Yo creo

El cuerpo humano es la máquina más perfecta que puede existir en nuestro mundo, con multitud de órganos y sistemas todos ellos interconectados entre si y perfectamente coordinados para mantener la estabilidad y equilibrio de dicho cuerpo. Máquina compleja que nos hace preguntar cómo es capaz de mantener dicho equilibrio para que todos los sistemas funcionen perfectamente coordinados y al unísono, que hace que la mayoría de "fallos" no sean del desorden prematuro de los mismos, sino del desgaste de "las piezas" por el inexorable paso del tiempo que hace que dicho organismo acabe agotándose y parándose definitivamente. ¿Qué fuerza mantiene este perfecto engranaje de piezas, control y coordinación hasta el final? La mayoría de las maquinas más complejas que el hombre ha sido capaz de fabricar, no llegan a la complejidad del cuerpo humano y los fallos en dichas maquinas son frecuentes y tempranos comparados con los mínimos existentes en el ser humano.

Cuando el desequilibrio ocurre en todo este perfecto engranaje, surge lo que hemos bautizado como enfermedad o perdida del estado de salud, y con esta se produce una serie de trastornos que afloran como un cambio externo del equilibrio normal del organismo y que cada persona lo vive y manifiesta de forma diferente en función de la gravedad del trastorno y la vivencia personal de cada uno.

El hombre ha formado a parte de sus semejantes para intentar conocer el funcionamiento del complejo organismo humano e intentar subsanar o aliviar las alteraciones que en él se producen, alargando cada vez más el estado de salud y la supervivencia del ser humano en función del conocimiento adquirido con la evolución de los tiempos.

Pero es cierto que algunos trastornos aparecen de forma silente, callados, sin sintomatología, como intentado no ser descubiertos para así prolongarse en el tiempo e ir aminorando de forma progresiva y sin gran ruido el tan ansiado buen estado de salud. Este carácter larvado y crónico es el que lo hace más peligroso pues retarda los adecuados tratamientos hasta el punto que ya no pueden tener solución. Ante esto el hombre se defiende con la llamada Medicina Preventiva, que por lo comentado es tan importante o más que la Medicina Curativa, para atajar de forma temprana esa patología escondida y que daña de forma progresiva nuestro organismo. Medicina Preventiva, basada en prácticas saludables tanto a nivel de la comunidad como de forma individual y también en diagnósticos y tratamientos precoces que desvelen esa enfermedad silente. Pero es esta segunda parte donde el aspecto socio-económico influye en su perfecto desarrollo, y partiendo de recursos limitados tenemos que centrarnos en aquellas pruebas y población donde los términos de eficacia y eficiencia son más relevantes. ¿Y qué pasa con el resto de enfermedades y personas? ¿Tenemos que seguir confiando en el perfecto funcionamiento de esa máquina compleja que es el cuerpo humano? La respuesta es sí, tenemos que confiar, pero no sólo en que no falle el organismo sino en las fuerzas que nos lo mantiene vivo y en perfecto funcionamiento. Mi vivencia personal así me lo ha hecho ver. ¿Qué fuerza externa influyó sobre mí durante meses y me llevó a diagnosticar mi lesión a pesar de no tener ningún sintomatología y tener un buen estado de salud?. No lo sé, pero sí que algo hay. Por ello tengo que decir que YO CREO.