Nos acercamos al solsticio del invierno. El sol dora los muros y los vuelve tan cálidos, que parecería que nos invita a cobijarnos en ellos, a resguardarnos de los fríos, a adentrarnos en esa matriz escondida e interior que ellos ocultan. Pero esa peren
Nos acercamos al solsticio del invierno. El sol dora los muros y los vuelve tan cálidos, que parecería que nos invita a cobijarnos en ellos, a resguardarnos de los fríos, a adentrarnos en esa matriz escondida e interior que ellos ocultan. Pero esa perenne palmera, con su copa a la luz y a lo alto, parece estar invitándonos también a vivir fuera, a vivir con los otros, ¡a vivir en la luz!
José Luis Puerto (Texto) / Rosa Gómez (Fotografía)