He puesto mucho interés y corazón en lo que sigue, pero comprendo cómo andamos todos entre los agobios de cada día para que ahora nos echemos más encima. Por eso, amigo lector, te dispenso, de mala gana lo confieso, de la lectura de esta reflexión. Adem
El título tiene cierto aire de insolente indiferencia ante lo que sea, pase lo que pase; es un viejo recurso ante cualquier problema o demanda, desde lo de Caín en los albores de la memoria (¿Es que soy el guardián de mi hermano?) hasta nuestro gesto de incompetencia cualquiera de estos días ante la fila de emigrantes, la cifra de los hambrientos o la imagen de los que duermen en las calles de cualquier ciudad. ¡A mí que me registren!
Contra este gesto de eludir los hechos o al menos las responsabilidades, yo me registro. Me registro como afectado por esos hechos e interesado para seguir la suerte de los que no la tienen porque han nacido en el sitio equivocado bajo la miseria de cada día o estaban allí entre bombas en el momento menos indicado cuando les estalló la guerra entre las manos o porque por irresponsabilidad y hasta por castigo viven y duermen entre mugres y cartones. Por eso quiero conocer datos y situaciones, con sus causas y porqués y hasta medir, y si fuera posible prevenir o reducir, las consecuencias de todo eso. Por eso leo, me informo, escucho, comparo, formo criterios y creo opinión, porque sin esto no hay nada que hacer a poco nivel que se busque. Y ahora que Manos Unidas (después de más de cincuenta años la admiro más cada año que pasa) transmite datos y propuestas, causas y proyectos, me intereso con especial atención por lo que me va en ello. Por éstas y otras razones, yo me registro como muy interesado.
Y una vez registrado me sumo con amor y zozobra a cada paso de solidaridad por ver si así redimo algo mi existencia y remedio en alguna medida lo que me parece irremediable, el hambre y la injusticia que se pasean cada día, potentes y provocadoras, por cualquier página o cualquier telediario. Así no se puede. Y yo me registro para que se pueda lo que se pueda.
Hasta en la mezcla de medios está su pequeño atractivo, porque lo primero, el 10 de febrero, la Oración (parece increíble pero también cuenta), y el sentimiento añadido cuando ese día doblen la campanas o el pensar y compartir del domingo 12, o el Bocata del 23 o el Abrazo del 1 ya de abril y otros muchos espacios de otras organizaciones, sin olvidar la dignidad y la austeridad en la vida de cada día. Ya sé que usted, lector, no cree en la eficacia real de todo esto, pero es su problema, yo me registro cuidadosamente en lo que puedo. Y soy eficaz, lo siento.
Por cierto me he distraído con la última frase y se me ha ido la reflexión a otro campo. Hay miles de emigrantes parados en Serbia, más del doble atascados en Lesbos, tres veces más vigilan tras las vallas de Ceuta y Melilla, varias veces más los detenidos en Grecia o Turquía esperando deportación o nada, etc, etc, etc? Puede parecer lenta pero la solución para detener esa larga fila de africanos y de desechados de Oriente medio es intervenir en origen; sólo interviniendo en la fuente se detiene el río de emigrantes escapando de la miseria y de la violencia.
Cuando prácticamente no había en España ninguna ONGd, hace más de 50 años, Manos Unidas proponía ya la solución en el origen: financiar proyectos de desarrollo en los países de origen propuestos y gestionados por grupos y contrapartes del propio país. Soy testigo de que hablar de esto era hablar de algo raro y hasta insensato. A estas alturas ya está claro que no hay otro camino. Lento, pero seguro; paso a paso, pero eficaz; con alcance limitado, pero sin corrupción posible; con actuaciones parciales pero con seguro de continuidad integral, actuando localmente pero con objetivos globales. Calculando casi a ojo los "rescatados" este año pasado por los 285 proyectos aprobados en el 2016 por Manos Unidas para África (sanidad, educación, desarrollo agrícola, creación de líderes sociales, espacios de trabajo común de tribus y religiones, promoción de la mujer, etc?) todos presentados y asegurados por contrapartes africanas (no hay otra línea de verdadera eficacia) concluyo con más imaginación que datos comprobados que habrá alrededor de 150.000 africanos que con eso habrán iniciado o seguido los pasos para no tener que huir a Europa buscando una vida de pan y de dignidad. Es ya de por sí una cifra impresionante, comparándola incluso con los que actualmente intentan pasar la frontera mediterránea. Piénsalos, 150.000.
Y como ésta otras líneas de actuación en los países de origen que aseguran una eficacia limitada a corto plazo, pero alta y de gran compensación a medio y largo plazo. Lo demás puede ser que sea necesario en momentos puntuales, y en muchos casos lo es y con urgencia, pero no apunta soluciones duraderas.
Corto la digresión y vuelvo a lo que traía entre manos, la eficacia. Cada año que pasa me convenzo más, es un ejemplo, de la importancia de algo tan pequeño como un bocadillo comido en solidaridad. Mil años antes de que se secaran los océanos una gota sin nombre en medio del mar dijo en voz alta: ¿Qué es una gota en medio del océano? Y se fue. Este microrrelato con la vieja historia de los mares de oriente puede servir de alarma ante el ciudadano que se encoge de hombros, de corazón y hasta de cartera porque él no es más que una gota insignificante de una sociedad perdida en medio de un mundo global insolidario. Parece mentira pero está equivocado. Incluso a veces él mismo se inventa o recoge posverdades para justificar su pasividad o su huida hacia lo supuestamente suyo. Manos Unidas intenta cada año y cada mes desatascar y desenmascarar estas trampas de pensamiento.
Resumiendo cuentas, que yo me registro y me apunto.
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