Los libros nunca arden
La Bibliocaseta del Centro Social Aldea podrá cerrar sus puertas, pero no está muerta. Podrán quemar sus estanterías, pero volverán a llenarse de libros
No se queman solamente los libros. Ni siquiera se consumen los espacios. No arden las casetas de lectura, ni los materiales con que fueron construidas. Cuando se quema un libro se consumen en parte las palabras. Cuando se queman las palabras solo queda el caos, lo irracional, lo absurdo.
Cuando se agotan las ideas, por no tenerlas o no compartirlas, también se acaba con la vida en comunidad. El capital social, aquello que nos hace parte de los espacios vividos y nos identifica con los demás, muere por momentos. Cuando se quema un libro también se queman lazos, se consumen afectos.
Sin embargo, hay procesos y cambios que superan lo físico. Ideas y frases que escapan de ataques injustos, proyectos que se dan por acabados y surgen de nuevo porque no pertenecen a nadie, porque son de todos.
La Bibliocaseta del Centro Social Aldea podrá cerrar sus puertas, pero no está muerta. Podrán quemar sus estanterías, pero volverán a llenarse de libros. Podrán intentar silenciar sus palabras pero su idea de cultura compartida es más fuerte que las llamas y la indiferencia.
Los libros nunca arden. Sus ideas, pese a todo, permanecen.
José Manuel Sánchez Duarte
Profesor de Ciencia Política. Universidad Rey Juan Carlos