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El color del cristal
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El color del cristal

Actualizado 10/02/2017
Manuel Rodríguez Fraile

El color del cristal | Imagen 1Hace unos días, cuando termine de escuchar un boletín de noticias me quede incómodo. Incómodo no tanto por su contenido como por ser consciente de que muchas cosas se me escapaban. Y es que la realidad, en contra de lo que muchos pudieran cree, no es algo sólido, algo inmutable que existe por sí mismo, la realidad es una interpretación personal y única, pero también colectiva y compartida. La realidad, nos proporciona hechos, elementos, claves, para comprender lo que esta sucediendo en nuestro entorno, pero cada uno procesamos esta información desde un "lugar en el mundo" diferente. La realidad nos aproxima a las causas de los hechos, pero los hechos pueden ser más o menos importante para cada uno de nosotros a la hora de dar sentido a la realidad, porque no es la realidad la que marca esa importancia.

Por ejemplo, el hecho de firmar un decreto que prohíbe la entrada en un país a ciudadanos procedentes de ciertos países, no tiene la misma importancia para el Presidente de los Estados Unidos, que para los afectos por dicha norma o para los defensores de los Derechos Humanos, aun tratándose del mismo suceso. Y es que todo depende de cómo vemos las cosas y no de cómo son en realidad, que afirmaba el médico, psiquiatra y ensayista suizo Carl Jung

No es fácil interpretar la realidad, pero debemos hacerlo si queremos comprender e intervenir en ella y no ser meros espectadores. Para ello debemos considerar ciertos factores que se entrecruzan formando una especie de cedazo a través del cual cribamos su importancia más o menos decisiva. Primero, el espectacular avance de los medios de transporte y la tecnología de la información que nos pone el mundo a un clic de ordenador, no es que sucedan más cosas, es que nos informan de todo. Este encogimiento del mundo favorece una homogenización cultural, una pérdida de identidad, que convive con un deseo de recuperarla.

En segundo lugar está el desarrollo social, que hoy es entendido como crecimiento económico sustentado en la producción y el consumo, lo que nos lleva a una mercantilización de elementos que antaño no formaba parte del mercado: el agua, la contaminación del aire, los genes, los óvulos, los embarazos, los amigos, etc. El capitalismo, las ideologías neoliberales y radicalismos se imponen y cada vez se hacen más fundamentalistas. Y por fin la globalización, con sus tres dimensiones, política, tecnológica y económica, que no es una ideología sino un hecho incuestionable de interconexión mundial que genera dependencias injustas y poco equilibradas ya que carecemos de métodos, instrumentos e instituciones de arbitraje y control. Los medios de comunicación son los altavoces de todo esto.

Pero cada día, todos tenemos que convivir con la realidad, observarla, sacar conclusiones, tomar decisiones y actuar en su seno; y al hacerlo la modificamos por lo que se hace necesaria una reinterpretación continua y permanente que es la que nos permite innovar, crear, imaginar, cambiar. En este proceso es en el que creo que estamos acelerados en exceso y sería recomendable, hoy más que en otra época, tomar un respiro y tratar de descubrir en el horizonte algunos puertos seguros, algunos faros por los que orientarnos cuando las marejadas y tempestades del cambio nos zarandeen con violencia. Necesitamos algo en lo que creer para poder resistir.

Estamos llegando al final de una era y no sabemos qué vendrá después pero seguro que algo vendrá. Como escuche el otro día, hablando del cambio climático, tal vez no estemos planteando bien la pregunta y esta debiera ser más que ¿qué mundo queremos dejar a nuestros hijos? ¿qué hijos queremos dejar para que se enfrente al mundo que se nos viene encima?.

En cualquier caso, cada uno debe tomar sus propias decisiones, pero no olvidemos los versos de Don Ramón de Campoamor: Y es que en el mundo traidor, nada hay verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. Así que parece que es importante acertar a la hora de elegir el color.

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