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¿Dónde está el mundo del toro en Fitur? 
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POR ANA PEDRERO

¿Dónde está el mundo del toro en Fitur? 

Actualizado 19/01/2017
Ana Pedrero

"Ahí el mundo del toro se hace invisible, donde esa actividad turística y cultural no está presente, ni se promociona

Madrid acoge una nueva edición de la Feria Internacional de Turismo, uno de los más importantes escaparates para poner en valor el potencial cultural y turístico de los distintos países y, en especial y como anfitriona, de España.

Un año más el mundo del toro brilla por su ausencia. A quienes somos aficionados, a menudo se nos llena la boca reivindicando el peso y el poso cultural de la tauromaquia, que constituye uno de los principales símbolos de identidad de nuestro país más allá de nuestras fronteras. Guste o no, los toros son uno de nuestros valores más universales, atrayentes y legendarios y uno de los principales activos turísticos no solo por los festejos, sino por la singularidad de sus monumentales plazas de toros o por el interés social que despiertan sus protagonistas más directos.

En los últimos años, y en Salamanca lo sabemos bien, ha despegado un turismo taurino y ecológico que visita las fincas y dehesas para conocer la cría del toro bravo, su hábitat y su entorno. Excursiones que se repiten por toda España y que generan una especial riqueza en provincias como Salamanca o en Comunidades como Andalucía o Extremadura, donde se concentran gran número de ganaderías.

Esto, por no hablar de los activos (hostelería, restauración, taxis, comercio) que generan las más de 600.000 personas que pasan solo en San Isidro por Las Ventas, templo de obligada visita para quienes conocen la capital en cualquier época del año; de la internacional repercusión de los Sanfermines, donde los toros que corren las calles son lidiados por la tarde en la plaza, o de los encierros de San Sebastián de los Reyes o de Cuéllar. O, más cerca aún, del secular Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo, uno de los acontecimientos turísticos de primer orden de la provincia.

Ahí, a la vuelta de la esquina, tenemos ya en el calendario Olivenza, cuya feria transforma esa localidad en un hervidero de gentes impensable hace un puñado de años gracias a sus carteles de lujo. Turismo taurino puro y duro que no se tiene en cuenta y mueve miles de millones de euros cada año.

Plazas históricas como la Ancianita de Béjar, la de Ronda, La Maestranza, Toro, Santa Cruz de Mudela o Aranjuez, por citar algunas, protegidas por ley como Bienes de Interés Cultural, constituyen por sí mismas un reclamo turístico de primer orden, hasta el punto de convertirse en los monumentos más visitados de sus respectivas localidades.

Todo esto se obvia en FITUR, donde el mundo del toro se hace invisible, donde esa actividad turística y cultural no está presente, ni se promociona. Y lo que no se anuncia simplemente no existe.

Me pregunto dónde están los ganaderos que intentar sacar rédito a sus explotaciones con las visitas guiadas en las que participan centenares de aficionados cada fin de semana; dónde están las diputaciones y ayuntamientos que intentan resucitar el medio rural y saben que la cría de bravo fija población y crea puestos de trabajo. Me pregunto dónde está la Fundación del Toro de Lidia, que además de defender la tauromaquia de los ataques externos que sufre, como ya lo viene haciendo, tiene por misión la promoción de sus valores y de su poso.

Me pregunto dónde están las figuras del toreo, embajadores siempre de sus lugares de origen, si no acuden a la feria vendiendo, exportando la magia y la grandeza del toreo. Imagínense ustedes a José Tomás paseando por FITUR donde (por cierto) sí estuvo esta mañana Cayetano. Imagínense al Juli, a Ponce, a Manzanares, a Perera, a Talavante, a Padilla hablando de Madrid, de Valencia, de Extremadura, de Jerez como cunas de su afición.

A menudo se nos llena la boca de estos y otros valores del toro y cada día los aficionados se parten la cara en internet, pero seguimos errando el tiro: mientras el sector del toro no se haga visible, mientras no abandone sus complejos y salga del armario, seguiremos sin existir.

O, lo que es peor, muriendo entre los ataques de quienes desconocen la profunda belleza, el viaje mágico que supone acceder al mundo del toro y la falta de estrategia de quienes, conociéndolo, no lo muestran en el mejor escaparate que ofrece este país. Una pena.

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