad para que en estas palabras quepa todo, cualquier movimiento o posición.

Conviene recordar que las formaciones políticas que en poco tiempo han logrado representarnos en las administraciones locales y autonómicas, por citar a las más cercanas, lo consiguieron porque no cambiaron a los problemas de nombre: paro, desahucios, pobreza.

Si ahora quieren, como lo queremos nosotros, seguir trabajando en la eliminación de estas intolerables situaciones que nos recuerda, entre otros, el Informe Foessa, deben hacerlo contando con la ciudadanía.

Teniendo presente, como consigna ineludible, que quizá lo que se quiere decir con 'la gente' es que la verdad no la hacen sólo los votos sino que, para una subversión real, se necesitan también los cuerpos en movimiento, día tras día; palabra de Gopegui y de nosotros, la gente.

Pisaremos las calles nuevamente | Imagen 3

Rafael Muñoz

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