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El 62% de los cuidadores de dependientes retrasa su ingreso en un centro residencial  
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estudio realizado por sanitas mayores

El 62% de los cuidadores de dependientes retrasa su ingreso en un centro residencial  

Actualizado 03/12/2016
Redacción

Más de un tercio de las familias tiene sentimiento de culpa cuando tiene que hacerlo

Ingresar a un familiar en una residencia es una decisión difícil que en ocasiones se aplaza el máximo tiempo posible y puede generar sentimientos de culpa y abandono. El 62,% de los cuidadores la postergan porque cree que su familiar preferiría continuar en casa, cuatro de cada diez sienten que está abandonando a la persona querida mientras que más de un tercio tiene sentimiento de culpa. Estos son los datos de un estudio realizado por Sanitas Mayores sobre la comunicación entre residentes, familiares y centros.

"Al principio tienes miedo por desconocimiento. Pero mi madre necesitaba cuidados médicos y de enfermería, y estaba cansada de cuidadores en casa que cuando se complican las cosas se van. No sabía lo que era la carga del cuidador hasta que sufrí una depresión y mi hermano y yo tomamos la decisión de ingresar a nuestra madre". Es la historia de Mercedes, su madre padece alzhéimer desde hace diez años y durante los últimos doce meses su deterioro físico ha sido muy fuerte. Su casa no está adaptada y la pérdida de movilidad de María Jesús requiere de cuidados profesionales. "Cuando los cuidados no pueden darse en casa porque casi les estás perjudicando, llega un punto en el casi es fundamental el ingreso", cuenta.

"El ingreso de un familiar es una medida necesaria cuando el cuidador doméstico no puede asumir toda la responsabilidad, se trata de una decisión positiva tanto para el residente como para su entorno, pero es cierto que supone importantes implicaciones emocionales y se suele posponer, en muchos casos, hasta que la situación es insostenible", afirma el doctor David Curto, jefe de Gestión Asistencial de Sanitas Mayores. "Los detonantes para dar el paso llegan por lo tanto a situaciones ya límite de inestabilidad en la vida familiar o de riesgos para el propio mayor", explica.

Así ocurrió en el caso de Francisco, su madre, Teresa. "Yo vivía con ella y llegó un momento el que la situación se me hacía insostenible física y psicológicamente, era incapaz de cuidarla como se merecía. Ella ha sido una madre ejemplar y merece lo mejor", cuenta Francisco.

Según datos del estudio de Sanitas Mayores, más del 97% de los familiares manifiesta la importancia de aumentar la información recibida por parte de las residencias para mitigar la sensación de culpa por cesar el cuidado doméstico. "Aumentar la comunicación con las familias contribuye al proceso de asumir que el cuidado institucionalizado es necesario tanto para el residente como para el entorno en muchas ocasiones", comenta el doctor David Curto. La información constante y fluida sobre aspectos como la salud, la medicación y la alimentación de los residentes son datos que ayudan a hacer que el cuidador continúe sintiéndose parte del proceso de cuidado aun cuando su ser querido se encuentra en un centro residencial. "Suelo interesarme por la medicación que han tomado, sobre si mi madre ha hecho una actividad, cómo ha pasado el día mi padre, como ambos tienen demencia me importa mucho si han pasado la noche tranquilos y han podido descansar", afirma la familiar.

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