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Las mujeres y los Derechos Humanos
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DÍA DE LOS DERECHOS HUMANOS

Las mujeres y los Derechos Humanos

Actualizado 10/12/2016
Jaqueline Alencar

En pleno siglo XXI todavía hablamos de Derechos Humanos conculcados

Hoy, 10 de diciembre, recordamos que en 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos.

En el Preámbulo de esta declaración dice que: "La ASAMBLEA GENERAL proclama la presente DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción".

Según la ONU: "Los instrumentos del marco internacional de derechos humanos son la Declaración Universal de Derechos Humanos y los seis tratados fundamentales sobre derechos humanos: el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; la Convención sobre los Derechos del Niño; la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; la Convención internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; y la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Todos los países del mundo han ratificado por lo menos uno de estos tratados, y muchos han ratificado la mayoría de ellos. Estos tratados son documentos importantes para responsabilizar a los gobiernos del respeto, la protección y la realización de los derechos de los individuos de sus países", etc., etc.

No es necesario repetir las cifras de los seres humanos que pasan hambre en el mundo, o de los niños que trabajan, o de los refugiados que huyen de guerras como la de Siria, o de los que son perseguidos por su fe, o por su color, o ideas políticas... O de los que son sometidos a servidumbre, esclavitud y trata. A pesar de que en la Declaración Universal de Derechos Humanos se asevera que "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos".

Son muchos los colectivos que carecen de los derechos y libertades más elementales, pero hoy revisaré nuevamente un documento presentado por la ONU: Las Mujeres en el Mundo, 2015, que revela avances positivos, como que las mujeres hoy son más independientes, tienen un mayor acceso a la educación o viven más. No obstante, de dicho documento también se desprende que de las mujeres en edad de trabajar sólo el 50% accede al mercado laboral; que continúa la violencia de género y el matrimonio infantil; continuamos hablando de la ablación, de niñas que no pueden acceder a la educación; continuamos hablando de la trata, o de que las mujeres siguen en desventaja respecto a los hombres en lo que se refiere a tener voz y ser escuchadas tanto en ámbitos públicos como privados; que continúan las muertes por complicaciones durante el parto; que muchas no tienen acceso a los servicios sanitarios mínimos... etc.

Concretamente, centrándonos en el ámbito geográfico latinoamericano, hay que reconocer que la situación de la mujer ha experimentado también alguna mejoría, aunque diversas publicaciones consultadas comparten que "el aporte que realizan las mujeres al desarrollo económico en distintos sectores no se refleja en su participación en las esferas de poder, aun cuando es posible observar un discreto y sostenido incremento". Esta condición empeora conforme se desciende en la escala socio-económica y se hace extrema en el caso de las indígenas. A la clásica discriminación por género hay que añadir la discriminación por clase social y raza.

MUJERES QUE ALLANAN EL CAMINO

Si afinamos aún más, y nos centramos en Perú, para muchas mujeres la situación es la que hemos descrito. Mujeres que tienen que sacar adelante el hogar haciendo de padre y madre. Con un acceso mínimo al mercado laboral. Acorraladas por un machismo que se mantiene a lo largo de los siglos.

Si queremos hacer algo por esta situación, deberemos atender las necesidades de la mujer de forma integral: sus necesidades físicas, laborales y sociales; pero también las espirituales y emocionales. Así lo hizo Jesús, devolviéndoles la dignidad que la sociedad les había arrebatado. Y sólo así, podrán ser transformadas verdadera y profundamente, para ser, después, agentes de cambio en su entorno, su familia, su barrio, su país.

Es por ello que desde Alianza Solidaria, a través de su Programa "Turmanyé" (http://www.alianzasolidaria.org/#!turmanye/c219a), que opera en la ciudad de Huaraz, Perú, se inició en 2003 un Taller de Artesanía para que mujeres de bajos recursos (madres solteras o con parejas sometidas a una vida de maltrato y violencia), pudieran aprender a tejer y mejorar sus precarios ingresos, y por ende la calidad de vida de sus hijos.

Hoy, gracias a su empeño y a la ayuda de otros, elaboran productos que van desde accesorios a prendas de vestir. Con mucho tesón intentan crear una microempresa con equipos más rentables que garanticen la calidad y mejores mercados para sus prendas. No lo tienen fácil. Queda mucho por andar hasta que la mujer en estos países pueda adherirse al engranaje del desarrollo; pero ellas ya han conseguido exportar sus productos.

Son mujeres admirables y abnegadas. Son los motores de sus hogares. Pero solas no pueden, necesitan nuestra ayuda para aspirar a un mundo mejor. Apoyarlas es ir sobre seguro, su compromiso es inquebrantable. No queremos continuar celebrando otros 8 de marzo, o 10 de diciembre, con las mismas cifras de miseria e injusticia, sino con las del desarrollo sostenible, con la ayuda de Dios reconciliando a las personas consigo mismas y con sus semejantes.

Texto y fotos de Jacqueline Alencar

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