La becada es un ave migratoria que llega a primeros de diciembre procedente de países del norte de Europa
Becada, pitorra, arcea, sorda, chocha perdiz, oilagorra... son algunas de las definiciones que pueden escucharse a los cazadores de este país para identificar a la 'dama del bosque', esa enigmática ave que llena de magia las duras jornadas de caza del invierno en las zonas más frondosas de nuestros pagos.
En el argot cinegético hablar de caza en el mes de enero es comenzar a hablar de becadas. Generalmente, la presencia de pitorras en nuestros campos viene a anunciar el fin del otoño y la llegada de las primeras heladas, comportamiento que ha venido despertando en los últimos años la curiosidad de biólogos, científicos y naturalistas, y que a pesar de ello no deja de ser la pieza de caza más enigmática de cuantas puede colgar la percha de un cazador, desde hace unos años con un cupo máximo de tres ejemplares.
Tanto es así que, como hemos visto al principio, solo su nombre sería merecedor de un exhaustivo estudio etimológico y zoográfico. La Scolopax Rusticola es de costumbres nocturnas, momento en el que desarrolla gran parte de su actividad. La noche la vuelve imperceptible y aparece casi fantasmagórica durante las horas de sol.
Caza con perro de muestra
A diferencia de lo que sucede con otras especies cinegéticas, en su caza resulta imprescindible la colaboración del perro, especialmente los denominados de muestra, pues resulta indispensable la ventaja de unos segundos para tomar posición de disparo, habitualmente en lugares casi inaccesibles donde se oculta durante el día tras su deambular nocturno por zonas húmedas, ricas en insectos y otros invertebrados, dieta principal de la 'sorda'.
Esta circunstancia motiva en su caza el empleo de perros con una buena protección de pelo y una excelente nariz. Setter y bretones suelen ser los más utilizados, aunque pointer o bracos también presentan unas buenas aptitudes en aquellos lugares un tanto más accesibles. Otra de sus características será la tenacidad y valentía con que afronten lo que 'se les viene encima', pues de muy poco sirve un perro con buenas cualidades morfológicas si está exento de pasión venatoria, algo que en la caza de la 'pitorra' debe superar la mediocridad.
Una de las singularidades más destacadas, y a la vez necesaria en su caza, está relacionada con el empleo en el perro de artilugios acústicos que permitan al cazador conocer en todo momento la posición exacta del auxiliar y el momento en el que se encuentra; es decir, el lugar y la situación del momento de caza, pues conviene recordar que en la mayoría de las ocasiones la vegetación no permite el contacto visual con el perro.
El localizador
El sistema más rudimentario, aunque no por ello menos efectivo, consiste en la colocación de un pequeño cascabel que irá unido al collar. En la actualidad cada vez está más extendido el uso de collares electrónicos que emiten señales acústicas de diferente intervalo, dando lugar así a un menor margen de error sobre la acción.
En cuanto a la escopeta más adecuada, suelen ser aquellas de cañones cortos que por su fácil encare permiten un disparo rápido e intuitivo, característica a la que se deberá añadir un primer caño sin estrangulamiento en su boca, lo que facilita un plomeado más amplio en espacios cortos. La munición más adecuada estará en torno los 34 gramos y un grosor del número 8, aunque en escopetas de chokes cerrados se usa en ocasiones dispersantes.