Así quiero empezar esta reflexión de "epifanía", fiesta del ángel que despierta a los magos dormidos, los tres en una cama.
Ésta es la representación más común de esta fiesta, que aparece desde Georgia hasta Etiopía, desde Inglaterra y Francia (Autun) hasta España (Ávila), a lo largo de la Edad Antigua y Media: El mismo ángel de Dios despierta a tres hombres dormidos en una misma cama... para que vayan a ofrecer su magia y su vida Jesús, el Niño recién nacido.Así lo siguen reproduciendo de forma admirables las Hermanas de la Asunción y de Belén
Esta es la fiesta de la "revelaciòn de Dios", su manifiestación suprema, en la vida de Jesús, un hombre-niño que nace para "alumbrar" a otros hombres mayores, que siguen dormidos por siglos. Ha sido durante más de mil años la fiesta principal de la Navidad, mejor dicho, la Navidad en sí, como expresión de la Luz de Dios que alumbra a los hombres.
Es una fiesta de ilusión creadora, pues los "reyes" no son reyes, sino buscadores de Dios, hombres atentos a la voz de la estrellas (pero dormidos en una cama, a la vera del camino)? Tampoco son "magos" en sentido vulgar, sino visitanes que vienen de lejos queriendo encontrar (y compartir) la verdad? Ellos nos preguntan. Podemos y debemos responderles.
Esta es fiesta de los hombres y mujeres ya mayores, que están mal dormidos, y que debemos despertar al conocimiento completo de la venida de Dios, al servicio de la paz de los niños. Los que deben despertar en la noche para recibir el regalo de Dios no son los niños, somos nosotros, los mayores, para buscar al Niño (a los niños), para crear un mundo de paz y comunión para todos ellos.
Es una fiesta que se ha concretado en general en una ilusión de niños la fiesta de la Cabalgata de los Magos de la Paz, que quieren que el Niño Dios viva, que todos los niños vivan y tengan ilusiones y regalos, fantasía y gozo que inunda también a los varones. Pero lo ilusión de los niños es que nosotros seamos como los magos de oriente, que hagamos el camino de la paz para ellos, en un mundo donde los nuevos y viejos herodes siguen matando niños.
Pero a fin de que la fiesta "sea" han de despertar los hombres dormidos, tres o tres mil millones, despertar a la gracia de la vida, que es la gratuidad, el amor gratuito, el compromiso de andar (y andar juntos) todos los caminos, para que haya paz para los niños....
Es la fiesta de los tres (que pueden ser como he dicho tres mil...), que vienen según la tradición de las tres partes del mundo (¿quien ha dicho que hay cuatro parte? ¡La Biblia al principio dijo que eran tres: Un mago del Oriente total/Persia hasta China, otro de Occidente Sur/África, otro del Occidente Norte/Europa, América...
Son ellos, somos nosotros, los tres dormidos, los que tenemos que despertarnos y seguir a la Estrella, y buscar la paz. Pero eso significa que tenemos despertarnos, tenemos que dejar su cama, escuchar la palabra del ángel, ponernos en camino...
Ésta es una fiesta en la que pueden hacerse reflexiones infinitas. Aquí me contentaré con presentar el texto de la Biblia y ofrecer una breve evocación , de tipo erudito, evocando en este fondo la misión de la iglesia , que está llamada a ofrecer a todos los pueblos el don de Dios que es Jesús (el amor de la vida, la vida de amor), desde la tradición del judaísmo, conforme a la visión del evangelio de Mateo. (Sigue tras la imagen de la Iglesia de San Vicente de Avila mi reflexión sobre los magos. Buen día a todos).
1. Texto de Mateo. Los magos somos nosotros
Esta es la fiesta del Dios que atrae en amor a los hombres, la fiesta de la Epifanía o manifestaciòn de su misterio desde Jerusalén, en el principio del evangelio. Cuando parece que todo está definitivamente cerrado vienen unos Magos para abrir las puertes de la vida. Cuando parece que el cielo está negro, brilla una luz para aquellos que quieren seguir caminando
Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ? ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. La enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: ? En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será pastor de mi pueblo Israel."
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que les precisara el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles: ? Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría, entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes se marcharon a su tierra por otro camino (Mt 2, 1-12).
La cara de esta fiesta tiene una cruz horrible: Herodes mata a los niños de Belén, asesina a los inocentes para seguir reinando. Pero queda uno, Jesús, que podrá reinar, para que nunca más mueran los niños inocentes. Y que, sobre todo, la certeza iluminada de que los magos somos nosotros, encargados de ofrecer a los niños un mundo donde sea posible la vida, la ilusión de la vida.
2 Debemos hacernos Reyes Magos
Nosotros, los mayores, tenemos que hacer de magos, para decir a los niños que hay estrellas que guían a la Navidad, en la ruta de la vida, que sigue abierta.
1. Nosotros, los mayores, somos los magos que debemos enseñar a los niños que la vida es un don, que el oro del mundo es un regalo, para todos los hombres y mujeres del mundo: que la economía de la tierra está al servicio de la vida y la ilusión de todos, desde China, la India y Persia (tierras de los magos) hasta el extremo del occidente. Que no nos mataremos por oro ni petrolio, sino que lo compariremos, para bien de todos los niños
2. Nosotros, los mayores, tenemos que decir a los niños que la vida es gozo y gloria, es incienso de admiración y de ternura, de intimidad orante y de cercanía. Tenemos que decirles que no buscaremos la gloria del poder, la victoria de la imposición, el incienso de la mentira, sino que buscaremos y compartiremos el incienso del amor que puede celebrarse en intimidad de familia. Les diremos que habrá siempre un perfume a su lado (a nuestro lado), al lado de todos los hombres y mujeres, que podrán comer y gozarse y soñar?
3. Nosotros los magos mayores tendremos que enseñar a los niños que la vida está hecha también de mirra. La mirra es perfume de amor (de enamorados),pero también es bálsamo de muerte (se emplea para honrar a los cadáveres). La mirra es como una flor preciosa que nos puede acompñar en la vida, en el crecimiento de cada día, en la comunión de cada noviazgo, en la tristeza y esperanza de cada despedida? Que cada muerte sea tiempo de amor, esperanza de amor (y no fruto de violencia).
Que esta fiesta sea fiesta de todos los días del años? Que la cabalgata de esta noche sea signo de la cabalgata de la vida que iniciamos con ilusión cada mañana? ¿Pedimos otras cosas a los magos? ¡Claro! Pedimos la paz para sus países simbólicos: China, India, Persia (sobre todo Persia). Pedimos la paz para nuestros políticos. Aquellos Magos del tiempo de Jesús no se arreglaron con los "herodes de turno", los matadores de niños? ¿Podra haber hoy magos que sean capaces de dialogar con los herodes del terror o, por menos, de impedirles que maten?
2. Sigue una reflexión cristiana. El Jesús de los Magos: Rey de los judíos, Dios universal
Los magos vienen a Jerusalén porque han visto en oriente la estrella del Rey de los judíos? Ese tema nos sitúa en el centro de una extensa tradición astro-lógica (-nómica) que vincula al ser humano (y especialmente al salvador) con un (=el) Astro del cielo: es como luz en el firmamento y futuro de la historia.
Por eso, allí donde ha nacido el Rey de los judíos ha debido encenderse una luz, se expande una esperanza de salvación sobre la tierra. Esa luz atrae a los "magos", que vienen hacia Jerusalén, iniciando la marcha de los pueblos hacia el futuro de su plena humanidad. Por eso, como venimos suponiendo, este pasaje debe interpretarse en la línea que lleva al mesianismo universal de Mt 28, 16-20.
Los magos preguntan por el Mesías en Jerusalén, pero no lo encuentran allí (en la ciudad del templo, donde habita un rey de este mundo), sino en Belén, capital donde se centran y cumplen las promesas. De esa forma, este segundo capítulo de Mt, con su procesión de pueblos buscando al mesías, puede entenderse ya como anuncio de la culminación pascual del evangelio: una prolepsis de lo que será la misión final cristiana, interpretada aquí en forma centrípeta (desde el modelo de la gran peregrinación de pueblos hacia el centro de la tierra, que es Jerusalén).
? La cristología de los magos brota de la tradición israelita: los pueblos paganos de Oriente vienen hacia Jerusalén, para adorar al Rey de los judíos, que ha nacido ya, pues ha surgido su Estrella. Ellos, los magos, son signo de un camino de búsqueda y fe universal, que desborda el nivel israelita, tanto por su origen como por su meta. Por su origen: la fuerza que les lleva hacia Jesús no es la ley de Israel, sino la luz o estrella de su propia religión (de su paganismo). Por su meta: tras adorar a Jesús no quedan allí, para formar parte del pueblo judío, sino que vuelven a sus tierras, como indicando que el camino y luz del Rey israelita ha de interpretarse desde sus propias tradiciones religiosas y culturales.
? La cristología del envío final (Mc 28, 16-20) empalma con los magos, pero invierte y completa su sentido: no son ellos (magos gentiles) los que deben buscar en Jerusalén al Rey israelita, para encontrar al Niño de Belén y marchar por otro camino hacia su tierra; son los mismos cristianos quienes deben expandir la experiencia mesiánica ia todos los pueblos de la tierra, como enviados del Cristo pascual, desde la montaña de su resurrección (en Galilea, no en Jerusalén). Los cristianos ya no esperan la venida de los pueblos, como parece haber hecho la iglesia primera de Jerusalén y la tradición de las comunidades judeo-cristianas, cuya dotrina ha recogido (y superado) Mt en su evangelio, sino que deben ir a las naciones (y no sólo a las de oriente), llevando la buena nueva del discipulado, de la comunicación fraterna, poniéndose así en manos de la cultura y vida de los pueblos.
3. Epifanía, fiesta misionera
De esa forma se distinguen y completan los dos tipos de cristología y misión que han definido el comienzo de la iglesia: una centrípeta (los gentiles vienen a adorar al Dios israelita, revelado en su mesías) y otra centrifuga (los enviados del Cristo pascual salen a ofrecer en todas las direcciones su visión del discipulado). La primera tradición (Mt 2) es más judía y puede entenderse como principio del evangelio. La segunda (Mt 28, 16-20) es más pascual, expresando mejor la novedad cristiana. Entre ambas se extiende el evangelio, que ahora interpretamos como relato de transformación cristológica y misionera. Ambos modelos resultan paradójicos:
? Los magos (gentiles) buscan en Jerusalén al Rey de los judíos, como suponiendo que deben aceptar sus leyes nacionales (la forma de vida israelita). Vienen pero no encuentran al Rey en Sión, sino en Belén; no lo descubren honrado y victorioso, sino escondido y perseguido; por eso tienen que volver a su país, no pueden quedarse en Judea, ni cultivar de una forma nacional el mesianismo. Ese retorno de los magos es un signo del carácter todavía incompleto de la vida y obra de Jesús.
? Los discípulos de Jesús llevarán su mensaje y vida (su discipulado), pero no desde Jerusalén sino desde la montaña de la pascua de Galilea (Mt 28). No van para retornar a Jerusalén (donde estaría el centro de la iglesia establecida), sino para ofrecer su fermento de vida (su discipulado) en todos los pueblos de la tierra. Son portadores del mensaje-vida de Jesús, pero no una forma nacional judía (o cristiana) de existencia, de manera que deben aceptar el esquema de vida (cultura, religión fundante) de los pueblos hacia donde se dirigen.
El evangelio de Mateo (=Mt) elabora una cristología del camino misionero. Por eso irá mostrando, a partir del relato de los magos, que buscan al Rey de los judíos, la expansión del mensaje y vida de Jesús a todas las naciones para ofrecerles el discipulado. Este Jesús pascual no quiere adoctrinar a los humanos, ni imponer sobre la tierra unos esquemas culturales o sacrales. De manera sorprendente, sus testigos van sin libros (no llevan unas normas escritas de conducta, aunque se inspiran en la experiencia israelita). Van sin una lengua sagrada, sin tablas de leyes y preceptos. Simplemente llevan la experiencia de la pascua, que les capacita para entender la vida de Jesús, revelación de Dos y fuente de amor para todos los humanos.
4 . Cristología centrípeta: Rey de los judíos (Mt 2, 2)
Conforme a la esperanza israelita, la Ciudad-Santuario de Sión y la Tierra de Israel son el centro del universo, hacia el que un día vendrán los pueblos y reyes de la tierra, para reconocer la soberanía de Yahvé (cf. Is 42, 1-6; 51, 4-5; 56, 1ss etc.). Esta visión expresa la certeza esperanzada y muy gozosa de que Dios se manifiesta de un modo salvador en Israel, expandiendo desde allí su soberanía. Pero ella incluye también elementos de triunfo partidista, como si Dios quisiera ofrecer un premio especial a los judíos en cuanto tales, de manera que los otros pueblos resultan secundarios o subordinados.
El templo de Jerusalén es foco y centro de la manifestación de Dios, en línea de mesianismo real: Dios mismo ha ofrecido su triunfo al rey mesías, haciéndole portador de su soberanía sobre el mundo. Pues bien, los magos de oriente han venido según esta esperanza de los buenos israelitas y muchos judeocristianos de Jerusalén y la diáspora: unos y otros sabían que los pueblos de la tierra han de venir trayendo sus dones, para culminar su camino en Sión.
Por eso, más que la apertura misionera de la iglesia a los pueblos de la tierra, los judeocristianos destacaron la venida de los pueblos a la iglesia: enriquecidos por Jesús, sus discípulos debían mantenerse fieles a la herencia nacional, esperando en la casa israelita (junto al templo) la venida de los pueblos. Pues bien, Mt 2 empieza aceptando esa esperanza, para transformarla de manera muy significativa:
1. Jesús, Mesías de Dios, no está encerrado en el templo y ley de Jerusalén, sino abierto en Belén para todos los que vengan. No es Rey que impone su derecho en Sión, sino Niño necesitado, en brazos de su madre. No es Sacerdote que expande la sacralidad divina desde el tabernáculo del templo, sino niño amenazado, que debe exilarse en Egipto, asumiendo así la historia del autentico Israel, Hijo de Dios (cf. 2, 15).
2. Los representantes religiosos y sociales de Israel no han venido a Belén para adorar al Rey de los judíos. Ellos conocen de algún modo el misterio (saben que el mesías debe nacer en Belén), pero no quieren buscarle, ni le ofrecen el tesoro de su vida (cf. 2, 11), pues están fijados en sus sacralidades nacionales y sociales. Esta es la paradoja de un mesías de Israel que los israelitas no aceptan. La subida mesiánica de los pueblos hacia Jerusalén queda truncada, pues Jerusalén no les reciba.
3. Herodes rey no acepta el mesianismo de Jesús y decide matarle. De manera consecuente, la venida de los magos se inscribe en un contexto de persecución: el rey de turno persigue al verdadero Rey de los judíos, obligándole a exilarse, mientras los buscadores mesiánicos de oriente vuelven a sus tierras por otro camino. De esa forma, el Israel histórico de Herodes queda en manos de su propia violencia destructora (relato de los inocentes). Eso significa que la búsqueda de los pueblos que quieren adorar en Jerusalén al Rey Mesías ha fracasado, pues el Mesías no se encuentra allí.
4. A pesar de todo, el camino de los magos forma parte del mesianismo de Jesús: los gentiles le han buscado ya y le siguen buscando, para ofrecerle el homenaje de sus dones, el oro de la realeza, el incienso de la sacralidad, la mirra del perfume gozoso. Entendido así, este relato puede interpretarse como expresión de la paradoja evangélica, en la línea de Mt 11, 20-24 (lamento de Jesús por las cudades galileas que no se han convertido al evangelio). Esta es una cristología fracasada: el conjunto de los judíos no ha querido aceptar a su rey mesiánico, les gentiles han tenido que marcharse? Pero al fondo de ese fracaso, leyendo Mt 2 a la luz de Mt 28, 16-20, emerge una cristología abierta y triunfadora, paralela a Rom 9- 11: el rechazo de la misión judía ha dejado las puertas abiertas para la apertura universal del evangelio.
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