Desde la llegada de una emigración masiva a partir de los años 2000 y por la influencia de algunas ONGs estamos padeciendo desde las redes sociales una campaña contraria a arraigadas tradiciones populares como la Semana Santa, las Fiestas de Moros y Cristianos o las Navidades.
El argumento básico utilizado para denigrar esas manifestaciones culturales españolas es por una parte el respeto debido a las personas que no son de religión católica y que podrían ofenderse por la exposición pública de fiestas y procesiones con contenido religioso cristiano.
Por otra parte, se argumenta que la interculturalidad significa que cada comunidad étnica o religiosa pueda vivir con sus tradiciones sin que se les pueda imponer las costumbres tradicionales del país.
Los dos argumentos utilizados para justificar el ataque a las tradiciones populares y artísticas españolas son de una falacia escandalosa porque la mayoría de los españoles no tiene por qué renunciar a sus costumbres ancestrales por el hecho de que un grupo minoritario, magníficamente acogido por otra parte, considere que no le gustan las fiestas de Navidad, le moleste que se celebre la toma de Granada a los musulmanes por los Reyes Católicos en 1492 o le ofendan las procesiones de Semana Santa. La creación de guetos dentro del pais como pretenden los defensores del interculturalismo no solo no beneficia el proceso de integración sino que puede suponer la entrada en España de tradiciones locales gravemente lesivas con los Derechos Humanos como por ejemplo el menosprecio árabe a las mujeres o determinadas tradiciones africanas opuestas a nuestros principios democráticos y éticos.
A veces se extiende a partir de las redes sociales todo un adoctrinamiento por el cual debemos renunciar a nuestro legado cultural e importar fiestas y tradiciones foráneas como por ejemplo la fiesta anglosajona de Halloween o el Black Friday y dentro de poco celebraremos el Dia de Acción de Gracias porque así nos hacemos más universales.
La globalización y la aceptación de las nuevas comunidades de emigrantes que se asientan en España, cada una con sus tradiciones particulares, no significa que las costumbres y los legados culturales españoles deban ser abolidos en aras de una supuesta fraternidad intercultural.
Lamentablemente en esta campaña a favor de renunciar a nuestro legado popular se han unido toda una serie de grupos que se dicen de izquierda y que abogan por hacer desaparecer de los colegios cualquier signo de la Navidad como los Villancicos o los Nacimientos, mientras en aras de un falso Laicismo cargan contra la Semana Santa y las procesiones públicas, sin tener en cuenta que las procesiones no son solo una muestra de religiosidad cristiana, perfectamente respetable, sino que forman parte de nuestro arte y nuestra cultura más española.
Cada vez hay más gente harta de esos mecanismos de intoxicación para que nos olvidemos de nuestra Historia y nuestra herencia cultural y artística por si ofenden o no son del agrado de algún grupo minoritario y es precisamente ese intento de imponer la supresión de nuestro pasado cultural y religioso lo que favorece la expansión de la extrema derecha y las actitudes intolerantes y xenófobas.
España es un país extraordinariamente rico en tradiciones y costumbres populares y esa es nuestra grandeza, contribuir a hacer desaparecer todo ese legado es atentar contra nuestra identidad histórica como pueblo y en consecuencia perder parte de nuestras raíces.
Y al que no le gusten las Navidades o la Semana Santa pues que no las celebre, pero sin imponer a los demás su capricho.
Por mi parte, les deseo unas Felices Fiestas de Navidad con Belén incluido.
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