Miles de ciudadanos desafiaron al frío y la niebla para ver un año más el espectáculo atlético por las calles de la capital del Tormes
Salamanca se vistió de fiesta atlética. De nuevo la participación fue multitudinaria y lo que volvió a ser la prueba popular deportiva más importante de la ciudad, se definió como acostumbra, familiaridad y diversión.
Y es que esta carrera acoge a todo el mundo. Desde los más pequeños hasta los más veteranos del lugar. Padres con carritos, en brazos con los bebés, de la mano ayundándoles a cruzar la meta. Y luego están los veteranos. Treinta y tres años hace que se corre
Dice la historia, y hay que recordarlo en cada edición, que los primeros años se hizo la carrera solo para los alumnos del colegio del Milagro San José (San Estanislao de Kotska), con Gabriel Franco a la cabeza, pero poco a poco la cosa fue aumentando hasta los 7.007 de hoy día.
Espectáculo en cada rincón, aplausos y más aplausos en cada zancada de los atletas. Sitios emblemáticos de la capital del Tormes por las que discurre una carrera que cada año se supera a sí misma, como los récords de los deportistas.
Policías, miembros de la seguridad, médicos, sanitarios, voluntarios y un sinfín de personas que hacen de
Y si importante son los atletas, verdaderos protagonistas de la carrera, mención aparte merece el público. Haga frío o calor espera agolpado en las vallas para ver a los participantes y también desde los balcones de los edificios por donde pasan los mismos. Como dijo Gema Martín en la línea de llegada, no sería lo mismo una carrera sin espectadores y Salamanca puede estar tranquila porque en este evento social, deportivo e incluso cultural, lo más importante es que la simbiosis es total y duradera.
Fotos: Alberto Martín / Alejandro López