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Actualizado 09/12/2016
Redacción

República.com | Imagen 1En el año 2001 el profesor Cass R. Sunstein publicó un libro que llevaba por título República.com. Con el subtítulo Internet, democracia y libertad, en este libro el profesor norteamericano analizaba los incipientes problemas de la ciudadanía digital y la ciberdemocracia. El libro se tradujo inmediatamente en el año 2003 porque preveíamos el impacto que Internet y la cultura digital tendrían en el panorama político. No tardamos mucho en comprobarlo cuando sucedieron acontecimientos determinantes en la historia de España como los atentados del 11M y el papel determinante de los SMS en la movilización política que condujo al triunfo del candidato del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. También lo pudimos comprobar en las movilizaciones políticas de 2013 que fueron descritas de una manera excesivamente simple como primavera árabe. Por supuesto, nadie duda que las movilizaciones del 15M y la consiguiente articulación del proyecto político de Podemos está directamente relacionado con la irrupción de la ciudadanía digital.

Los análisis que realiza este profesor también podrían haberse titulado Monarquía.com, es decir, no está describiendo una forma determinada de gobierno sino la forma clásica de plantear la naturaleza del poder político. El título no describe las propuestas que los republicanos realizan frente a los demócratas en el contexto norteamericano, describe el protagonismo que tiene Internet en la configuración de un sistema político constitucional, con independencia de quién ostente la representación política de la comunidad, con legitimidad monárquica o con legitimidad republicana.

El libro transmite una convicción importante que deberían tener clara todos los apasionados de la ciberpolítica: una comunidad política no es una empresa-punto-com. Aunque hayamos comprobado la utilidad de Internet y las nuevas tecnologías para configurar las relaciones sociales y facilitar la participación social, no podemos aplicar sistemáticamente los análisis al campo de la comunidad política. Las comunidades políticas no son comunidades de consumidores y, por lo tanto, los valiosos análisis que nos proporciona la utilización de internet en el mercado no siempre valen para pensar los valores del estado.

Por muy útiles que sean Internet y las nuevas tecnologías para configurar la vida política, no sólo generan nuevas posibilidades para la deliberación política, sino que también construyen muros entre la ciudadanía. En sus propias palabras: "las tecnologías emergentes son muy esperanzadoras desde el punto de vista republicano, sobre todo porque hacen que la gente corriente tenga más posibilidades de aprender sobre numerosos temas y pueda acceder a infinidad de opiniones. Pero también generan serios peligros en la medida que las nuevas tecnologías incrementan la capacidad de los individuos para alzar muros frente a los temas y opiniones que preferirían evitar."

Si la ciudadanía digital y la ciberdemocracia han venido para quedarse, tenemos que preguntarnos en qué medida están modificando los pilares del debate político tradicional. Y no me refiero únicamente al potencial participativo que tiene el uso de las redes para la vida de las comunidades políticas, también me refiero al potencial representativo con el que se han construido las democracias liberales. Además de cuestionar lo que hasta ahora entendíamos por democracia representativa y cultura de la participación ciudadana, con la llegada de la cultura digital tenemos que empezar a discernir con seriedad el valor de las redes en la promoción de una ética democrática. En la sociedad de la información y el conocimiento, la participación en todas sus dimensiones y ámbitos es una condición necesaria para el fortalecimiento del ethos democrático. Ahora bien, no es una condición suficiente. Las redes también pueden levantar muros porque muestran inmediatez incívica, irreflexividad demagógica y, sobre todo, un cortoplacismo totalitario para el que deberíamos empezar a vacunarnos.

[Imagen de Vasquez]

Más información:

Educación y Redes sociales. La autoridad de educar en la era digital. Encuentro, Madrid 2013.

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