Durante estos días previos a La Navidad los teléfonos móviles se desbordan de mensajes de whatsaps, con tarjetas navideñas de todos los estilos y para todos los gustos, de vídeos con villancicos, sorpresas, fotografías maravillosas y músicas de todos los estilos. Pasamos horas contestando y enviando nuestros buenos deseos para familiares, amigos, compañeros de trabajo y algún que otro vecino,
¿Qué pasó con el sonido de las llamadas del teléfono? El teléfono ya no suena, y eso que las tarifas son asequibles incluso gratuitas; son muy pocas las personas que dedican unos minutos para hacer una llamada a los familiares lejanos, amigos de otra ciudad, o de otro país, a una persona anciana que se muere de soledad, a los que tenemos más cerca, pero que nuestra voz les puede reconfortar.
¿Tenemos miedo de hablar? Quizá nos hemos sumergido en un mundo tan superficial, que ya no necesitemos el contacto directo, el de una visita, un abrazo y un cariñoso beso por Navidad.
Nuestra sociedad cambia tan rápido que los canales de comunicación nos arrastran, nos dejamos influir por las modas, reenviamos los mensajes que nos gustan y que otros nos han enviado, en algunos casos son tantos que no da ni tiempo a contestar.
En definitiva hay que adaptarse, pero desde estas líneas reivindico una llamada de teléfono al menos a los más queridos, a esas personas que durante todo el año han estado a tu lado o te han dado su apoyo en los momentos difíciles, esa si sería una buena Navidad.
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